Richie lo descubre y jura matar a Tommy.
Tommy se ríe de la amenaza; dice que a Richie le faltan agallas.
Richie va a Bakersfield y compra un arma. Le sorprenden vendiendo droga; Dudley Smith intercede, pero no consigue convencer al fiscal para que retire los cargos. Richie Herrick, sentenciado a Chino: 1955.
Tommy jura que le matará cuando salga. Sabe que Lucille, su puta personal, está muy enamorada de él. Richie jura matar a Tommy: ha degradado a su posible hermana a la que él ama castamente.
Lucille se lanza: prostituta, bailarina ante la ventana, provocadora de hombres. Phil Herrick intenta apartarla de todo eso (Lucille podría ser hija suya). Su primer encuentro es una cita callejera. Lucille accede sólo por burlarse de él.
Pero su buen trato la sorprende: el posible papá se parece más a Richie que a Tommy. Los encuentros continúan: siempre de charla, siempre jugando. Phil Herrick y Lucille: tal vez amantes papá/hija, tal vez meros fulano y prostituta.
Y Madge y Joan se hicieron amigas. Se protegieron de la locura juntas: tiempo fugitivo pasado en simples charlas. Confidentes: años de refugio parcial.
Richie escapó de Chino, con el único propósito de vigilar/fisgar a Lucille. Joan y Richie intercambiaron cartas; Richie le contó que un amigo a punto de salir en libertad provisional le vengaría sin dolor. El hombre parecía tener cierta influencia sobre Richie; éste jamás había revelado su nombre.
Joan se había suicidado hacía nueve meses; la locura había estallado de golpe. Lucille no sabía que Richie la espiaba; Tommy leyó los informes de Junior Stemmons y dio por sentado que el mirón era Richie. Juró matarlo; temía que algún hombre de Exley diera antes con él. Lucille le encontró: el billete a la salvación para los dos en una aguja.
Pañuelos de papel en el suelo. Madge hizo trizas toda una caja.
– ¿Usted diría que eso es «todo», teniente?
– No lo sé.
– Entonces, es usted un hombre muy curioso.
– ¿Le dice algo el nombre de Wylie Bullock?
– No.
– ¿Quién mató a Junior Stemmons?
– Yo. Estaba metiéndole miedo a Abe Voldrich en una de nuestras tiendas. Temí que descubriera la verdad sobre Richie y Lucille y quise protegerlos. Lo ataqué de la manera más imprudente y Abe lo inmovilizó. Sabíamos que Dudley nos protegería si lo matábamos y Abe sabía que Stemmons era un adicto.
– De modo que Abe le puso la sobredosis y le dejó en el Bido Lito's.
– Sí.
– Usted se lo dijo a Tommy y él prendió fuego al local. Y, como había rondado por allí, tenía miedo de que encontrásemos alguna prueba contra él.
– Sí. Y no siento en absoluto lo de ese joven Stemmons. Creo que lo pasaba tan mal como Richie y Lucille.
Vacié los bolsillos. Grandes puñados de billetes.
– Resulta usted infantil, teniente. El dinero no hará que J.C. y Tommy desaparezcan.
53
«TODO» = «MÁS» = «BULLOCK».
De vuelta al cámping de remolques. Un Packard de dos tonos en el aparcamiento. Detuve el coche detrás de él, resoplando humo.
Voces, unas pisadas en la grava.
Una humareda espesa; salí de ella tosiendo. Exley y dos hombres de Asuntos Internos, armados con fusiles.
«Todo», igual a «más», igual a…
Humos, polvo de grava. Guardaespaldas con armas largas, Exley sudando dentro de un traje a medida.
– Bullock mató a los Herrick y revolvió la casa de los Kafesjian. ¿Cómo ha sabido…?
– Llamé a Chino y conseguí mi lista, teniente. La mujer del despacho del alcaide me dijo que parecía usted loco por Bullock.
– Vamos a por él. Y eche de aquí a esos chicos. Sé que Bullock tiene algo sobre Dudley.
– Ustedes, esperen aquí. Fenner, dele su fusil al teniente.
Fenner me lo arrojó. Cargué una bala en la recámara.
– Muy bien, pues -dijo Exley.
