arecía consolarla. Cipriano Algor paró la furgoneta, Subid, dijo, no mandó a Encontrado al asiento trasero porque sabía que ellos querrían estar juntos. Marta intentaba enjugarse las lágrimas mientras Marcial le iba diciendo, No te aflijas, sabes cómo son, si yo hubiera adivinado que iba a pasar esto no te hubiera traído, Qué ha pasado, preguntó Cipriano Algor, Lo mismo que el otro día, que quieren vivir en el Centro, que lo merecen más que otras personas, que ya es hora de que disfruten de la vida, no les importó nada que Marta estuviera allí, fue una escena realmente deplorable, lo siento. Esta vez Cipriano Algor no repitió que estaba dispuesto a cambiarse con ellos, sería como garrapatear un dolor nuevo en una herida vieja, sólo preguntó, Y cómo acabó la discusión, Les dije que el apartamento que me ha sido asignado es, básicamente, para un matrimonio con un hijo, que como mucho se puede admitir la presencia de una persona más de la familia si para su instalación se utiliza un pequeño compartimento que en principio está destinado a desván, pero dos personas nunca, porque no cabrían, Y ellos, Quisieron saber qué sucedería si tenemos más hijos, y yo les respondí con la verdad, que en ese caso el Centro nos mudaría a un apartamento mayor, y ellos preguntaron que por qué motivo no lo pueden hacer ya, teniendo en cuenta que los padres del guarda residente también pretenden vivir con él, Y tú, Les dije que la pretensión no había sido presentada a su debido tiempo, que hay reglas, plazos, reglamentos que cumplir, pero que tal vez más adelante sea posible volver a estudiar el asunto, Conseguiste convencerlos, No creo, en todo caso la idea de que más tarde podrán mudarse al Centro les mejoró ligeramente el humor, Hasta la próxima ocasión, Sí, la prueba es que no dejaron de decirme que la culpa de que el asunto no se hubiera tratado a tiempo no era de ellos, Tus padres no tienen nada de tontos, Sobre todo mi madre, en el fondo esta guerra es mucho más de ella que de él, siempre ha sido dura de roer. Marta había dejado de llorar, Y tú, cómo te sientes, la pregunta era de Cipriano Algor, Humillada y avergonzada, primero fue la humillación de tener que asistir a una discusión que iba contra mí directamente, pero en la que no podía intervenir, ahora lo que siento es vergüenza, Explícate, Querámoslo o no, ellos tienen tanto derecho como nosotros, somos nosotros quienes estamos torciendo las cosas para que no puedan irse al Centro, Nosotros, no, yo, cortó Marcial, soy yo quien no quiere vivir con mis padres, tú y tu padre no tenéis nada que ver en esto, Pero somos cómplices de una injusticia, Yo sé que mi actitud parecerá censurable vista desde fuera, pero la he tomado de libre y consciente voluntad para evitar mayores males, si yo mismo no quiero vivir con mis padres, mucho menos querré que mi mujer y mi hijo tengan que sufrirlos, el amor une, pero no a todos, hasta puede suceder que los motivos de unos para la unión sean precisamente los motivos de otros para la desunión, Y cómo puedes tener tú la seguridad de que nuestros motivos se inclinan hacia el lado de la unión, preguntó Cipriano Algor, Sólo hay una razón para que yo me sienta feliz de no ser su hijo, respondió Marcial, Déjame adivinarla, No es difícil, Porque si lo fueses no estarías casado con Marta, Exactamente, adivinó. Se rieron ambos. Y Marta dijo, Espero que a esta altura mi hijo ya haya tomado la sabia decisión de nacer hija, Por qué, preguntó Marcial, Porque la pobre madre no tendría fuerzas para soportar sola y desamparada la suficiencia del padre y del abuelo. Se repitió la risa, felizmente no pasaban por allí los padres de Marcial, pensarían que los Algores se reían a su costa, engañando al hijo hasta el punto de que también se riera de aquellos que le habían dado el ser. Las últimas casas del pueblo habían quedado atrás. Encontrado ladró de alegría al ver surgir