– La carnada era el cráneo. Como te dije, tú ibas a estar allí para que todo pareciera creíble. Necesitaba que pensaran que nuestro viaje era lo suficientemente importante como para que nos siguieran.
– Usted quería que nos siguieran. ¡Quería que se acercaran lo suficiente como para que hubiera una excusa válida para arrojar ese ataúd fuera de la limusina!
Logan asintió.
– Tenían que creer que solamente por desesperación iba a renunciar a ese cráneo. Tenía pensado ser yo el que lo arrojara, pero después hirieron a Gil y tuve que conducir.
– Y Gil me dijo que lo hiciera. ¡Caray, usted hasta discutió conmigo por eso!
– Pensé que sería la mejor forma de que lo hicieras. Estabas tan enojada conmigo que hubieras hecho todo lo contrario de lo que te decía.
– Y usted hubiera permitido que Gil y yo muriéramos para engañarlos.
– Yo también estaba en el coche.
– Si se quiere suicidar, es asunto suyo. No tenía derecho de poner en peligro a nadie más.
– Me pareció que era la única solución.
– ¿Solución? ¡Por el amor de Dios, está tan obsesionado con esos asuntos políticos que no le importó nada armar una farsa que casi nos mata a todos!
– Tenía que conseguir que te dieran tiempo.
– Entonces lo que hizo fue en vano. -Lo fulminó con la mirada. -Si cree que voy a hacer este trabajo ahora, está loco. Tengo ganas de estrangularlo y sepultarlo aquí mismo junto a Randolph Barrett. -Dio media vuelta y se alejó. -No, me gustaría sepultarlo en algún lado donde nadie pudiera encontrarlo jamás. Se lo merece, por canalla y por insensible.
– Eve.
Ella no le prestó atención y echó a andar colina abajo.
– Tienes todo el derecho de estar furiosa conmigo, pero hay cosas que debes considerar. ¿Me permites aclarar la situación para que puedas…?
Eve apuró el paso. Ya empezaba a tratar de manejarla otra vez, el desgraciado. Loco del diablo, siempre tramando cosas.
Se encontró con Margaret en las escaleras, cuando se dirigía a su dormitorio.
– Gil está durmiendo. Creo que…
– Consígueme un coche y un vuelo -le dijo con aspereza-. Me voy.
– Caray, parece que John no estuvo demasiado persuasivo. -Margaret hizo una mueca. -No puedo decir que te culpo, pero ten confianza en John, él…
– Olvídalo. Consígueme un pasaje en el primer vuelo.
– Tendré que hablarlo con John.
– O me sacas de aquí o me voy caminando hasta Atlanta. -Cerró la puerta de un golpe, encendió la luz y se dirigió al placard. Sacó la maleta, la arrojó sobre la cama y fue hacia la cómoda.
– Tienes que escucharme -dijo Logan en voz baja desde la puerta-. Sé que es difícil ver las cosas con claridad cuando uno está alterado, pero no puedo dejarte ir hasta que sepas en qué estás metida.
– No me interesa nada de lo que tenga para decir. -Eve arrojó toda su ropa interior dentro de la valija. -¿Por qué voy a escucharlo? Seguramente son todas mentiras. Ha perdido toda su credibilidad. Me engañó y casi consigue que me maten.
– Pero no te mataron. Lo que menos quiero es que te maten.
Eve volvió a la cómoda y abrió otro cajón.
– De acuerdo, exploremos la situación. No pensaste que lo que quería que hicieras era lo suficientemente peligroso como para que alguien tuviera problemas. Al parecer, te equivocaste. Esos tipos querían el cráneo y estaban dispuestos a matar por él. Por lo tanto, al igual que yo, creen que es de extrema importancia.
Eve arrojó el contenido del segundo cajón dentro de la maleta.
– No es Kennedy.
– Entonces demuéstraselo. Y demuéstramelo a mí también.
– Váyase al diablo. No tengo que demostrarle nada a nadie.
– Lamentablemente, creo que sí.
Eve se volvió hacia Logan y lo enfrentó.
