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– No estoy de humor para escuchar a nadie, salvo a Frankie.

– Él te la traerá, Grace.

Eso ya lo sabía, pero la atormentaba la impaciencia. Habían encontrado a su hija, pero ¿estaba herida? No pasaría por alto esa posibilidad-. No va a tener que traérmela. Voy a ir a buscarla.

– Entonces, deja que te ayude.

En su frustración se había enfadado con él, pero nada de eso importaba ya cuando tenía que llegar hasta Frankie. Asintió con la cabeza.

– Sí, ayúdame a ir hasta ella, Donavan.

Diez minutos más tarde Grace vio a Frankie.

Primero la oyó, y luego, unos minutos después, apareció a través de la bruma de arena. Iba subida a los hombros de Robert Blockman, con la boca y la nariz cubiertas por un pañuelo. Kilmer caminaba a su lado.

– Hola, mamá. -Frankie la saludó con la mano-. Robert me está dando un paseo. Le dije que podía caminar, pero me contestó que debía estar bastante cansada.

– Y ella no previo llevarse un caballo que pudiera montar. -Kilmer sonrió abiertamente-. Pero Blockman cumplirá como mula de carga; todo músculos y nada de cerebro.

Robert soltó una carcajada.

– Al menos esta vez no me han disparado como a ti.

Estaban de broma, se percató Grace sin salir de su asombro. Estaba tan nerviosa que tenía la sensación de que iba a deshacerse, y ellos se estaban riendo.

– Ponla en el suelo, Blockman. -Kilmer estaba observando la cara de Grace-. Descansa durante un minuto o dos.

El hombre bajó cuidadosamente a Frankie.

– De todos modos, tengo que ir a comprobar si nos siguen los caballos. -Se alejó a grandes zancadas en la dirección por la que habían venido.

– Sí, pero Maestro no parecía tener problemas para seguimos, y creo que Charlie lo mantendrá a raya. -Frankie arrugó la frente de repente cuando vio el hombro vendado de Grace-. ¿Te encuentras bien, mamá?

Su madre recorrió la distancia que las separaba como una flecha y se arrodilló delante de ella.

– Me encuentro fantásticamente bien -dijo con voz ronca mientras la envolvía en un abrazo y hundía la cara en el pelo de Frankie-. Vaya, me has dado un susto de muerte. No deberías haber huido de esa manera.

– Tenía que proteger al potro. Cuando nació, me dijiste que mi misión era cuidar de él. -Le dio un achuchón a su madre y luego se apartó-. Me llevé una manta y nos escondimos debajo de ella. El potro estaba muy asustado, pero conseguí tranquilizarlo. -Arrugó la nariz-. No como haces tú. Pero él sabe que lo quiero y creo que eso ayudó.

– Suele pasar. -Grace miró a Kilmer por encima del hombro de Frankie-. ¿No está herida?

– Está un poco deshidratada, pero eso todo -respondió él-. Sólo está cansada. Creo que esta noche dormirá bien. El todoterreno está aparcado en la carretera. Llevémosla hasta allí y volvamos al oasis. ¿Cómo está tu hombro?

– No muy bien -dijo Donavan-. Al igual que su humor. -Sonrió a Frankie-. Tal vez tú puedas interceder en mi favor. ¿Qué te parece?

– ¿Qué es lo que hiciste? -preguntó la niña.

– Fui un poco lento vendándola. Quería ir a buscarte.

– Jake me encontró. Oyó a Charlie.

– ¿A Charlie?

– Dice que Charlie montó guardia junto a ella y el potro -le aclaró Kilmer-. Cree que estuvo protegiendo a Maestro porque es su padre. Le dije que era posible. -Sonrió-. Los padres sienten algo especial por su descendencia.

– Los encontré. -Robert reapareció-. Nos están siguiendo. Pero ese potro se toma su tiempo.

– Es pequeño -dijo Frankie, poniéndose a la defensiva-. ¿Podemos llevarlo en el todoterreno?

– No creo que ésa sea una buena idea -dijo Grace-. No habría espacio. Y probablemente desee estar con su madre.

