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Le tomó el pulso.

Nada.

Se inclinó sobre él para hacerle el boca a boca.

– Es inútil, Grace. -Kilmer estaba de pie a su lado-. Está muerto.

– Cállate. Los ahogados pueden…

– No se ha ahogado. Mira con más atención.

¿Cómo se suponía que iba a mirar con más atención cuando no podía ver a través de las lágrimas que rebosaban de sus ojos y le caían por las mejillas?

– Él… estaba… en el río.

– Mira con más atención.

Grace se secó las lágrimas con el dorso de la mano. Entonces vio el agujero en la sien de Charlie.

Se dobló por la cintura sacudida por el dolor.

– No. No puede haber ocurrido. A Charlie, no. No es justo. Era…

Kilmer estaba arrodillado a su lado.

– Lo sé. -La abrazó-. ¡Dios!, ojalá yo…

– Suéltame. -Grace se apartó de él-. Tú no sabes nada. Nunca lo conociste.

– Conozco tu dolor. ¡Maldita sea!, lo estoy sintiendo -Se levantó-. Pero ahora no me creerás. -Bajó la mirada hacia ella-. Te dejaré a solas con él unos minutos, pero deberías volver al coche. Frankie está bastante alterada. La dejé con Blockman, pero te necesita a ti.

Kilmer no esperó a que le respondiera y empezó a subir por el terraplén.

Sí, Frankie la necesitaría. Frankie quería a Charlie. Frankie no comprendería la muerte de un ser querido.

Ni Grace. No de este ser querido…

Alargó la mano y retiró con suavidad el pelo mojado que se adhería a la frente de Charlie. Siempre había sido muy cuidadoso con su pelo. A menudo bromeaba con él sobre lo mucho que se peinaba…

Las lágrimas estaban volviendo. Procura detenerlas. Frankie la necesitaba.

¡Por Dios, Charlie…!

Capítulo 3

Frankie se soltó de Robert y se arrojó a los brazos de Grace cuando ésta abrió la puerta del coche. Las lágrimas le arrasaban las mejillas.

– No me dejaban ir. Diles que tengo que ir a ver a Charlie.

– No, cariño. -Grace la abrazó con más fuerza y enterró la cara en el pelo de su hija-. Ahora no puedes ver a Charlie. -Ni nunca jamás. Pero ¿cómo decir esas palabras?

– Estás llorando. -Frankie se apartó y la miró a la cara. Alargó, vacilante, la mano y tocó la mejilla de Grace-. ¿Por qué?

Respiró entrecortadamente.

– ¿Por qué estás llorando?

– Porque estoy asustada, y ellos no me dejarían bajar…

»Y estoy llorando porque ellos sí me dejaron acercarme a Charlie. -Ahuecó las manos en la cara de Frankie-. Y porque he de decirte algo terrible.

– Terrible -susurró la niña-. ¿Acerca de Charlie?

– Cariño, se ha ido. -Su voz se quebró y tuvo que interrumpirse. -Había que superarlo. Lo intentó de nuevo-. Charlie no volverá a estar con nosotras nunca más.

– Muerto. Quieres decir que ha muerto.

Grace asintió con la cabeza.

– Sí, eso es lo que quiero decir.

Frankie se la quedó mirando fijamente con incredulidad.

– Es verdad, cielo.

– No. -Frankie hundió la cara en el pecho de Grace, y su cuerpo pequeño se convulsionó con los sollozos-. No. No. No.

– Entra en el coche con ella -dijo Kilmer mientras abría la puerta del conductor-. Os llevaré a ese motel, y allí os tranquilizaréis.

– Tal vez debería habérselo dicho, Grace -dijo Robert mientras se corría en el asiento-. Pero pensé que querrías hacerlo tú.

– Hiciste bien. -Se sentó y abrazó con más fuerza a Frankie. La meció atrás y adelante sintiendo una compasión martirizante-. Era cosa mía. Tranquila, cariño. Sé que nada de esto tiene sentido y que duele. Duele… Pero estoy aquí y todo se arreglará. Te prometo que se arreglará.

– Charlie…

Dejó que llorara, confiando en que las lágrimas trajeran alguna especie de sensación de irrevocabilidad. No sabía qué otra cosa hacer. ¡Dios!, se sentía impotente.

Y apenada. El mundo parecía lleno de dolor.

