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– ¡Hostia!

– Eso fue lo que pensé -dijo Donavan con gravedad-. La pregunta es: ¿podría Nevins conseguirlo?

– Stolz dice que es un genio. No querría correr ese riesgo. -A toda prisa, repasó mentalmente todas las posibilidades-. Él ya no está interesado en Stolz porque se dio cuenta de que podía enfocar el problema de otra manera. Pero Nevins ya tenía lo que necesitaba de él. Probablemente sabía a qué hora llamaba Blockman. Y aunque no pudiera rastrear las llamadas, podía captar la señal.

– Y dejar que Operaciones 751 se ocupara de ello. ¿Es demasiado tarde?

– Tal vez sí. -Kilmer se estaba vistiendo a toda prisa-. Todo depende de cuánto haya adelantado Nevins esta noche a las nueve. Llama al barracón y que los chicos se pongan en movimiento. Y dile a Blockman que quiero que suba a toda pastilla.

– ¿Y Grace y Frankie?

– Yo las despertaré. ¡Por Dios! Te aseguro que no tengo ningunas ganas. -Fue hasta la ventana y escudriñó la oscuridad-. No hay luces en la carretera. Pero podrían venir por el aire. Muévete, Donavan.

¡Una mano le estaba tapando la boca!

Grace abrió los párpados al mismo tiempo que el canto de su mano se dirigía a la garganta de la borrosa figura que se inclinaba sobre ella.

Kilmer le agarró la mano antes de que alcanzara su cuello.

– Chist -susurró-. Procura no asustar a Frankie. Levántate y dile que tenemos que salir de aquí. Ahora.

El corazón fe dio un vuelco a causa del pánico. Grace apartó bruscamente la mano de Kilmer de sus labios.

– ¿Y qué voy a hacer para no asustarla? ¿Marvot?

– ¿Mamá? -Frankie estaba sentada en la cama-. ¿Pasa algo?

– Sí. -Grace ya se había levantado y se estaba vistiendo a toda prisa-. Vístete. Deprisa.

La niña apartó la colcha y saltó de la cama sin apartar la mirada de Kilmer.

– ¿Qué sucede, Jake?

– No estoy seguro. Tal vez nada. Sólo quiero tomar precauciones. -Se agachó delante de ella-. Hay una vieja cabaña de cazadores en las montañas. Voy a enviaros a ti y a tu madre y a vuestro amigo Robert allí arriba durante un día o así. No os va suceder nada, te lo prometo.

– ¿Por qué no vienes tú?

– Es mejor que permanezca aquí para haceros saber cuándo podéis volver. -Se levantó-. Ahora date prisa. Robert debe de estar esperándoos abajo.

– Vale. -Frankie corrió a la cómoda y empezó a sacar su ropa.

La frustración pugnaba con el pánico mientras Grace bajaba la mochila del armario empotrado. ¡Maldición!, la había hecho sólo hacía unos días. ¿Cuándo terminaría aquello?

– ¿A qué viene tanta prisa? -le preguntó a Kilmer en un tono de voz inaudible para Frankie-. ¿Qué sucede?

– Puede que la Operación 751 sea la Operación 75132 -dijo-. Es un satélite lanzado por la Inteligencia del Ejército hace dos años. Se supone que para reunir información militar a fin de proteger a Estados Unidos de los ataques terroristas. Un vehículo espía de bella factura con todo tipo de adornos. Es absolutamente capaz de captar una señal y centrarla en cualquier ubicación del mundo si se le apunta en la dirección correcta. -Hizo una pausa-. Y como todo lo demás en nuestro mundo moderno, está controlada por ordenadores.

Ordenadores.

– Nevins -susurró Grace-. Pero ¿cómo podría hacerse con su control? ¿Cómo sería eso posible?

– Es un genio. Ha habido piratas informáticos de instituto que se han metido en espacios militares de alto secreto sin ningún problema. Nevins es más listo, tiene más experiencia y está más motivado. Sin duda alguna es posible. No sé si lo ha hecho todavía o sí hemos tenido suerte. No voy a correr ningún riesgo. -Empezó a dirigirse a la puerta-. Salid de aquí, Grace. No sé cuánto… ¡Mierda!

Ellas también lo oyeron.

Rotores. Un helicóptero.

