Выбрать главу

Yo me quedé arriba. Podía bajar si quería, pero sabia lo que se iba a venir; así que me quedé en el estudio, donde podía oír lo que Cain dijera sin necesidad de ver lo que lo estaba obligando a hablar. Me incomoda la tortura. Tal vez suene tonto, considerando la cantidad de violencia de la que he sido testigo y en la que he participado en mi vida. Pero había algo respecto de que se maltratara a alguien que no podía defenderse que me producía escalofríos y pesadillas al dormir. Quizá fueran vestigios de mi patología de víctima en la niñez, enterrada en lo profundo de mi psiquis. Hace años fui a ver una película de terror con Clay. Cuando llegó una escena en la que quemaban gente con gasolina, yo me tapé los ojos y Clay miró sin mosquear. Aunque yo no pensaba que él le habría hecho eso a alguien, él ya había hecho cosas igual de terribles. Y yo lo sabía porque habla estado allí. Lo había visto hacerlas y lo que más me asustaba era su mirada. No ardían de excitación sus ojos como cuando perseguía a su presa. Se veían azul hielo e impenetrables. Cuando torturaba a un callejero, era completamente metódico y no mostraba ninguna emoción. Por supuesto que me preocuparía mucho más si eso lo hiciera feliz, pero hay algo igual-mente terrible en alguien que puede hacer cosas así tan concentrado. La mayoría de la gente tortura en busca de información. Clay lo hacia por otro motivo: para dar un ejemplo. Por cada callejero que mutilaba y dejaba vivo, habla cinco más que veían al callejero y aprendían una lección: “no se metan con la Jauría". Por cada uno que mataba, había una docena que se enteraba. El que pensara en atacar a un miembro de la Jauría sólo tenía que recordar esas historias para cambiar de idea. La mayoría de los licántropos no temían morir, pero había cosas peores que la muerte y Clay Se aseguraba de que lo supieran

Sentada en el estadio y escuchando lo que sucedía abajo, tuve que reconocer que los métodos de Clay tenían otra ventaja. Cuanto más se conocía su reputación, menos tenía que hacer para mantenerla. No había chillidos que helaran la sangre mientras Clay interrogaba a Cain. En las cuatro largas horas de interrogatorio, escuché tres gruñidos de dolor cuando Clay presumiblemente golpeó a Cain por no responder. Que Clay estuviera allí parado y saber lo que podía hacer bastaba para hacer a hablar a Cain.

De los tres callejeros con experiencia en Bear Valley, Zachary Cain era la peor opción como informante. Los planes que Daniel y Marsten se hubieran dignado comentarle se habían perdido en el desierto de su cerebro. Según Cain, Jimmy Koenig también era parte del "alzamiento revolucionario", pero aún no había aparecido.

Cain se había sumado a ellos porque quería liberarse de la tiranía, frase sin duda asimilada por haber visto Corazón valiente demasiadas veces. Como dijo Cain de modo tan elocuente, estaba "cansado de tener que mirar para atrás cada vez que meaba para el lado equivocado". Como la Jauría nunca se interesaba en los hábitos urinarios de los callejeros. Supuse que aludía a que luchaba por su derecho a matar seres humanos sin temor a represalias. Cosa que estoy segura de que está cubierta por las subcláusulas para licántropos de la Constitución de los Estados Unidos- Según Cain, Koenig quería lo mismo: exterminar a la Jauría, del mismo modo que los asesinos sueñan con eliminar a la policía Por algún motivo, estaban convencidos de que si se terminaba la Jauría tendrían más libertad para ejercer el canibalismo sin temor a represalia. Daniel, como siempre, tenía planes más grandiosos. Quería liquidar a la Jauría y crear la suya propia. Probablemente pensando en alguna forma de mafia de licántropos. Cain no tenía claros los detalles y no le interesaba. En cuanto a Marsten, Cain no sabía por qué se les había unido. Y tampoco le importaba.

