Fiske colgó el teléfono. Doce horas más y sabría quiénes serían los blancos: Doprel… o Logan y Duncan. Estos últimos representaban un desafío mucho más interesante, pero la verdad era que estaba hasta la coronilla de Doprel. No lo aguantaba más.
BARRETT HOUSE
JUEVES, 06:45
Alisa la arcilla.
Con delicadeza.
Con sensibilidad.
Deja que las puntas de los dedos se muevan como si tuvieran voluntad propia.
No pienses.
Ayúdame, Jimmy.
La arcilla estaba fría, pero Eve sentía las puntas de los dedos tibias, casi calientes, mientras moldeaban y alisaban.
Orejas genéricas. No tenía idea si habían sido protuberantes o si los lóbulos habían sido más largos.
Una nariz más larga y más fina.
¿Boca?
Genérica, otra vez. Sabía cuál era el ancho, pero no la forma. Hizo los labios cerrados, sin expresión.
Ojos.
Tan importantes. Tan difíciles. Sin medidas posibles y con muy pocos indicadores científicos. Bueno, no te apures. Estudia la forma y el ángulo de las órbitas. El tamaño de los globos oculares era casi siempre igual y había muy poca diferencia entre un niño y un adulto. ¿Debía ponerle a Jimmy ojos protuberantes, hundidos, o buscar un término medio? El ángulo de las órbitas y el hueso superior la ayudarían a decidir.
Pero todavía no. Los ojos eran siempre un factor determinante. La mayoría de los escultores forenses trabajaban de arriba abajo y hacían los ojos casi al principio. Eve nunca había podido hacer eso. Descubrió que tenía tendencia a apresurarse todavía más si los ojos la miraban.
Llévame a casa.
Más liso alrededor del pómulo. No demasiado profundo.
No mires la cara como un todo. Toma cada sección y cada facción por separado.
Alisa.
Rellena.
Más despacio. Todavía no puedes dejarte ir. No permitas que la mente guíe completamente las manos. No construyas imágenes mentales. Construye, nada más. Las medidas siguen siendo fundamentales. Contrólalas otra vez.
Ancho de nariz, 32 mm. Correcto.
Proyección de nariz, 19 mm. Correcto.
Altura de labio, 14 mm. No, tenían que ser 12. Baja el labio superior, por lo general es más fino que el inferior.
Rellena alrededor de la boca, hay un músculo importante allí. Dales más forma a las fosas nasales.
Una hendidura a cada lado de la nariz. ¿De qué profundidad?
¿Qué importancia tenía? Nadie nunca reconocía a alguien por una arruga.
Profundiza el área alrededor del labio inferior.
¿Por qué? No tiene importancia. Hazlo.
Alisa.
Moldea.
Rellena.
Arruguitas alrededor de los ojos. Y de la boca.
Estaba trabajando a toda prisa ahora. Las manos volaban por sobre la cara de Jimmy.
Ya casi había terminado.
¿Quién eres, Jimmy? Ayúdame. Ya casi estamos. Te tomaremos una fotografía, la haremos circular y alguien te llevará a casa.
Alisa.
Moldea.
Detente, no exageres.
Dio un paso atrás y exhaló. Había hecho todo lo que podía hacer.
Menos los ojos.
¿De qué color serían? Logan seguramente iba a preferir que utilizara ojos azules. Los ojos de Kennedy eran tan famosos como sonrisa. Al diablo con Logan. Este no era Kennedy… Además ¿por qué iba a darle el gusto a Logan? Dio otro paso atrás y por primera vez se permitió contemplar el rostro en su totalidad. Utilizaría los ojos marrones que siempre…-¡Dios todopoderoso!
Se quedó paralizada, contemplando la cara que había creado. Sintió como si le hubieran dado un puntapié en el estómago.
No.
Era mentira.
Caminó lenta y pesadamente hacia la mesa donde estaba el maletín con los ojos. Los globos oculares brillaban ante sus ojos… Azules, marrones, grises, pardos, verdes.
Tomó el estuche y lo llevó hasta el pedestal.