– ¡Fuera! -Kilmer cogió a Frankie en brazos y empezó a correr hacia la puerta-. Tíralo todo. Muévete.

Grace ya corría por el pasillo y bajaba las escaleras.

Robert esperaba al pie de las escaleras.

– El jeep está aparcado en la parte trasera. -Cogió a Frankie de la mano cuando Kilmer la puso en el suelo y se dirigió a la puerta de la cocina a grandes zancadas-. Kilmer, ¿es realmente segura esa cabaña?

– Está en el culo del mundo. Un día o dos. Para entonces debería poder reunirme con vosotros.

El ruido de los rotores era más fuerte y más bajo cuando llegaron al vehículo.

– No contaré con ello -dijo Robert-. Si no me llamas dentro de doce horas, buscaré otro lugar para llevarlas.

Quería decir que Kilmer podría estar muerto al cabo de doce horas, pensó Grace, petrificada. Levantó la vista al cielo nocturno y vio las luces blanco azuladas del helicóptero. Se volvió hacia Kilmer.

– ¿Qué vas a hacer?

– Llévatelas de aquí. -Levantó a Frankie en vilo para meterla en el jeep-. ¿Qué más? -Retrocedió-. Muévete, Blockman. No enciendas las luces. Sácalas de aquí antes de que os vean. Y pase lo que pase, no te pares.

Una lluvia de balas procedente del helicóptero barrió la casa.

La ventana de uno de los dormitorios estalló y los cristales llovieron sobre el techo del todoterreno.

«¿Sácalas de aquí?», pensó frenéticamente Grace. Lo que estaba disparando el helicóptero era munición militar. Tendrían que esquivar aquellas balas mientras esperaban a que el helicóptero se acercara lo suficiente para tener su oportunidad.

Miró por encima del hombro cuando Robert salió disparado por la carretera. Las balas del helicóptero estaban haciendo trizas el patio del establo, y gracias al haz de luz procedente de la aeronave, Grace pudo ver hombres moviéndose, corriendo, escondiéndose.

– Mamá… -Frankie se acurrucó más cerca-. ¿Y qué pasa con Jake?

– Estará bien. -¡Dios santo!, confiaba en estar diciendo la verdad. No deseaba otra cosa que saltar del vehículo y volver corriendo a la casa, que en ese momento estaba llena de agujeros de balas-. Sabe lo que hace.

– Pero no lo veo.

Ni ella tampoco. Y el helicóptero ya estaba más cerca del suelo, y las luces iluminaban la escena con una claridad diurna.

– ¿Quieres que lo intente? -preguntó Donavan.

– No, lo haré yo. -Kilmer ajustó la mira del cañón de su Springfield-. Claro que, sí quieres ayudar, puedes distraerlos atravesando el patio del establo corriendo.

– Muy gracioso. Mejor que sea pronto. Calculo que harán una pasada más para hacer todo el daño que puedan. Aterrizarán fuera de nuestro alcance en uno de los cercados, y saldrán en tropel de ese cacharro a toda pastilla.

– Qué gran negligencia por mi parte no tener un lanzador de misiles tierra-aire. Siento hacerte esperar.

– Deberías sentirlo. Después de mi reciente experiencia en El Tariq, mis nervios se encuentran en un estado muy delicado. Así que hazlo…

– Vuelven.

Inteligente. Se estaban moviendo deprisa y cambiaban de dirección en cada asalto. En esa ocasión se estaban acercando desde el norte. Si el helicóptero no se desviaba del curso que seguía en ese momento, Kilmer debería conseguir un blanco fácil en el depósito de combustible.

Un disparo.

– Mejor que aciertes -murmuró Donavan-. O nunca me oirás contar el final.

– ¡Vaya novedad!

Un acercamiento rápido. Disparar un poco por delante del blanco…

El helicóptero explotó con una brutal detonación que iluminó el cielo nocturno.

Grace rodeó con fuerza a Frankie con un brazo.

– Alcanzados.

La niña miró de hito en hito los restos llameantes que caían en picado al suelo.

– ¿Ya está a salvo Jake?

– Creo que sí. -Grace supuso que no debía mostrar la brutal satisfacción que sentía delante de Frankie. A la mierda con eso. Era lo que estaba sintiendo. Podría explicárselo más tarde-. Al menos, un poco más seguro.

– Entonces ¿podemos volver?