Выбрать главу

¡A la mierda! Se quedaría ahí y seguiría vigilando. Se había acostumbrado a confiar sólo en su gente, y Blockman era un hombre de la Compañía. Podía tirar de Cam Dillon, el único de sus hombres que había llevado consigo, pero había planeado enviarlo a la granja para que vigilara las cosas allí. Probablemente, la Compañía enviaría a toda prisa a un equipo para limpiar las cosas, pero, si no lo hacía, Dillon se ocuparía de ello.

No, se quedaría allí, y se aseguraría de que Grace y Frankie seguían a salvo.

Ya era hora de que asumiera más responsabilidades, pensó con tristeza.

Grace entornó, casi hasta cerrarla, la puerta de la habitación contigua, pero dejó una ranura para poder oír a Frankie si se despertaba.

– ¿Se ha dormido? -preguntó Robert.

Ella asintió cansinamente con la cabeza.

– Pensé que tardaría más. Probablemente, se quedó dormida porque no podría soportar estar despierta. Una vía de escape. Estabas cojeando. ¿Está bien tu pierna?

Robert hizo un movimiento de asentimiento con la cabeza.

– Me la torcí cuando intentaba sacar a Charlie de la camioneta.

Grace se estremeció.

– ¿Qué hiciste al respecto? ¿Has llamado al jefe de policía del condado?

– No, hice que algunos de nuestros chicos de Birmingham vinieran a ocuparse de él, junto con los cuerpos que tú y Kilmer dejasteis en la granja. Puede que ya no haya absolutamente nada en el sitio. Washington pensó que era lo mejor.

– No me preocupa lo que les ocurra a los cuerpos de esos otros bastardos. Probablemente uno de ellos mató a Charlie. Pero me preocupan los restos de Charlie. ¿Por qué lo han incluido en la limpieza? ¿Porque no quieren que nadie sepa que fue asesinado? -Se agarró las manos-. Charlie no va a desaparecer sin más. Vivió toda su vida en esta comunidad. Tenía amigos aquí. Le habría gustado que les permitieran despedirlo.

– Espera, él no va a desaparecer. Figurará como ahogado en el río, y la CIA proporcionará los testigos convenientes que afirmen que vieron el cuerpo… sin la herida de bala. Después actuaremos con rapidez para cumplir con lo dispuesto en el testamento de Charlie. Quería ser incinerado y que sus cenizas fueran esparcidas sobre las colinas de su propiedad. Haremos exactamente lo que pidió, y luego se le hará un funeral.

– Qué conveniente para la CIA. ¿Cómo sabes que quería ser incinerado?

– Por Dios, Grace. Me gustaba ese viejo. No te mentiría.

– ¿Y cómo sabes lo que había en su testamento? -volvió a preguntar Grace.

– Porque hice de testigo cuando lo cambió hace tres años -respondió Robert con brusquedad-. Confiaba en mí, aunque tú no lo hagas. ¿Quieres llamar a su abogado?

Era evidente que Robert se sentía dolido, y por primera vez Grace recordó que Charlie también había sido amigo de Robert. Negó con la cabeza.

– No, lo siento. Pero trabajas para la Compañía, y tiene fama por arreglar los problemas a su conveniencia.

– Esta vez, no. De todas formas, él me pidió que me encargara de su funeral y que os facilitara las cosas a ti y a Frankie.

– No puedes hacer eso. -Las lágrimas volvían a escocerle en los ojos-. Ellos lo mataron, Robert. Él no tenía nada que ver con todo esto. Estaba en medio, y lo mataron. Esa no es razón para que muera un hombre.

– No, no lo es. -Robert hizo una pausa-. ¿Qué vas a hacer ahora, Grace?

– No lo sé. Es demasiado pronto. Siempre hice planes para diferentes escenarios, pero nunca pensé que pudiera ocurrirle algo así a Charlie. Quizá no lo hice porque no podía soportar pensar que sería la responsable de su muerte.

– No eres la responsable.

– Y un cuerno que no.

– ¿Porque era el dueño de la granja en la que trabajabas? No podías vivir aislada. Tu vida tenía que tocar a alguien. Y en este caso tocó y enriqueció a Charlie más de lo que crees. Probablemente, estos últimos años hayan sido los mejores de su vida.