En cuanto a los nuevos reclutas, Daniel había ideado el plan. Había hecho investigaciones, encontrado a los sujetos y cumplido con el papel psicópata del Padrino: Les hizo una oferta que no pudieron rechazar. Si lo ayudaban a eliminar a unos cuantos viejos enemigos, les garantizarla el cuerpo del asesino perfecto. Ninguno se negó. A partir de allí, Daniel había asignado un recluta a cada uno de sus camaradas. Daniel se había hecho cargo de dos, mordiendo y entrenando a Thomas Le Blanc y al callejero que Jeremy había matado en la emboscada. Marsten se había hecho cargo de Scott Brandon. Aún no conocíamos al protegido de Cain. Aparentemente era un hombre llamado Victor Olson, que se había quedado esperando en el auto el día que Cain nos hizo perseguirlo por el bosque. Jeremy le preguntó a Cain qué habla hecho Olson en su vida humana. Ésa era la pregunta que habría hecho yo, y creo que Jeremy sólo la hizo para darme el gusto… y porque sabía que estaba escuchando. Cain no tenía en claro los detalles, porque le interesaba tan poco el pasado de Olson como cualquier otra cosa que no le concerniera directamente. Sólo sabía que Olson había estado preso por "meterse con un par de chicas y matar a una de ellas. Eso sonaba a violador en ascenso hacia el tipo de asesino que era Thomas Le Blanc. No era exactamente un asesino experimentado, pero Daniel debe de haber visto un potencial en él, ya que había enviado a Cain hasta Arizona para sacarlo a Olson de la cárcel.

Como Cain ya estaba filera de circulación, quedaban dos callejeros experimentados y dos nuevos. ¿Verdad? Ojalá. Como dije, Koenig aún no había llegado. Su recluta se recuperaba de haber sido mordido, pero pronto estarán en Bear Valley. Luchar contra esos tipos era como enfrentarse con una Hidra. Cada vez que cortábamos una cabeza, aparecían unas cuantas más. Clay trató de sacarle más cosas a Cain, pero no insistió mucho. Hasta entonces Cain no había tratado de guardarse nada, así que no era probable que empezara a hacerlo ahora. Su vida estaba en juego. Diría absolutamente todo con tal de salvarse de la tortura, aunque eso significara condenar a muerte a sus compañeros de conspiración. La lealtad de un callejero era algo que elevaba el espíritu.

Eran pasadas las diez cuando Jeremy subió. Vino al estudio donde yo estaba acurrucada en su silla.

– ¿Algo más? -preguntó.

Sacudí la cabeza y volvió abajo. Hubo un grito, un sonido apagado, mitad furia, mitad ruego. Luego silencio. Segundos más tarde, se abrió la puerta del Sótano y escuché los pasos de Jeremy yendo hacia el patio trasero. Sabía que debía dejarlo sólo por un rato. Cuando se abrió la puerta por segunda vez, saqué la cabeza del estudio. Clay se frotaba la cara con una mano. Tenía la camisa llena de gotas de sangre. Se veía exhausto, como si se hubiese pasado las últimas cuatro horas aporreando a Cain en vez de quedarse callado y amenazante. Al verme, logró sonreír apenas.

– Ey.

– ¿Listo? -pregunté.

– Sí. Está muerto. Lo sacaremos mañana. Ahora está en la jaula. -Se frotó la nuca. ¿Comiste?

Sacudí la cabeza.

– Tonio hizo un estofado. ¿Quieres? -pregunté.

– En este momento quiero bañarme, pero si calientas la cena, bajaré antes de que esté lista. Jeremy no va tener hambre por un rato, así que tendrás que comer conmigo. ¿Está bien?

Asentí y él subió las escaleras.

Una hora más tarde, Clay y yo entramos al estudio y encontramos a Jeremy allí, recostado en su silla con los ojos cerrados. Los abrió a medias cuando entramos.

– lo siento -dije-. ¿Quieres que nos vayamos?

Con su mano sana nos indicó que entráramos, luego volvió a cerrar los ojos. Yo me senté en el sofá mientras Clay preparaba unos tragos. Dejó uno junto a Jeremy, pero él no se movió.

– Así que tenemos cuatro en el pueblo -le dije a Clay cuando se sentó a mi lado-. Más otros dos en camino. La cosa es qué haremos.