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– Ya es suficiente. Le diré al doctor que te meta en casa. -Se dio media vuelta y entró.

– Montas bastante bien -le dijo Frankie a Kilmer-. No creí que Samson te dejaría montarlo. ¿Sabe mamá que lo estás montando?

– Se lo dije. -Kilmer hizo una mueca-. Bueno, se lo pregunté. Creo que pensaba que Samson me tiraría al suelo.

– Pero ella me dijo que sabías de caballos.

– Lo que ella me enseñó en un curso intensivo hace nueve años. Creo que entonces era un jinete bastante razonable, pero no estoy seguro de acordarme de todo. -Dio una palmadita en el cuello de Samson-. No soy como tu madre; no sé leerles el pensamiento. Pero sé lo esencial, y resulta que puedo montar caballos que son un poco asustadizos. Grace dice que se sienten a salvo conmigo.

– ¿Mamá te enseño? -Frankie espoleó a Gypsy y lo puso al galope por el campo. Kilmer la siguió haciendo lo propio-. ¿Por qué?

– No estábamos seguros de si iba a necesitar tener ciertos conocimientos básicos sobre los caballos. La misión que íbamos a realizar podría hacerlos necesarios.

– Misión. -Frankie se rió tontamente-. Suena importante… y divertido.

– Supongo que sí.

La sonrisa de la niña se desvaneció.

– Pero no es divertido. Donavan estaba en una misión, ¿verdad? Y casi muere. Tú también podrías haber muerto. Mamá estaba preocupada.

– ¿Lo estaba?

La niña asintió con la cabeza.

– Y yo también. Pero ella prometió que iría y te rescataría si te encontrabas en apuros.

– Eso es… interesante.

– Eso significa que, después de todo, le gustas, ¿no te parece? Y debisteis ser amigos alguna vez si te enseñó a montar a caballo.

– ¿Adónde quieres ir a parar, Frankie?

– A veces, tengo que dejar sola a mamá. Bueno, no exactamente sola. No es mi intención hacerlo, pero cuando la música… No puedo traerla conmigo a la música. -Se mordió el labio inferior-. Me dijo que no estaba sola, pero eso fue antes de que Charlie muriera. No quiero que se sienta sola, Jake.

– ¿Y?

– Que tú… me gustas. Viniste a ayudarla cuando estábamos en apuros. Ella también te debe de gustar. Sólo quiero que evites que se sienta sola. No tienes que estar en medio todo el tiempo, sólo de vez en cuando.

¡Joder!, ¿hasta qué punto se puede uno llegar a emocionar? Kilmer se quedó sin habla durante un minuto.

– Tú también me gustas, Frankie. Pero no estoy seguro de que a tu madre le gustara saber que me estás explicando todo esto.

Ella sonrió, burlona.

– Yo tampoco lo estoy. Diría que no es asunto mío. Pero sí es asunto mío. Igual que lo es tuyo.

– Formáis un gran equipo.

Frankie asintió con la cabeza.

– Sí. Mira, no quiero hacerte sentir mal si no quieres quedarte por aquí, pero yo tengo que cuidar de mamá. -De pronto, tuvo una idea-. Cuando mamá te enseñó a montar a caballo, ¿se suponía que tendrías que montar uno de aquellos caballos blancos de los que me hablaste? ¿Los que me dijiste que eran como rayos y truenos?

– Sí.

– Pero nunca sucedió… Estuve pensando en esos caballos después de que habláramos. Los caballos blancos son preciosos. ¿Has oído hablar alguna vez del Mustang Blanco que nunca galopaba?

– Me temo que no.

– Nadie sabe si el Mustang es o no una leyenda, pero se le ha visto desde las Montañas Rocosas al Río Grande. Hay quien dice que salvó la vida de una niña que se había perdido.

– Sabes mucho sobre caballos famosos, ¿verdad?

– Claro. Mamá me contó muchas cosas sobre ellos, y me regaló un libro sobre el tema cuando tenía seis años. Una de mis historias favoritas es la de Shotgun. Sólo era un pequeño poni, pero se metió en un mar embravecido para rescatar un bote salvavidas lleno de náufragos. Y también venía Bucéfalo.

– ¿Cómo?

