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– No parece que tengan prisa. ¿Por qué no tienes una charla con ellos y les dices que nosotros sí?

– No siempre prestan atención. -Su voz le pareció entrecortada incluso a ella-. Y las han pasado canutas.

– Todos las hemos pasado canutas. -Kilmer se detuvo cuando Charlie piafó al verlo-. ¡Eh!, que no te voy a hacer nada. -Hizo una mueca-. Esto es realmente ridículo, ¿no te parece? Podría aplastarme como un elefante aplastaría a un escarabajo. De acuerdo, dime qué hago.

– Déjamelos a mí. Tú vigila al potro.

– Qué humillación. Reducido a simple niñera. -Echó un vistazo al potro-. Pero es bonito, muy bonito. Vamos, amigo.

Grace dio un paso hacia Charlie y lo acarició. El semental se movió de un lado a otro. Tal y como ella había dicho, aquel día los caballos habían pasado por unas experiencias que habrían afectado a los animales más apacibles. Era increíble que estuvieran tan tranquilos.

– Tranquilo. Casi ha terminado todo. Un ratito más, y os sacaremos de aquí -susurró-. Gracias, chico…

– Mamá -dijo Frankie en voz baja-. Es de día, y la tormenta ya ha pasado. Ni siquiera un soplo de aire. ¿Puedo ir al corral a ver cómo está Maestro?

Eran las seis y media de la mañana. Grace bostezó.

– Apenas ha amanecido. Todos estamos derrengados después de conseguir tranquilizar a los caballos anoche. El potro también tiene que dormir.

– Sólo quiero verlo. Después de lo de ayer… Me asusté tanto. -Se encogió de hombros-. Sólo quiero verlo.

Había tenido miedo de perder al potro. Igual que Grace había tenido miedo de perderla a ella.

– Lo sé. -Levantó los brazos-. Ven aquí. -Atrajo a Frankie entre sus brazos y la acunó-. Eh, ¿te he dicho alguna vez lo mucho que te quiero?

– No seas sensiblera. -Pero Frankie siguió con la cabeza enterrada en el hombro de su madre e intensificó el abrazo. Permaneció así durante unos instantes-. Ayer también tuve miedo por ti. Pero me acordé de todo lo que me dijiste acerca de confiar en Jake. Lo consiguió, ¿eh?

– Sí, sí que lo consiguió. -Volvió a abrazar a su hija-. Y tú también. Y yo. Ha sido una operación en equipo.

Frankie sonrió.

– ¿Y no fue divertido cómo Charlie avisó a Jake para que viniera y nos rescatara?

– Charlie es muy inteligente.

La niña asintió con la cabeza.

– Como nuestro propio Charlie. Hice bien en ponerle al semental su nombre, ¿verdad? Puede que a Charlie también le gustara. ¿No te parece?

– Creo que Charlie se habría sentido orgulloso de que un semental que ayudó a salvarte se llamara como él.

– ¿Sabes?, cuando estaba tumbada en la arena con Maestro, pensé en Charlie. Y estuve escuchando su música en la cabeza todo el rato. Eso hizo que me sintiera… protegida. Y se me quitó el miedo.

Grace tragó saliva para aflojar el nudo que se le había hecho en la garganta.

– Eso estuvo bien, Frankie.

– Y cuando llegó Jake, supe que todo iba a ir bien, y no porque me hubieras dicho que es mi padre. He conocido a algunos de los padres de mis amigos y eran unos auténticos perdedores.

– ¿Qué piensas acerca de que Jake sea tu padre?

Frankie sacudió la cabeza.

– No lo sé. Es algo… extraño. Tendré que acostumbrarme a ello.

– ¿Me culpas por ello?

La niña pareció sorprenderse.

– ¿Por qué habría de culparte? Me gusta Jake, pero tú eres mi madre. Y te quiero. Y nos ha ido muy bien sin él.

Grace rió entre dientes.

– Era sólo una pregunta. -Se levantó-. Ve a ver cómo está el potro, iré al corral en cuanto me vista.

El jeque estaba en el corral observando a Charlie y a Hope cuando Grace llegó allí cuarenta y cinco minutos más tarde.

– No parecen haber sufrido ningún daño durante la tormenta.

Ella asintió con la cabeza.