Sufrimiento por Frankie, y sufrimiento por ella. Sufrimiento y pena porque la vida de Charlie hubiera acabado de forma tan brutal.

– Lo siento. -Frankie levantó la mirada hacia ella, con las lágrimas corriendo todavía por sus mejillas-. Tú también estás sufriendo. Y te lo estoy haciendo más difícil, ¿verdad?

¡Por Dios!, ¿quién podía haber sospechado que Frankie pensara en alguien más en un momento así? Grace negó con la cabeza.

– Me lo estás haciendo más fácil. Compartir las cosas siempre las hace más fáciles. -Volvió a apretar la cabeza de su hija contra su hombro-. Lo superaremos juntas. Como siempre hemos hecho.

– ¿El Holiday Inn está bien? -preguntó Kilmer mientras ponía en marcha el coche y volvía a meterse en la carretera.

– Sí, no importa.

– Podríais quedaros en mi casa -dijo Robert.

Grace negó con la cabeza.

– Gracias, quizá después. -Se recostó en el asiento-. Esta noche, no.

– Temes que mi apartamento no sea… -Miró a Frankie-. Quizá tengas razón. Me alojaré en la habitación de al lado.

– Yo me encargaré de todo, Blockman -dijo Kilmer.

Robert negó con la cabeza.

– Tú no permanecerás en ninguna parte cerca de ella. No, hasta que haga algunas comprobaciones con Washington.

Kilmer se encogió de hombros y no continuó con el tema.

Pero Grace sabía que no permitiría que Robert le impidiera hacer lo quisiera hacer. Se limitaría a rodear el obstáculo y se saldría con la suya de otra manera. Era implacable.

– Está bien, Grace. -Kilmer la estaba mirando fijamente por el retrovisor-. No voy a crearte problemas.

– Puedes apostar a que no. -Intensificó la presión de su abrazo sobre su hija-. Tengo que preguntarte una sola cosa ahora mismo. ¿Corre Frankie algún peligro inmediato?

Él negó con la cabeza.

– Tenemos algunos días.

Grace soltó un suspiro de alivio. Si Kilmer decía que no había peligro, no había peligro.

– Bueno. Pero no vas a ir a ninguna parte hasta que hable contigo.

Él asintió con la cabeza.

– De acuerdo. -Kilmer miró a Frankie-. Después de que superéis esto.

Sí, después de que superase aquella noche horrible, tendría que lidiar con él.

Kilmer cerró las manos con fuerza sobre el volante mientras observaba cómo Blockman conducía a Grace y a Frankie al vestíbulo del motel.

¡Joder!, quería ir con ellas.

Daba igual lo que quisiera. Lo peor que podía hacer era atosigar a Grace en ese momento, cuando se sentía acuciada por la pena y la angustia. Tenía que dejar que asimilara la muerte de Charlie antes de presionarla más.

Marcó el número de Donavan.

– ¿Alguna noticia?

– ¿Aparte de la gente de Marvot que andan zumbando por ahí como avispones listos para picar? No. ¿Cómo va la cosa ahí?

– Una cagada. Pero Grace y Frankie siguen bien. -Hizo una pausa-. Los chicos de Kersoff la encontraron. Trabajan estrictamente por la recompensa, así que calculo que tenemos un día o dos antes de que alguien más venga tras ella. Pero vendrán. Tiene que haber una filtración.

– Me dijiste que la Compañía había enterrado su historial.

– Si hay suficiente gente buscando, entonces las posibilidades de una compra de información aumentan astronómicamente. -Hizo una pausa-. Tengo que sacarla de aquí. Y no va a ser fácil.

– Pensé que ella querría salir de ahí.

– No, conmigo. Conmigo, jamás. Pero, si no ve ningún motivo, no puedo darle a elegir.

– Grace es lista. Y no va a poner en peligro a esa pequeña.

– Pero ¿cómo escogerá salvarla? -Kilmer clavó la mirada en la entrada por la que había desaparecido Grace-. A sus ojos, hay un tigre detrás de cada puerta. Y yo soy el tigre que se ensañó con ella antes. Mantenme al corriente. -Colgó el teléfono. Debería coger una habitación y dormir algunas horas. Blockman estaba con ella, y ambas estarían seguras. Blockman le había parecido eficaz, y era evidente que cuidaba de ellas.