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Me lancé hacia delante, al costado del auto. Mis uñas rasparon el pavimento. A medio camino mis piernas se trabaron y caí de cara al suelo, Todos los músculos de mis brazos y piernas tuvieron espasmos simultáneos. Salió un aullido de agonía de mi garganta. Apreté los dientes. Mis codos se me salían de las órbitas por el dolor. Demasiado tarde para revertir el Cambio. Ya había pasado el punto medio, ir hacia delante llevaría menos tiempo que volver atrás. Concentré mi energía en terminar, alimentándome de miedo. Por fin, la última fase me produjo una oleada de agonía tan terrible que me desmayé. Me despabilé en cuanto mí hocico dio en el pavimento, luego quedé boca abajo, jadeando y tratando de respirar. No quería moverme. Podía escuchar sus pasos que se acercaban. Me había oído. Sabía aproximadamente dónde estaba y reducía el área de búsqueda. Por un momento me sentí demasiado exhausta como para que me importara. Entonces giré la cabeza y vi a la mujer muerta. Con gran esfuerzo me puse de pie y comencé a correr.

Abandoné toda idea de escapar con cautela y sigilo, dominada por la necesidad de alejarme lo más rápido posible. Salí de entre los autos al camino abierto y corrí a toda velocidad. No me puse a escuchar ruidos de persecución. No podía gastar energía en eso. Puse todo lo que tenía en correr. Escuché vagamente un grito. Y luego un disparo. Luego otro. Los dos pasaron sobre mi cabeza No anduve más lento ni cambié de dirección. Me cerré a todo y seguí adelante. Finalmente se terminó la fila de autos. Estaba en un camino. Alguien tocó una bocina. Pasó un ventarrón de un camión que agitó mi piel. Sin embargo, no reduje la marcha. Al otro lado del camino había dos edificios. Corrí entre ellos, sin saber a dónde iba, sólo que tenía que escapar.

Al emerger entre los dos edificios, escuché un grito. Mi nombre. Alguien me llamaba. El sonido venía de cerca. Corrí más rápido. De pronto un muro de ladrillos. Traté de detenerme, pero demasiado tarde. Me deslicé y di contra el muro. Detrás de mi, Le Blanc seguía corriendo, gritando mi nombre. Me puse de pie y me di vuelta a tiempo de ver la figura de mi perseguidor. No había tiempo de escapar. No había terminado de girar y ya me lancé contra él. Mientras yo iba en el aire, se llevó el brazo a la garganta para cubrirse. Le di en el pecho y caímos Alcé la cabeza y le mostré los dientes. Al intentar morder, la niebla roja de pánico que me enceguecía se desvaneció y vi a quién tenía debajo. No era Le Blanc. Era Clay

Me contuve justo a tiempo. El cambio de dirección me lanzó de costado. Cuando intenté pararme, Clay me tomó y me sostuvo. Susurró algo, pero no entendí. Al ver que no comprendía, esperó un segundo y volvió a hablar, lentamente.

– Se ha ido – dijo- No te preocupes. Se ha ido.

Vacilé y miré entre los dos edificios, segura de que Le Blanc aparecería en cualquier momento, pistola en mano. Clay sacudió la cabeza

Se fue, cariño. Cuando cruzaste el camino se fue. Demasiado público.

Seguí esperando y temblando. Clay hundió sus manos en mi piel y trató de acercarme a él, pero me resistí. Teníamos que estar listos para correr. Empezó a decir algo cuando escuché pasos haciendo eco. Me puse de pie de un salto, pero Clay me retuvo. Jeremy, Antonio y Nick dieron la vuelta al edificio. Me quedé un momento parada, con las piernas temblando, olfateando para asegurarme de que los ojos no me engañaran. Sí, estaban ahí. Todos. Estaba a salvo. Esperé un segundo y me dejé caer al suelo.

PROMESA

Clay se sentó a mi lado en el camino de regreso a Stonehaven. Yo seguía temblorosa, tal vez conmocionada, pero él no trató de acercarse o consolarme. Sabía que no debía hacerlo. En cambio, me tomó de la mano y me miraba de tanto en tanto, viendo si quería hablar. Yo no quería hacerlo.

Casi habíamos llegado a casa cuando Clay quebró el silencio, indinándose para llamar la atención de Jeremy que iba adelante.

– No nos dijiste qué exigió Daniel -dijo-. Quiere a Elena, ¿verdad?