– Tu mascarilla de plástico fue de gran ayuda. Pero tenías razón; los dos caballos sudaron excesivamente. Frankie y yo les limpiamos y lavamos los ojos cuando volvimos anoche. -Puso mala cara-. No fue fácil.

– Me sorprende que pudierais hacerlo.

– A mí también me sorprendió. Deben haber aprendido a confiar un poco en mí en circunstancias difíciles.

– Son unos caballos excepcionales -dijo el jeque-. Recuerdo lo hermosos que me parecían cuando Burton los estaba amaestrando, pero había olvidado lo maravillosos que eran. ¿Qué planeas hacer con ellos? -Sonrió abiertamente-. Se me podría convencer para quitártelos de las manos.

– Eres muy amable. -Grace le devolvió la sonrisa-. Supongo que los herederos de Burton tienen derecho a tenerlos, pero no van a venir a por ellos. Han tenido una vida dura, y no voy a correr el riesgo de que se le vuelva a hacer pasar por ningún infierno.

– Soy muy cariñoso con mis caballos.

Ella negó con la cabeza.

– Le prometí a Charlie que cuidaría de él. Voy a hacerlo.

El jeque asintió con la cabeza.

– Lo entiendo. Responsabilidad. -Se dio la vuelta-. Debería volver a mi campamento y asumir mis responsabilidades. Ha sido un placer conocerte. Espero volver a verte a ti y a tu hija pronto.

– Has sido muy amable, pero creo que Frankie y yo querremos estar lejos de esta parte del mundo durante una temporada.

– Los recuerdos se desvanecen, y os puedo enseñar un desierto tan increíble que os dejaría pasmadas.

– Esa tormenta de arena ya me dejó pasmada.

– Cierto. -El jeque se rió entre dientes-. Pero dadnos una oportunidad.

Grace se quedó mirando cómo se alejaba.

– Hablaba en serio, ¿sabes? -Grace se volvió para ver a Kilmer salir del cobertizo-. Adam nunca dice nada de broma. Se siente muy orgulloso de su desierto, y es consciente de que has tenido una mala experiencia.

Ella sacudió la cabeza.

– Quiero irme a casa.

– ¿A la casa de Charlie?

Ella asintió con la cabeza.

– Frankie necesita una vida normal de nuevo. Y yo necesito despedirme de mi amigo Charlie. Nunca llegué a hacerlo realmente. Si sus amigos no han organizado ningún servicio en su memoria, lo haré yo.

– De acuerdo, es comprensible. -Kilmer volvió a mirar los caballos-. ¿Dónde me deja eso a mí?

– ¿Qué?

– No os voy a soltar. Ni a ti, ni a Frankie.

Primero una alegría embriagadora y luego el miedo cayeron sobre ella en cascada.

– Puedes hacer lo que quieras. Ninguna te pertenecemos.

– Entonces me esforzaré y haré todo lo que sea necesario para que me pertenezcáis. -Volvió a mirarla-. Frankie no va a ser tan dura; está deseando darme una oportunidad. Me acaba de decir que le contaste que era su padre. ¿Por qué?

– En el momento me pareció que tenía que hacerlo. -Se humedeció los labios-. Se lo tomó muy bien. ¿Cómo estuvo contigo?

– Con absoluta naturalidad. Ni lágrimas ni abrazos. Creo que estoy a prueba. Por mí, perfecto; no espero nada más. Todo lo que quiero es una oportunidad. -Bajó la voz-. Una oportunidad, Grace.

– Te dije que te dejaría verla.

– Una oportunidad contigo, Grace. Una oportunidad para construir.

Ella negó con la cabeza.

– No tenemos nada sobre lo que construir… Ah, claro, el sexo. Pero eso no es suficiente.

– Es un comienzo tan bueno como cualquier otro. -Kilmer hizo una pausa-. Y creo que hay un montón de cosas, además del sexo, que funcionan. El respeto, la simpatía… puede que el amor. Al menos por mi parte. Tú me importas. Démonos la oportunidad de averiguar qué otras cosas hay. -Sonrió-. Te prometo que haré que te resulte entretenido.

Grace sintió una oleada de calor hormigueándole por todo el cuerpo cuando lo miró.

– No quiero que se me entretenga.

– Sí, sí que quieres. Ahora mismo te estás acordando de lo bien que nos fue. Yo no necesito recordarlo; lo tengo presente a todas horas.