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– Se lo mereció.

– Tuve muchos problemas para convencerlo de eso. Quería atarle las piernas a tu hija y tirarla a la mar. No admira el valor como lo admiro yo.

– No le hagas daño.

– ¿Estás suplicando?

Grace cerró la mano con fuerza sobre el teléfono.

– Sí, estoy suplicando.

– Pensé que estarías dispuesta a suplicar por tu hija. Tengo un hijo, y sé cómo tienden a ablandarnos. Tengo que luchar contra eso a cada instante. Y dime, ¿está Kilmer igual de preocupado?

– No. ¿Por qué debería estarlo?

– Grace, ¿de verdad crees que no pagaría por saberlo todo acerca de ti? ¿Incluido el nombre del padre de tu hija? Aunque no me sorprendería que no estuviera sufriendo tanto como tú; no ha tenido nuestra experiencia de educar a un hijo. Ver nacer a un niño y saber que tu sangre corre por sus venas es diferente.

– ¿Cómo puedo recuperar a mi hija?

– Tienes que terminar el trabajo que empezaste. Creo que ya sabías que ése sería el precio.

– No sé qué quieres de mí. Nunca lo supe.

– Quiero que domes a la Pareja. Quiero que te quieran. Quiero que te obedezcan. Quiero que sean felices de que los montes, siempre que se te antoje.

– ¿Por qué?

– Eso no es algo que deba preocuparte.

– ¿Y si hacemos un trato? Yo me entrego, y tú le entregas a Frankie a Kilmer.

– No hay trato. Os tendré a las dos. Al principio, me enfadé mucho con Hanley por no atraparos a las dos. Pero pensándolo bien, creo que tal vez sea mejor de esta manera. Si os hubiera cogido a las dos, entonces tendría que tratar con Kilmer. Habría venido como una fiera tras tus pasos. Es un hombre con instinto de guerrero y con sus propios planes. Y podría anteponer esos planes a la vida de tu hija. Comprendo el conflicto. Pero no permitirás que eso ocurra; tú te encargarás de controlar a Kilmer. No vas a dejarle que actúe con excesiva precipitación y me obligue a matar a tu pequeña. ¿Verdad?

– Sí, es cierto.

– Entonces, podemos seguir con nuestros planes. Vendrás a El Tariq inmediatamente. Y Kilmer no hará nada. ¿Está claro?

– Está claro.

– Si detecto el más mínimo rastro de él o de alguno de sus hombres, entregaré a tu pequeña Frankie a mis hombres para que la violen, y luego la mataré con mis propias manos. ¿Has entendido?

Grace cerró los ojos.

– Lo he entendido.

– Entonces, estaré encantado de verte y presentarte a mi hijo. Estoy impaciente por verte con la Pareja. -Colgó.

– ¿Y bien? -preguntó Kilmer.

– Me voy a El Tariq inmediatamente. Si interfieres de alguna manera, Frankie morirá después de ser violada por sus sicarios.

Él masculló una maldición.

– No puedes ir. Déjamelo a mí.

– ¡Y un cuerno! Marvot no se tira faroles. -Le sostuvo la mirada-. Lo sabes tan bien como yo.

Él cerró los puños en los costados.

– Sabes que si te metes en esa ratonera, moriréis las dos.

– Kilmer.

Él respiró hondo y asintió con la cabeza.

– De acuerdo, tenemos que proteger a Frankie. No voy a discutir eso.

– Mejor que no lo hagas. Marvot me dijo que tienes instinto de guerrero. Y tiene razón. Pero lo vas a reprimir, o que Dios me proteja, porque te mataré yo misma. -Se levantó. Le temblaban las rodillas, y tuvo que alargar la mano para agarrarse al respaldo del sillón y evitar caerse-. No le va a ocurrir nada a Frankie.

Kilmer la miró de hito en hito durante un instante antes de decir en voz baja:

– Sabes que tu marcha va a ser un aplazamiento temporal. Una vez que le hayas dado lo que quiere, no os dejará seguir con vida a ninguna de las dos.

– Ni siquiera lo ofreció -dijo Grace amargamente-. Sabía que iría, porque había una posibilidad de que yo pudiera retrasar lo inevitable.

– O la esperanza de que pudieras salvarla.