Estaba exhausta, la mente podía estar jugándole una mala pasada. Los ojos harían que todo fuera diferente. Marrones. Ponle ojos marrones.
Con mano temblorosa, tomó el primer ojo y lo insertó en la cavidad izquierda. Luego tomó el segundo y lo colocó en la derecha.
– Esos no son los ojos que van -dijo Logan desde un rincón-. Y tú lo sabes muy bien, Eve.
Rígida, se quedó mirando los ojos oscuros.
– No, no lo sé.
– Ponle los ojos que corresponden.
– Se trata de un error. Me debo de haber equivocado en algo.
– No eres una persona que se permite equivocaciones. Vamos, sabes qué ojos son los que van con esa cara.
Eve retiró los ojos marrones y los guardó en el estuche. Se quedó mirando sin ver los otros ojos que tenía adelante.
– Vamos, Eve, sabes cuáles tienes que usar.
– ¡De acuerdo! -Extendió la mano, tomó los ojos y los insertó con violencia en las cuencas.
– Ahora da un paso atrás y míralo.
Eve retrocedió. Era increíble. Santo Dios, no podía ser verdad.
Pero no cabía ninguna duda.
– ¡Maldito canalla! -Le temblaba la voz; no podía apartar la vista de los ojos grises. Empezó a temblar, sentía como si la Tierra entera estuviera temblando sobre su eje. -Es Ben Chadbourne. El Presidente.
CHEVY CHASE
– ¿Y bien? -preguntó Doprel en tono avinagrado-. ¿Es el terrorista que buscaban?
Timwick se quedó mirando el cráneo.
– ¿Está seguro de que ésta es una representación correcta?
– Sí. ¿Puedo volverme a Nueva York, entonces?
– Sí, gracias por su trabajo. Haré que lo lleven en coche de inmediato. Como es natural, no dirá una palabra sobre este asunto. No queremos una filtración en seguridad.
– No tengo deseo alguno de hablar sobre este trabajo. No fue precisamente uno de los mejores momentos de mi carrera. Iré a preparar mis cosas. -Doprel salió de la habitación.
– ¿Lo llevo yo? -preguntó Fiske desde donde estaba parado, justo detrás de Timwick.
– No. -Timwick se apartó del busto. -El cráneo es un engaño. Doprel ya no tiene ninguna importancia. Lo enviaré de vuelta con otro. Tengo más trabajo para ti y tenemos que darnos prisa. -Se dirigió al teléfono. -Déjame solo, tengo que hacer llamadas.
Esperó hasta que Fiske hubiera salido de la habitación y luego marcó el número seguro de la Casa Blanca.
– No es él. Tiene la misma edad y la misma estructura facial, pero no es él.
BARRETT HOUSE
– Me mintió -susurró Eve y giró para enfrentar a Logan-. ¡Me mintió!
– Sí. Es la última mentira que te diré, Eve.
– ¿Y piensa que le voy a creer? Cada vez que me vuelvo, descubro que me ha mentido otra vez. En ningún momento pensó que era Kennedy. Por Dios, hasta puso todos esos libros e informes sobre Kennedy en el escritorio nada más para que creyera lo que usted quería que creyera. Era todo un invento alocado.
– No había nada de alocado. Me esmeré mucho para que la mentira fuera creíble. Tenía que tapar el hecho de que estaba investigando lo que Donnelli había alegado. Por eso sembré las pistas falsas sobre Kennedy. Para que no supieran si realmente sospechaba algo o era un loco de atar. Hasta comencé a buscar discretamente un escultor forense, la persona que pudiera revelarme si había algo de verdad en lo que decía Donnelli.
– Sí.
– Así es, tú eras la pieza clave que necesitaba.
La mirada de Eve volvió a posarse en el cráneo de Jimmy. No, ya no era Jimmy. Se trataba de Ben Chadbourne, el Presidente de Estados Unidos. Eve sacudió la cabeza.
– Es una locura. Cuando me contó lo que sucedió en la funeraria de Donnelli, supuse que había sido hace años. Era lo que usted quería que pensara ¿no es así?