– ¿Lo he pronunciado bien? Era el semental negro de Alejandro Magno. Alejandro dio nombre incluso a una ciudad. ¿No es guay?

– Muy guay.

– Y no sabemos el nombre de la yegua de Paul Reveré. Aunque algunas personas creen que era Brown Beauty. Pero a mí me parece que ella fue tan heroica como Paul Reveré. Después de todo ella fue la que…

Esa noche, Blockman siguió a Kilmer hasta el porche después de cenar.

– Stolz dice que Nevins puede ser la filtración.

– ¿El pirado de la informática?

Blockman asintió con la cabeza.

– Es posible. Dice que echará un vistazo por ahí y verá si puede encontrar algo definitivo, y que me volverá a llamar mañana. Pero esto no es urgente, ¿verdad? No hay nada que filtrar. North no sabe dónde estamos.

– Sí es urgente. Cualquiera que esté buscando a Grace y a Frankie lo hace urgente.

– Lo compruebo todas las noches. -Cambió de tema-. Esta mañana te vi con Frankie. Gran chiquilla, ¿verdad?

Kilmer asintió con la cabeza.

Blockman se rió entre dientes.

– Por lo que veo, no tienes ganas de entrar en detalles. -Empezó a bajar los escalones-. Y ya hay demasiada tensión en el ambiente. Creo que iré hasta el barracón y veré si hay alguna partida de póquer. Tus chicos siempre tienen montada una.

¿Tensión? Y que lo digas, pensó Kilmer mientras observaba a Blockman atravesar despreocupadamente el patio. Esos días parecía estar conviviendo con la tensión. Tensión por Marvot, tensión por la Pareja, tensión por Grace.

Se oyó una música procedente del salón; Frankie empezaba a tocar una sonata. Qué agradable. Solía tocar por la noche, si no estaba componiendo. Kilmer se había acostumbrado a sentarse solo allí fuera y escuchar hasta que Frankie se iba a acostar. Le habría gustado contemplar su cara mientras tocaba, pero estaba empezando a resultar condenadamente difícil…

– Frankie quiere saber si te está echando.

Kilmer se volvió y vio a Grace en la entrada.

– ¿Qué?

– No es tonta. Se da cuenta de que pasan cosas. Siempre sales aquí nada más terminar de cenar. Y se preguntaba si debía de tocar el teclado, si es que te molesta.

– Pues claro que deber tocar. Hablaré con ella mañana.

Grace titubeó.

– Habláis mucho, ¿verdad?

Kilmer sonrió.

– Supongo que intento recuperar el tiempo perdido. No es que eso sea posible, pero…

– No, no lo es. -Ella hizo una pausa-. Por eso dije que estaba bien que llegaras a conocerla. No tienes ni idea de lo que te has perdido.

– Sí que la tengo. -Guardó silencio un momento-. Pero podrías contarme algo. ¿Cuándo te diste cuenta de que Frankie no era una niña normal?

– No sé. Cuando tenía tres años, quizá. Fue entonces cuando descubrió el viejo piano que Charlie tenía en el salón. Incluso cuando era más pequeña, parecía estar escuchando algo que los demás no podíamos oír. Pero entonces descubrió que lo que tenía dentro podía salir. Charlie y yo nos quedamos sin habla. No sabíamos qué hacer. Entonces, decidí que lo que no era natural para las demás personas era perfectamente natural para Frankie, y que tenía que aceptarlo y hacer que se sintiera feliz y cómoda con ello.

– Hiciste un buen trabajo.

– Lo intenté. Espero haber acertado.

Kilmer guardó silencio durante un instante.

– Está preocupada por ti. Cree que te sientes sola.

Grace se puso tensa.

– ¿Te lo ha dicho ella?

Él se rió entre dientes.

– Creo que está buscando una niñera de mamas para cuando ella esté trabajando en su música. Me aseguró que no sería un trabajo a tiempo completo.

– ¡Ah!, ¿fuiste el elegido?

– Me sentí muy honrado de que pensara en mí. Me sorprendió que no escogiera a Blockman; supongo que pensó que él está muy ocupado. Y todo el mundo sabe que yo no hago más que andar por ahí y dar órdenes. -Levantó la mano cuando Grace abrió la boca para hablar-. Lo sé. No tienes que decir nada. Soy consciente de que crees que no estoy cualificado.