– No es una esperanza. Es lo que va a ocurrir. -¡Por Dios!, tenía ganas de vomitar. No podía dejar de imaginarse a Frankie con aquellos bastardos. Tenía que impedirlo. Pero no podía pensar estando tan asustada-. Tiene que ocurrir.

– Estás temblando. ¿Quieres que te prepare una copa?

Ella negó con la cabeza.

– Café. Solo. Voy a ir al baño a mojarme la cara con agua.

Kilmer asintió con la cabeza sin dejar de mirarla fijamente.

– Buena idea.

Frankie…

Consiguió llegar al baño justo antes de vomitar. ¡Oh, Dios!

– Todo va bien. -Kilmer estaba a su lado, sujetándola con firmeza mientras ella respiraba agitadamente.

– Vete.

– Ni hablar. -La sujetó con más fuerza-. Nunca más. ¿Has terminado?

Grace asintió con la cabeza.

Él hizo que se volviera hacia el lavabo.

– Inclínate. -Kilmer tiró de la cadena, cogió una manopla y la mojó. Con suavidad, le fue lavando la cara, tiró la manopla y la abrazó-. Agárrate a mí.

Ella negó con la cabeza.

– No estoy débil. No puedo estarlo.

– ¿Quién dijo que lo estés? Necesito que alguien me agarre. -Su voz era ronca-. ¿Crees que estás sola en esto? Quiero… a esa niña. Y tengo muchas posibilidades de perderos a las dos.

Estaba temblando. Grace nunca había conocido a un Kilmer tan traumatizado. Le rodeó lentamente con los brazos.

– Estoy tan asustada -susurró.

– Yo también. -Escondió la cara en el pelo de Grace-. Un guerrero… ¡mierda! No voy hacer ningún movimiento que pueda perjudicarla. Sólo quiero manteneros vivas.

Grace quería quedarse allí, a salvo. Temía lo que se avecinaba. Pero Frankie no estaba a salvo ni segura.

Se apartó.

– Entonces, deberíamos encontrar una manera de hacerlo. -Intentó controlar su voz-. Sal de aquí y deja que me lave la boca.

Él titubeó, mirándola fijamente. Luego se apartó.

– Diez minutos.

– Has tardado más de diez minutos. -Kilmer levantó la cabeza cuando ella entró en la cocina.

– Estaba arriba, metiendo algunas cosas en una maleta.

Él le sirvió el café.

– ¿Algún arma?

Ella negó con la cabeza.

– Marvot hará que me registren. Dejaré que la coloques cuando la necesite.

Kilmer se quedó quieto.

– ¿Yo? ¿Se me va a permitir ayudar?

– No intentes camelarme. Sabes que, si pudieras encontrar la manera de hacer un movimiento, no te mantendrías al margen.

– Un movimiento seguro -le corrigió él.

– Confío en ti. -Grace se humedeció los labios-. Tengo que confiar en ti. No puedo sacarla de allí yo sola. Pero yo seré quien tenga la última palabra. No hagas nada hasta que te haga saber que ella no corre peligro.

– ¿Y cómo vas a hacer eso?

– Vas a tener a alguien vigilándome. He metido en la maleta cuatro camisas de algodón azules y una caqui. Si me pongo la camisa caqui, será señal de que va a ocurrir algo, un cambio, quizá un intento de huida. En ese momento deberías estar alerta.

– ¿Un intento de huida? ¿En El Tariq?

Grace reflexionó sobre ello.

– Tal vez. Aunque después de que sacaras a Donavan de allí, va a ser difícil. Quizá eso sea señal de que vamos a ir a aquel oasis del desierto. No puedo estar segura de que Marvot no nos lleve allí.

– ¿Y si Marvot decide dejar a Frankie en El Tariq?

Ella negó con la cabeza.

– No se lo permitiré. Buscaré la manera. Limítate a estar preparado.

– Estaré preparado. -Kilmer bajó la vista a su taza de café-. ¿Algo más?

– Sí. Tengo que saber todo lo que averiguaste sobre la Pareja. Se acabaron los secretos, Kilmer.

– No hay ningún secreto. Te lo habría contado en cualquier ocasión que me lo hubieras preguntado. No mostraste ningún interés.

Tenía razón. Ella no había querido saber nada sobre la Pareja. No había querido verse involucrada.