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Ella sacudió la cabeza.

– No puedo ocuparme de esto ahora. No sé lo que siento por ti. No sé si quiero arriesgarme a que formes parte de mi vida y de la de Frankie.

Kilmer escudriñó la expresión de Grace.

– Lo entiendo. Te estoy metiendo prisa. De acuerdo, retrocederé y te daré algún tiempo. -Apretó los labios-. Pero no mucho. ¿Cuándo quieres volver a Alabama?

– Cuanto antes. Tengo que encontrar un medio de transporte para Charlie, Hope y el potro.

– Eso llevará tiempo. No tienes ninguna documentación de los caballos y no es fácil arreglar un transporte a Estados Unidos desde un país extranjero.

Grace arrugó el entrecejo. No se había puesto a pensar en la logística.

– ¡Maldita sea!

– Os enviaré a ti y a Frankie a Estados Unidos mañana. Le pediré a Adam que me preste a algunos de sus hombres para que me ayuden a cuidar de los caballos mientras me encargo de los preparativos para enviártelos. ¿Te parece bien?

– Sí, gracias.

– No me lo agradezcas. Quiero cuidarte de todas las maneras que pueda, tengo que recuperar nueve años. -La miró directamente a los ojos-. Hasta que pueda enviarte esos caballos, estaré en contacto. Llamare todas las noches, y hablaremos, y llegaremos a conocernos el uno al otro, Quizá, si estamos lo bastante lejos para no tocarnos, nos resulte mas fácil comunicarnos de otra forma. -Se dio la vuelta y se dispuso a marcharse-. Me pondré a ello ahora mismo.

– Kilmer.

La miró por encima del nombro.

– ¿Y qué hay del motor? ¿Todavía lo quieres?

– ¡Diablos, si:

– Si lo encuentras, ¿crees que la CIA permitirá que te lo quedes?

– Si puedo encontrarlo lo bastante deprisa para cogerlo y largarme, sí. La posesión es las nueve décimas partes de la ley. -Sonrió burlonamente-. Hace cosa de un año me hice un seguro. Me puse en contacto con los dos herederos legales de Burton y les compré todos sus derechos futuros sobre el patrimonio de Burton. Les ofrecí cien mil dólares y el diez por ciento de todo lo que pudiera rescatar. Pensaron que estaba loco por creer en una quimera, pero cogieron el dinero, firmaron los documentos y salieron corriendo.

– Muy inteligente.

– Fue un trato justo. Yo asumía el riesgo, y ese diez por ciento podría hacerlos más ricos de lo que jamás hubieran soñado. -Entrecerró los ojos-. ¿Por qué me preguntas esto ahora?

– Podrías volver a la zona donde estuve deambulando con Charlie ayer. En alguna parte cerca de aquel cauce seco, al otro lado de las dunas.

– ¿Por qué?

– No paraba de volver allí. No le presté mucha atención; de todas maneras, no acababa de creerme que Charlie y Hope pudieran conducir a alguien al escondite de Burton. Pensé que Charlie sólo estaba caminando en círculos.

– Quizá fuera eso lo que estuviera haciendo.

– Pero anoche, cuando estábamos buscando a Frankie, parecía saber adonde se dirigía, y la encontró. El instinto estaba actuando. Y puede que el instinto también estuviera actuando ayer a mediodía. El instinto y la memoria.

– Es posible. Vale la pena intentarlo. -Le sostuvo la mirada-. El instinto y la memoria pueden ser unos fundamentos buenísimos, ¿no te parece?

Eso ocurrió un instante antes de que Grace pudiera apartar la mirada.

– A veces. -Se obligó a darse la vuelta-. Tal y como has dicho, vale la pena intentarlo.

– Exacto -dijo Kilmer en voz baja-. Eso es justo lo que he dicho, Grace.

Epílogo

Seis meses más tarde

– Han llegado, mamá. -Frankie entró corriendo en el establo-. Los he visto cuando han doblado la curva de la carretera.

Grace se puso tensa y se apartó de Darling. El corazón le latía con fuerza y sintió que el calor le subía a las mejillas.

– ¿Por qué no vas a recibirlos? Iré enseguida.

– Corriendo. -Frankie salió del establo como una exhalación.

Grace no quería correr. Cerró los ojos e intentó recobrar la compostura. No era que no hubiera sabido que iba a llegar ese momento; Kilmer había llamado la noche anterior para decirle que llegarían ese día.

Pero saberlo no la había salvado de pasarse toda la noche en vela tumbada en la cama, ni de que la perspectiva la hubiera revolucionado. Y tampoco impedía que quisiera echar a correr por la carretera como Frankie.

Respiró hondo, se dio la vuelta y salió del establo. Blockman, Donavan y Frankie estaban abriendo la valla para dejar que Charlie, Hope y el potro entraran en el cercado. Cosmo rebuznó y se dirigió trotando hacia ellos.

Kilmer caminaba hacia ella.

– Tienes algunos animales nuevos. Y me he enterado de que necesitas un mozo de cuadra.

¡Dios!, tenía un aspecto fantástico.

– Tienes más titulación de la requerida. Y me gusta que mis ayudantes se queden durante algún tiempo.

– Me quedaré. Ponme a prueba.

– Me dijiste que encontraste el motor. ¿No era tan bueno como se suponía?

– Sí, las pruebas preliminares fueron asombrosas.

– Entonces no necesitas un trabajo.

– Lo necesito. Y te necesito a ti. -Sonrió-. Piensa en tu posición dentro de la comunidad. Serás la única propietaria con un mozo de cuadra multimillonario.

– La idea tiene sus ventajas. -Kilmer estaba lo bastante cerca para tocarla. ¡Por Dios!, Grace estaba deseando acariciarle. Había pasado demasiado tiempo-. Ya sabes lo mucho que he valorado siempre mi posición social. Por supuesto, estaría dispuesta a darte algunos incentivos.

– Cuento con ellos. No esperaba menos. No puedo trabajar sin ellos.

– Ni yo tampoco. -Ya estaba bien. Grace no pudo esperar ni un segundo más.

Avanzó un paso y se encontró entre sus brazos.

Iris Johansen

Vive cerca de Atlanta, Georgia. Después que sus dos hijos empezaran a ir al colegio, Iris decidió dedicar su nuevo tiempo libre a escribir. Como era una gran lectora de novelas románticas, escribió una historia de amor y se sorprendió cuando comprobó que era tan voraz escritora como lectora. Durante los años 80, su nombre estuvo ligado a fogosas aventuras, apasionados misterios y ardientes escenas de amor. Su nombre figuró en las listas del New York Times junto con otras escritoras consagradas. Pronto en sus novelas, desarrolló el hábito de seguir a sus personajes de libro en libro, algunas veces introducía como secundario al que en una novela posterior era protagonista, creando así familias, relaciones y países imaginarios a través de todas sus novelas.

En 1991, Johansen rompió con el género del romance con The Wind Dancer, una novela de suspense ambientada en la Italia del siglo XVI. A ella le han seguido dos secuelas Storm Winds y Reap the Wind, que forman una trilogía.

Tiene más de ocho millones de ejemplares vendidos de sus libros y es inmensamente popular en su país, Estados Unidos. Sus libros han sido traducidos a doce idiomas. Los críticos han dicho de ella «los personajes reales, diálogos ágiles y trepidantes apoyan a una trama de suspense que mantiene al lector aferrado hasta el fin»

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