La niña puso ceño.

– Entonces volveré caminando con él. Él es de mi responsabilidad.

– No, no harás tal cosa -dijo Grace-. Quiero sacarte de este desierto y que vuelvas al oasis.

Su hija apretó la mandíbula.

– Cuando el potro esté fuera de él.

– Frankie…

– Haré que Blockman escolte a los caballos hasta el campamento -dijo Kilmer.

– ¿Quién?, ¿yo? -Robert hizo una mueca-. Puedo intentarlo, pero tal vez deberías decirle a Vazquez que me ayude.

– Tengo que cuidar de Maestro -insistió Frankie.

– ¿A qué distancia está el campamento? -preguntó Grace.

– A casi siete kilómetros -dijo Kilmer-. Demasiado lejos para que vaya andando después de todo lo que ha pasado. Estamos a tres kilómetros de la carretera. Podemos volver con un remolque para los caballos en cuanto lleguemos al campamento.

– No estaba pensando en Frankie. -Grace sonrió a su hija-. Tienes razón, eres responsable del potro, pero yo lo soy de Charlie y Hope. Los traje al desierto para que os encontraran, y cumplieron con su trabajo. No podría dejarlos aquí, sin nadie en quien confíen para que los lleve de vuelta al corral.

Frankie asintió con la cabeza.

– Entonces nos quedaremos las dos.

– Es una tontería que nos quedemos las dos. Tú puedes encargarte de inspeccionar el remolque cuando vuelvas al campamento, y asegurarte de que está en condiciones. Eso sería una gran ayuda.

La niña negó con la cabeza.

– Frankie, ya has cumplido con tu trabajo. Te aseguraste de que Maestro estuviera a salvo. Ahora es el momento de facilitarles las cosas a todos estos hombres que os han estado buscando a ti y al potro. No estarán tranquilos hasta que sepan que estás a salvo en el campamento.

– Pero yo quiero… -Frankie suspiró-. De acuerdo. Iré e inspeccionaré el remolque. Pero volveré con Jake. -Se volvió hacia Kilmer-. Envía a alguien con mi madre para que la ayude. No podrán manejar a Charlie y a Hope, pero no quiero que esté sola.

– Ni yo tampoco -contestó él en voz baja-. ¿Qué tal si yo me quedo con ella? Donavan podría llevarte de vuelta al campamento y traer el remolque.

Frankie lo observó escrutadoramente durante un instante.

– Quédate tú.

– Excelente. -Kilmer le dio un rápido abrazo y se volvió hacia Donavan-. Así pues, marchaos vosotros tres. Sería fantástico que pudieras tener el remolque en la carretera cuando lleguemos allí. -Volvió junto a Grace cuando Blockman, Donavan y Frankie empezaron a alejarse-. ¿Hay alguna manera de que podamos hacer que esos caballos se den un poco de prisa?

– Probablemente, no. Es casi seguro que estén sedientos y que tengan irritados todos los orificios. Lo cual significa que su humor también será irritable. ¿Hiciste que Blockman comprobara las mascarillas que les puse?

– Sí. Lo hizo con mucho cuidado.

– Entonces, las volveré a inspeccionar. -Levantó la vista al cielo-. Me parece que el cielo está más luminoso. ¿Acabará por despejar?

– Es difícil de decir. Pero el viento está mucho más tranquilo. -Volvió a mirar hacia la carretera-. Me parece ver a la Pareja.

– Charlie y Hope -le corrigió ella.

– Lo que sea.

– No, ellos encontraron a Frankie. Llamarlos la Pareja los vuelve… impersonales. No se lo merecen.

Kilmer la miró por encima del hombro y sonrió.

– Charlie y Hope, entonces.

– Sigues cojeando. Deberías haber dejado a Donavan conmigo…

– No, no debería. -La miró directamente a los ojos-. Aquí es exactamente donde debo estar.

¡Dios bendito! Grace fue incapaz de apartar la mirada.

Kilmer asintió con la cabeza y desvió la mirada hacia los caballos que se acercaban a ellos.