Ella negó con la cabeza.

– Grace, sé de lo que estoy hablando. -Robert hizo una pausa-. Dejó la granja a Frankie y te nombró su albacea.

Ella se puso tensa.

– ¿Qué?

– Quería a esa pequeña. Y te quería a ti. No tenía ningún familiar próximo, y a vosotras os consideraba su familia.

– ¡Oh, mierda! -Las lágrimas que habían llenado sus ojos le corrían ahora por las mejillas-. Nosotras también lo queríamos, Robert. ¿Qué diablos vamos a hacer sin él?

– Lo que siempre le dices a Frankie después de una caída. Levántate y vuelve a subirte al caballo. -Sonrió ligeramente-. Y cuando te hayas recuperado, voy a odiarme por decirte algo que ya sabes.

Grace sacudió la cabeza.

– Ahora mismo tengo la cabeza hecha un lío. Agradezco toda la ayuda que pueda recibir.

– ¿Puedo hacer algo más por ti?

Grace intentó pensar.

– Haz que un coche de alquiler me espere mañana por la mañana. Dejé el mío en la granja.

– Te llevaré a cualquier sitio que quieras ir.

– Consígueme el coche, nada más. -Sonrió sin alegría-. No te preocupes. No voy a salir corriendo ahora mismo. Kilmer dijo que tenía un poco de tiempo.

– Bien. -Robert guardó silencio durante un minuto-. Porque, cuando llamé a Washington, Les North me dijo que venía hacia aquí con su superior, Bill Crane, para hablar contigo. -Echó un vistazo a su reloj-. Son las cuatro menos veinte. Deberían llegar aquí a eso del mediodía.

– No.

– Eso cuéntaselo a él. Yo no tengo nada que decir al respecto. Estoy muy abajo en el escalafón.

– Déjale que hable con Kilmer.

– Estoy seguro de que están ansiosos por hacerlo. North se animó cuando mencioné el nombre de Kilmer. ¿Te importaría decirme cómo se ha involucrado en esto? Estoy realmente cansado de actuar de guardaespaldas sin saber contra quién te estoy protegiendo. Esto de la «información necesaria» es una gilipollez.

Grace se frotó la sien.

– Ahora no.

– Pero ¿no te sientes amenazada por Kilmer?

Sí que se sentía amenazada. En cuanto lo había visto de nuevo, todos sus instintos habían empezado a vibrar como una alarma de incendios.

– No, no me da miedo. -No era exactamente lo que Robert le había preguntado, pero era todo lo que se permitiría admitir-. ¿Dónde está?

Él se encogió de hombros.

– Supongo que se marchó después de dejarnos en el vestíbulo. -Se interrumpió-. Cuando le dije a North que Kilmer había eliminado a esos tres bastardos en la granja, me contestó que no le sorprendía. ¿Es realmente tan bueno, Grace?

– Sí. -Se volvió y abrió la puerta del dormitorio anejo suavemente-. Es muy bueno. Buenas noches, Robert.

Un instante después, Grace contemplaba a Frankie. Seguía dormida, a Dios gracias. Tenía la cara hinchada por el llanto, y sus rizos despeinados formaban una pelambrera de seda sobre la almohada. Se había sentido demasiado cansada y triste para hacer preguntas mientras su madre la acostaba, pero éstas llegarían cuando se despertara.

Y Grace tenía que estar preparada para ellas.

Se sentó en la silla que había junto a la cama. No estaba preparada. Pero nunca lo había estado, Tenía que decidir qué hechos contar, y cuáles dejar para otra ocasión, cuando Frankie estuviera más preparada para aceptarlos.

Iba a ser una noche larga.

– Tendremos que alquilar un coche desde aquí. Ya me he ocupado de ello -le dijo Les North a Crane mientras recorrían la terminal del aeropuerto de Birmingham a grandes Zancadas-. Tallanville no tiene servicio aéreo. No es más que una pequeña ciudad sureña, un puntito en el mapa. Ésa es la razón de que enviáramos allí a Grace Archer hace ocho años.

– Bueno, evidentemente alguien encontró ese puntito -dijo Crane con gravedad-. ¿Por qué no fui informado de esta situación?