en lo alto de la cuesta el tejado de la alfarería, el moral, la parte de arriba de una pared lateral del horno. Dicen los entendidos que viajar es importantísimo para la formación del espíritu, sin embargo no es preciso ser una luminaria del intelecto para comprender que los espíritus, por muy viajeros que sean, necesitan volver de vez en cuando a casa porque sólo en ella consiguen alcanzar y mantener una idea pasablemente satisfactoria acerca de sí mismos. Marta dijo, Vamos hablando de incompatibilidades familiares, de vergüenzas, de humillaciones, de vanidades, de monótonas y mezquinas ambiciones, y no tenemos un pensamiento para este pobre animal que no puede imaginar que de aquí a diez días ya no estará con nosotros. Yo sí pienso, dijo Marcial. Cipriano Algor no habló. Soltó la mano derecha del volante y, como le haría a un niño, la pasó por la cabeza del perro. Cuando la furgoneta paró junto al alpendre de la leña, Marta fue la primera en salir, Voy a hacer el almuerzo, dijo. Encontrado no esperó que abriesen su puerta, se escabulló entre los dos asientos delanteros, saltó sobre las piernas de Marcial y salió disparado hacia el horno, con la vejiga súbitamente sobresaltada reclamando urgente satisfacción. Marcial dijo, Ahora que estamos solos, cuénteme cómo ha sido la entrega de la mercancía, Sin novedad, como de costumbre, entregué los albaranes, descargué las cajas, se hizo el recuento, el empleado que atendía examinó los muñecos uno por uno y no encontró nada mal, ninguno estaba roto, y las pinturas no tenían ningún desconchón, hiciste un excelente trabajo cuando los embalaste, Nada más, Por qué lo preguntas, Desde ayer tengo la impresión de que está escondiendo algo, Te he contado lo que pasó, sin ocultar nada, En este momento no me refería a la entrega de la mercancía, me ronda esta idea desde que me recogió en el Centro, Entonces, a qué te refieres, No sé, estoy a la espera de que me explique, por ejemplo, los enigmáticos sobrentendidos de la conversación de ayer noche, durante la cena. Cipriano Algor se quedó callado, tamborileaba con los dedos sobre el arco del volante, como si estuviera decidiendo, según fuera par o impar el número final del redoble, qué respuesta daría. Finalmente dijo, Ven conmigo. Salió de la furgoneta y, seguido de Marcial, avanzó hacia el horno. Tenía ya la mano puesta en uno de los tiradores de los cierres, pero se detuvo un instante y pidió, No le dirás a Marta una sola palabra de lo que vas a oír, Lo prometo, Ni una sola palabra, Ya lo he prometido. Cipriano Algor abrió la puerta del horno. La claridad del día hizo aparecer bruscamente las estatuillas agrupadas y alineadas, ciegas por la oscuridad, antes, ciegas por la luz, ahora. Cipriano Algor dijo, Es posible, es incluso muy probable, que estos trescientos muñecos no lleguen a salir de aquí, Y eso, por qué, preguntó Marcial, El departamento de compras decidió hacer un sondeo de mercado para evaluar el grado de interés de los clientes, los muñecos que les he llevado hoy servirán para eso, Un sondeo por unas figurillas de barro, preguntó Marcial, Así me lo explicó uno de los subjefes, Aquel que le tenía tirria, No, otro, uno con aire simpático, sonriente, uno que habla con nosotros como si se nos quisiera meter en el corazón. Marcial pensó un poco y dijo, En el fondo, es indiferente, nos da lo mismo, de cualquier modo ya estaremos viviendo en el Centro de aquí a diez días, Crees, de verdad, que es indiferente, que nos da lo mismo, preguntó el suegro, Mire, si el resultado del sondeo sale positivo habrá tiempo para acabar estas figurillas y entregarlas, pero el resto del pedido, como es lógico, será automáticamente cancelado por el hecho irrefutable de que la alfarería dejará de fabricar, Y si el resultado es negativo, Pues entonces dan ganas de decir que mejor todavía, se evitan, usted y Marta, el trabajo de tener que cocer los muñecos