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Los preparativos del viaje ocuparon todo el día siguiente. Primero de una casa, luego de otra, Marta e Isaura escogieron lo que consideraron necesario para un viaje que no tenía destino conocido y que no se sabe cómo ni dónde terminará. La furgoneta fue cargada por los hombres, auxiliados por los ladridos de estímulo de Encontrado, nada inquieto hoy con lo que era, con claridad total, una nueva mudanza, porque en su cabeza de perro ni siquiera podría entrar la idea de que pretendieran abandonarlo por segunda vez. La mañana de la partida apareció con el cielo grisáceo, había llovido por la noche, en la explanada se veían, aquí y allí, pequeñas pozas de agua, y el moral, para siempre agarrado a la tierra, todavía goteaba. Vamos, preguntó Marcial, Vamos, dijo Marta. Subieron a la furgoneta, los dos hombres delante, las dos mujeres atrás, con Encontrado en medio, y cuando Marcial iba a poner el coche en movimiento, Cipriano Algor dijo bruscamente, Espera. Salió de la furgoneta y dirigió los pasos al horno, Adonde va, preguntó Marta, Qué irá a hacer, murmuró Isaura. La puerta del horno fue abierta, Cipriano Algor entró. Poco después salió, venía en mangas de camisa y se servía de la chaqueta para transportar algo pesado, unos cuantos muñecos, no podría ser otra cosa, Quiere llevárselos de recuerdo, dijo Marcial, pero se equivocaba, Cipriano Algor se aproximó a la puerta de la casa y comenzó a disponer las estatuillas en el suelo, de pie, firmes en la tierra mojada, y cuando las colocó a todas, volvió al horno, en ese momento ya los otros viajeros habían bajado de la furgoneta, ninguno hizo preguntas, uno a uno entraron también en el horno y fueron sacando los muñecos al aire libre, Isaura corrió a la furgoneta para buscar un cesto, un saco, cualquier cosa, y las figurillas iban poco a poco ocupando el espacio frente a la casa, y entonces Cipriano Algor entró en la alfarería y retiró con cuidado de la estantería las figurillas defectuosas que había juntado, y las unió a sus hermanas correctas y sanas, con la lluvia se convertirán en barro, y después en polvo cuando el sol las seque, pero ése es el destino de todos nosotros, ahora ya no es delante de la casa donde las figurillas están de guardia, también defienden la entrada de la alfarería, al final serán más de trescientos muñecos mirando de frente, payasos, bufones, esquimales, mandarines, enfermeras, asirios de barbas, hasta ahora Encontrado no ha derribado ninguno, Encontrado es un perro consciente, sensible, casi humano, no necesita que le expliquen lo que está pasando aquí. Cipriano Algor cerró la puerta del horno, dijo, Ahora podemos irnos. La furgoneta hizo la maniobra y bajó la cuesta. Llegando a la carretera giró a la izquierda. Marta lloraba con los ojos secos, Isaura la abrazaba, mientras Encontrado se enroscaba en una esquina del asiento por no saber a quién acudir. Algunos kilómetros andados, Marcial dijo, Escribiré a mis padres cuando paremos para almorzar. Y luego, dirigiéndose a Isaura y al suegro, Había un cartel, de esos grandes, en la fachada del Centro, a que no son capaces de adivinar lo que decía, preguntó, No tenemos ni idea, respondieron ambos, y entonces Marcial dijo, como si recitase, EN BREVE, APERTURA AL PÚBLICO DE LA CAVERNA DE PLATÓN, ATRACCIÓN EXCLUSIVA, ÚNICA EN EL MUNDO, COMPRE YA SU ENTRADA.