– De ninguna manera.
– Tienes que hacerlo, si quieres seguir con vida. -Hizo una pausa. -Y si quieres que tu madre siga con vida.
Eve se puso rígida.
– ¿Me está amenazando?
– ¿Quién, yo? En absoluto. Solamente te digo cómo son las cosas. La situación ha llegado a un punto en que solamente tienes dos opciones: demostrar que tengo razón y dejar que me lance detrás de esos crápulas con pruebas, o demostrar que estoy equivocado y presentarte ante los medios para librarte de todos nosotros. -La miró directamente a los ojos. -Porque la alternativa es que te pongan en la mira y te maten. No les importa si la historia de Donnelli es verdad o no. No van a querer correr el riesgo, directamente.
– Puedo conseguir protección policial.
– Sí, tal vez eso ayude por un tiempo. Pero no es una solución permanente.
– Y puedo hacer que Joe lo haga comparecer a usted para declarar. No tengo más que contarles todo esto.
– Y yo me las arreglaré para zafar, fresco y perfumado como una rosa. Para eso están los abogados. No quiero pelear contigo, Eve -dijo en tono serio-. Quiero mantenerte con vida.
– Qué pavada. Quiere exactamente lo que quiso desde el principio.
– Sí, pero una cosa no excluye la otra. Lo que sucedió en el laboratorio fue una advertencia, pero lo que pasó hoy deja en claro que se han sacado los guantes.
– Puede ser.
– Escúchame y ponte a pensar seriamente. -La miró y luego sacudió la cabeza. -No puedo atravesar tu barrera de rechazo, ¿verdad? Bueno, entonces te diré algo que no tenía pensado decirte: ya están eliminando a otros testigos. Tres personas fueron asesinadas en los últimos días.
– ¿Testigos?
– El caso ha estado lleno de muertes inexplicables desde el asesinato de Kennedy. Debes de haber leído algo sobre eso. -Hizo una pausa. -Y ahora todo ha comenzado de nuevo. Es por eso que esta noche quise provocar una distracción. Tenía esperanzas de que los asesinatos cesaran si lograra crear otro foco de atención.
– ¿Por qué iba a creerle?
– Te puedo dar los nombres y direcciones de las víctimas para que los verifiques con la policía. Te juro por Dios que estoy diciendo la verdad.
Eve le creyó. Hubiera preferido no creerle, porque sus palabras la habían sacudido.
– No hay ninguna razón para que le hagan algo a mi madre.
– Sí, la razón de que atacándola a ella llegan a ti. Si no logran esto, podrían utilizarla a ella como amenaza o como advertencia, igual que hicieron con el gato en tu laboratorio.
Sangre. Recordó el terror y el horror que sintió al ver los destrozos. Sin duda Logan había querido que lo recordara, pero no era necesario. Tenía la imagen grabada a fuego en la mente y no podía eliminarla de allí.
– Todo el tiempo habla de "ellos" Ya estoy harta de andar a ciegas. ¿Quiénes eran esos hombres que nos siguieron esta noche? ¿Quién es el que está detrás de todo esto?
Logan tardó un instante en responder.
– El hombre que está digitando todo en este momento es James Timwick. ¿Te suena su nombre?
Eve negó con la cabeza.
– Es un pez gordo del Departamento del Tesoro.
– ¿Y estuvo aquí hoy?
– No, no sé quiénes eran esos hombres. Probablemente no tienen ninguna función gubernamental. Timwick no dejaría que pudieran relacionarlos con él. En una conspiración como ésta, cuantas menos personas sepan la verdad, más cubierto estará él. Sería mucho más fácil para él si pudiera utilizar todo el poder del gobierno, pero apuesto a que son matones contratados.
Matones contratados. Todo parecía sacado de una película del Oeste de cuarta categoría.
– ¿Y quién destruyó mi laboratorio?
– Gil dice que pudo haber sido Albert Fiske. Ya ha trabajado para Timwick antes.
Fiske. Ese espectáculo de sangre y horror ahora tenía nombre.