y pintarlos. Cipriano Algor cerró despacio la puerta del horno y dijo, Olvidas algunos aspectos de la cuestión, es verdad que insignificantes, Cuáles, Olvidas la bofetada que supone que te rechacen el fruto de tu trabajo, olvidas que si no fuera por la casualidad de que estos nefastos sucesos coinciden con la mudanza al Centro estaríamos en la misma situación en que nos encontramos cuando dejaron de comprarnos las lozas, y ahora sin la esperanza absurda de que unos ridículos muñecos de barro todavía nos puedan salvar la vida, Es con lo que es con lo que tenemos que vivir, no con lo que sería o podría haber sido, Admirable y pacífica filosofía esa tuya, Perdone si no soy capaz de llegar a más, Yo tampoco llego muy lejos, pero nací con una cabeza que sufre la incurable enfermedad de justamente preocuparse con lo que sería o podría haber sido, Y qué ha ganado con esa preocupación, preguntó Marcial, Tienes razón, nada, como tú muy bien me has recordado es con lo que es con lo que tenemos que vivir, no con las fantasías de lo que podría haber sido, si fuese. Aliviado ya de la urgencia fisiológica y con las piernas desentorpecidas por las carreras desatinadas que dio por las cercanías, Encontrado se aproximó moviendo el rabo, muestra habitual de alegría y cordialidad, pero que, esta vez, teniendo en cuenta la aproximación de la hora del almuerzo, significaba otra imperiosa necesidad del cuerpo. Cipriano Algor lo acarició, torciéndole levemente una oreja, Tenemos que esperar a que Marta nos llame, muchacho, no estaría bien que el perro de la casa coma antes que sus dueños, hay que respetar la jerarquía, dijo. Después, a Marcial, como si la idea se le hubiese ocurrido en ese instante, Encenderé hoy el horno, Dijo que sólo lo encendería mañana, cuando regresase del Centro, Lo he pensado mejor, será una manera de estar ocupado mientras descansáis, o, si preferís, aprovecháis la furgoneta y dais un paseo, probablemente, después de la mudanza, no os apetecerá salir de la casa nueva tan pronto, y menos aún por estos lugares, Si vendremos aquí, o no, y cuándo, es un asunto que ya se verá, lo que quiero que me diga es si realmente cree que soy hombre para salir de paseo con Marta y dejarlo solo echando leña en el fogón, Puedo hacerlo sin ayuda, Claro que sí, pero, ya puestos, si no le importa, a mí también me gustaría ser parte activa en esta última vez que se enciende el horno, si es que va a ser la última vez, Comenzaremos después del almuerzo, si es eso lo que quieres, De acuerdo, Recuerda, por favor, ni una palabra sobre el asunto del sondeo, Quédese tranquilo. Con el perro detrás se encaminaron a la casa, y estaban a pocos metros cuando Marta apareció ante la puerta de la cocina, Venía a llamarlos, dijo, el almuerzo está listo, Primero voy a darle de comer al perro, el viaje le ha abierto el apetito, dijo el padre, Su comida está allí, apuntó Marta. Cipriano Algor tomó el cazo y dijo, Ven conmigo, Encontrado, menos mal que no eres una persona, si lo fueses ya habrías empezado a desconfiar de los cuidados y atenciones con que últimamente te estamos tratando. El cuenco de Encontrado estaba, como siempre, al lado de la caseta, y hacia ella se dirigió Cipriano Algor. Vertió el contenido del cazo dentro y se quedó un momento viendo comer al perro. En la cocina, Marcial decía, Vamos a encender el horno después del almuerzo, Hoy, se extrañó Marta, Tu padre no quiere dejar trabajo para mañana, No había prisa, teníamos tres días de descanso, El sabrá sus razones, Y, como de costumbre, sus razones sólo él las conoce. Marcial consideró preferible no responder, la boca es un órgano que será de más confianza cuanto más silencioso se mantenga. Poco después Cipriano Algor entró en la cocina. La comida ya estaba en la mesa, Marta servía. Poco después el padre dirá, Encenderemos el horno hoy, y Marta responderá, Ya lo sé, Marcial me lo ha dicho.