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En cuanto a otros deseos, en esta ocasión, los míos, necesito agradecerle a mi mujer Maite su cariño y apoyo durante los siete años que ha durado esta aventura, y durante los casi veinte que hace que nos conocemos. También a mis padres y hermanos (sobre todo, a ti, Javier) por su interés y sus desvelos.

Por último, no podría dejar de agradecer los elogios que Carlos García Gual, catedrático de filología griega en la complutense de Madrid, escritor, ensayista y crítico, además de editor de la revista Historia de National Geographic, vertió sobre el primer manuscrito. Sus consejos, por lo demás, directos y certeros, contribuyeron a pulir la historia, y sus palabras de ánimo me ayudaron en este difícil camino. También quisiera mencionar a mi hija Lidia, a Juan Montesa, mi mejor amigo, y a Antonio Penedés, escritor de generosidad impagable cuya opinión me encauzó hacia mis actuales agentes, Ramón Conesa y Gloria Masdeu, de la agencia Carmen Balcells, a quienes felicito por su magnífica labor y su excelente comportamiento. Y por supuesto, por su confianza casi abrumadora, a Carmen Pinilla, a Rene Strien, mi editor alemán, y a Lucía Luengo, mi editora en Ediciones B.

Para todos ellos y, sobre todo, para mis lectores, mi eterno agradecimiento.

Antonio Garrido

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