Ya:
Echamos a correr: la tercera fila, el sexto remolque. Unos civiles nos miraron boquiabiertos. El Airstream: murmullo de radio, la puerta abierta…
Entré apuntando; Exley se coló detrás de mí. A tres palmos, Wylie Bullock en una silla de jardín.
El tipejo, blando.
Sonriente.
Levantando las manos poco a poco, como le gusta a la policía.
Extendiendo los diez dedos: sin tretas.
Le metí el cañón del fusil bajo el mentón.
Exley le esposó las manos a la espalda.
El murmullo de la radio: Starfire 88 en Yeakel Olds.
– Señor Bullock, queda detenido por los asesinatos de Phillip, Laura y Christine Herrick. Soy el jefe de Detectives del LAPD y me gustaría interrogarle aquí, primero.
El cubil del monstruo: fotos del Playboy, un colchón. Bullock: camiseta de los Dodgers, ojos pardos y tranquilos. Le animé a hablar:
– Sé lo tuyo con Richie Herrick. Sé que le dijiste que le vengarías con los Kafesjian, y apuesto a que conoces el nombre de Dudley Smith.
– Quiero una celda para mí solo y panqueques para desayunar. Si me dicen que sí a eso, hablaremos aquí.
– Haz como si nos contaras una historia.
– ¿Por qué? A los policías les gusta hacer preguntas.
– Esto es distinto.
– ¿Panqueques y salchichas?
– Claro. Todos los días.
Sillas en círculo; la puerta, cerrada. Sin preguntas y respuestas, sin libretas de notas. El maníaco habla:
Junio, 1937. Wylie Bullock, casi doce años: «Apenas era un chiquillo, ¿comprenden?»
Hijo único; padres buenos… pero pobres. «Nuestro piso no era mayor que este remolque y cenábamos todas las noches en una cantina porque daban segundas raciones gratis de fiambre.»
22 de junio:
Un ciego loco entra en la taberna. Disparos de escopeta recortada al azar: sus padres quedan destrozados.
«Me hospitalizaron porque sufrí una especie de shock.»
Luego, casas en adopción -«unas buenas, otras no tanto»-, sueños de venganza faltos de un malo (el pistolero ciego se había suicidado). Escuelas profesionales, buena mano para las cámaras: «El bueno de Wylie ha nacido para fotógrafo.» Trabajos de cámara, y una curiosidad: 22/6/37, ¿por qué?
Wylie, detective aficionado; no dejaba de fastidiar a los policías. Para quitárselo de encima «repetían que el expediente del caso se había perdido».
Estudio de periódicos: el sargento Dudley Smith, encargado de la investigación. Llamadas a Smith, ahora teniente: ninguna respuesta.
Rondó aquella taberna. Los rumores rondaban también el lugar: una partida de licor en mal estado había causado la ceguera del pistolero. Siguió los rumores: ¿quién vendía whisky adulterado en el 37?
Pistas malas durante años: «Imposible de comprobar, ¿saben?» Dos rumores persistentes: «alcohol cortado con disolvente de limpieza en seco» y «ese tipo armenio, J.C.»
Wylie hizo una asociación lógica: las tiendas de la cadena E-Z Kleen/J.C. Kafesjian. «No tenía pruebas, pero parecía clarísimo. Tenía un álbum de recortes del caso del ciego y tenía la foto del sargento Smith del año 37.»
«Se estaba convirtiendo en una obsesión.»
Alimentando esa obsesión,trabajos de cámara. Ilegales: «Tomaba fotos guarras y las vendía a marineros y marines de San Diego.»
El centro de su obsesión: los Kafesjian.
«Estuve, digamos, rondando en torno a ellos. Descubrí que
J.C. y Tommy vendían droga y tenían conexiones con la policía. Lucille era una chica de la calle y Tommy, un vicioso. Era casi como si fuese mi familia natural. Tommy era compañero de Richie y los dos tocaban música de jazz de auténtica pena. Yo los seguía, en esa época, y vi que tenían una gran pelea acerca de Lucille. A Richie lo trincaron vendiendo droga en Bakersfield, le cayó una sentencia en Chino y un día, en una tienda de la cadena E-Z Kleen, oí a Tommy decirle a Abe Voldrich que, cuando saliera, Richie era carne muerta.»