– Sí – dijo Jeremy suavemente, sin darse vuelta.

Antonio salió de la carretera.

– Es como un secuestrador de aviones que pide diez mil millones de dólares. Sabía que ni siquiera lo íbamos a pensar, así que es una manrra de decir que no negocia.

– No es sólo eso -dijo Clay-. Nos está alertando. Sabe que no le entregaremos a Elena. Nos está avisando de su próxima movida. Quiere atraparla.

Jeremy asintió.

– Si me hubiera dado cuenta hace unas horas nos hubiéramos salvado de correr un riesgo muy serio. Pensó, igual que Tonio, que sólo estaba diciendo que no iba a negociar

Nick se inclinó sobre el respaldo de nuestro asiento desde su lugar en la parte de atrás.

– ¿Entonces ese callejero en el aeropuerto intentaba secuestrar a Elena?

– No -dije-. Trataba de matarme.

– Un callejero no haría eso, Elena -empezó a decir Jeremy-. Eres demasiado valiosa viva. Puede haberte parecido…

– No estuviste allí. Había una mujer caminando apurada por el estacionamiento. Él creyó que era yo y le hizo un agujero en la cabeza. No fue un tiro para dominarla Fue una ejecución.

La mano de Clay apreté la mía. Jeremy se recostó en el asiente, Nadie habló al menos por cinco minutos.

– ¿Por qué haría eso? -preguntó-. Si Daniel te quiere viva, ¿por qué trataría de matarte?

– Porque a Le Blanc no le importa un carajo lo que quiere Daniel -dije-. Quizá sea porque es nuevo o porque ha estado matando por su cuenta tanto tiempo, la cosa es que no parece que tenga el instinto de obedecer a un lobo más fuerte.

– ¿Pero por qué matarte? -dijo Nick-. Como dice Jeremy, a esos callejeros nuevos no les interesa esta pelea, fuera de lo que le hayan prometido a Daniel. Si Daniel no te quiere muerta, ¿por qué se tomaría el trabajo de tratar de matarte?

– Thomas Le Blanc persigue a las mujeres. Las tortura y las viola y las mata. Los hombres así odian a las mujeres y se sienten amenazados fácilmente. Yo lo olvidé. Después de todo lo que dije de que no había que tratar a hombres así igual que a otros callejeros, hice exactamente eso. Lo humillé en la comisaría, me burlé de él, lo insulté y le quebré la muñeca delante de Marsten. Ahora quiere dominarme. Tiene que hacerlo.

Clay frotó su pulgar en mi muñeca, pero no dijo nada. Y nadie abrió la boca

Cuando llegamos Stenehaven, fui a mi cuarto. Nadie intenté detenerme. Mientras subía las escaleras, escuché a Clay detrás, pero no dije nada. Fui basta mi cuarto y dejé la puerta abierta. La cerró él al entrar. Llegué a mitad de camino en la cama y me detuve. Me quedé allí con Clay parado detrás en silencio. Sentí un gusano frío recorriendo mi cuerpo y comencé a temblar. Tragué el aire y cerré los ojos, tratando de controlar el miedo. Estaba bien, Estaba en casa y a salvo. Y casi me habían matado. El temor recorrió todo mi cuerpo, mezclado con ira y odio, todo se fundió en algo rojo fuego. Quería arrojarme a la cama y ocultarme bajo las mantas, Quería lanzar algo contra la pared y verlo estallar. Quería volver junto a esos callejeros y gritarles: «¡Cómo se atreven!"

Cuando miré a Clay, vi mis emociones reflejadas en su rostro, la ira y el odio y algo tan extraño que apenas si lo reconocí, un fantasma oculto a medias detrás de sus ojos. Miedo. Extendió la mano y me aplasté contra él. Volví mí rostro hacia el suyo, encontré sus labios y lo besé. Se abrieron sus labios. Lo besé más fuerte, cerrando los ojos y apretándome contra é. Al besarlo, una chispa de vida penetró en mi cerebro muerto. Lo perseguí, besándolo más fuerte, más profundo, aplastando mi cuerpo contra el suyo. La chispa se convirtió en llama y todos mis sentidos volvieron a la vida. El mundo se alejó y todo lo que podía sentir, todo lo que quería sentir, era él. Lo probé, lo olí, lo vi, lo escuché, lo sentí y gocé de esas sensaciones como quien sale de un coma.