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– Ha sido interesante -dijo Randall.

– Puras tonterías -gruñó Hennig-. No hay ni un átomo de evidencia real de que Gutenberg o algún otro individuo inventara la imprenta tal y como la conocemos hoy. Fundamentándonos en pruebas circunstanciales, podemos deducir que Gutenberg pudo haber inventado la impresión, basado en el tipo movible. Sucede que yo así lo creo, aunque no podría demostrarlo. Existen treinta documentos o papeles de tiempos de Gutenberg que mencionan que él fue una persona viviente, pero sólo tres de esos papeles indican que tuviera algo que ver con el arte de imprimir. ¿Qué nos dicen esos documentos? -Hennig se detuvo, como si estuviera dirigiendo esa retórica pregunta a la grabadora de Randall, y después lo miró a él-. ¿Está grabando su aparato?

– Por supuesto.

– Bueno, porque esta información puede servirle. Esos papeles nos dicen que Gutenberg venía de una familia patricia y que el apellido de su padre era Gensfleisch. (Entonces era costumbre usar el apellido de la madre.) Gutenberg trabajaba de orfebre y fue demandado, por incumplimiento de palabra de casamiento, por una dama llamada Anna. Entonces se trasladó de Maguncia a Estrasburgo y estuvo allá durante diez años. En ese tiempo mandó construir algo que probablemente era equipo para impresión. Volvió a Maguncia y obtuvo prestados dos mil florines de distintas personas para algún gran proyecto, probablemente la Biblia de 42 líneas. Existe evidencia de que tomó ese dinero prestado para adquirir equipo para imprimir «libros»; pero, ¿habrá sido la famosa Biblia de 42 líneas uno de estos «libros»?

– La guía de turistas que estaba en la bóveda dijo que sí.

– Olvídese de ella y escuche a Karl Hennig. Al margen de la patriótica disertación de esa jovencita, no hay la menor prueba de que Gutenberg desempeñara papel alguno en la impresión de la gran Biblia de 42 líneas, llamada la Biblia de Gutenberg. Lo más probable es que la haya producido el financiero de Gutenberg, Johann Fust, pero con otro impresor llamado Peter Schoeffer. En cuanto a Gutenberg, sabemos que murió en 1467 ó 1468 sólo porque un hombre que le rentaba equipo para impresión envió al arzobispo una solicitud por «ciertas formas, letras, instrumentos, herramientas y otras cosas pertenecientes al taller de imprenta que dejó Johannes Gutenberg después de su muerte y que eran y siguen siendo mías». Eso es todo, Steven. Poco más de lo que se sabía de Jesucristo antes del Nuevo Testamento Internacional.

– Y suponiendo que Gutenberg haya sido el inventor -dijo Randall-, ¿qué fue exactamente lo que inventó?

– Para decirlo de un modo simple, inventó el molde para fundir los tipos. Su molde era de cobre; el mío es de acero, más durable. Él esculpió las letras del alfabeto. Cortó punzones. Puso la cara de las letras en relieve, por encima de las superficies. Calculó que las letras tenían que hacerse al revés para que imprimieran al derecho. Inventó la forma o bandeja que contenía los caracteres. Y, finalmente, inventó el medio para que el tipo fuera llevado hacia atrás para ser entintado y que luego volviera a entrar en la prensa para que la platina de hierro entrara en contacto con las letras para la siguiente impresión. Hizo que la prensa se moviera una y otra vez, produciendo una impresión tras otra. Inventó los tipos movibles. Por él, yo estoy aquí con usted hoy, y nuestro Petronio y nuestro Santiago inundarán el mundo letrado y tal vez harán cambiar a Ja Humanidad.

Al salir del museo a la soleada calle, Hennig recordó a Randall que mantuviera funcionando su grabadora.

– Antes de que visite mi taller, quiero que sepa lo que estoy haciendo allí -dijo mientras seguían caminando-. Para la Edición Anticipada para el Púlpito he creado un tipo que yo llamo Nuevo Gutenberg de catorce puntos. Se lo explicaré: al preparar su Biblia original de 36 líneas, Gutenberg trató de imitar en sus grabados las letras que los monjes hacían para las biblias impresas a mano. Usó un tipo de letra gótica que los alemanes llamamos Textur, porque parece que va tejida en la página. El tipo de Gutenberg sería raro hoy, aunque es artístico y estéticamente agradable. La letra gótica es demasiado pesada, retorcida; demasiado angulosa. Transmite la dureza germánica, como nuestra lengua, así que yo ideé un tipo que se asemeja a la gótica, pero es más común, más redondo, más claro y más moderno… Ya llegamos al taller. Echemos un vistazo rápido.

Después de traspasar las barreras de seguridad (Randall había recordado llevar consigo su tarjeta roja), ambos penetraron en la enorme y ruidosa sala de las prensas y ascendieron por una escalera metálica en espiral que los condujo a una mezzanine que corría a todo lo largo de la pared. Abajo había cuatro prensas y unas cuantas docenas de obreros en overol azul, y arriba se escuchaba el ruido de las máquinas. Karl Hennig comenzó a hablar de nuevo.

– Lo que ve usted aquí son dos máquinas alimentadas por hojas, para impresión directa, y en el otro extremo hay dos rotativas, que son más rápidas. Las páginas que están imprimiendo ahora son para la edición limitada, la del Púlpito. Al salir de aquí, los pliegos se doblan y se encuadernan. Las portadas o cubiertas ya están listas para la encuadernación, así que los pliegos se acomodan, se encuadernan y luego se envían a los almacenes para su distribución. Los libros terminados se embarcan a Nueva York, Londres, París, Munich, Milán, y estarán listos para ser distribuidos cuando usted anuncie públicamente el descubrimiento y la nueva Biblia.

Hennig miró de soslayo hacia abajo y saludó jovialmente a varios trabajadores ya mayores; ellos levantaron la vista y le devolvieron el saludo afablemente. Hennig manifestó su satisfacción.

– Mis operarios veteranos, los más dignos de confianza -dijo orgullosamente-. Las dos prensas que hay aquí debajo están imprimiendo la versión inglesa. Las otras dos imprimen la francesa. En el ala contigua del edificio, están produciendo lo último de las ediciones alemana e italiana.

A Randall se le ocurrió un problema de logística y decidió plantearlo.

– Karl, después de toda la publicidad que haremos en tres o cuatro semanas, habrá millones de personas exigiendo ejemplares del Nuevo Testamento Internacional. Si usted, al igual que otros impresores, va a producir una edición diferente para el público en general, ¿cómo podrán hacérsela llegar en grandes cantidades cuando la demanda sea alta?

– Ach, claro está, no se lo han dicho -dijo Hennig-. Para la edición popular común deberemos hacer el tipo nuevamente en cuatro idiomas. Pero esto no lo podremos hacer antes de que usted haga su presentación. De otra forma no podríamos garantizar la seguridad. Por eso empezaremos a preparar la edición popular ese mismo día. Ahora bien, si preparáramos la tipografía del modo en que se está haciendo para la edición limitada, como es costumbre, usando máquinas de linotipia y operarios humanos, nos llevarla un mes o dos. Pero no, la edición popular se hará mediante composición electrónica, por el método del tubo de rayos catódicos, que es un fenómeno de velocidad. Con ese método electrónico de rayos catódicos, se puede componer la linotipia para una Biblia completa, Antiguo y Nuevo Testamento, en siete horas y media. Puesto que el Nuevo Testamento representa la cuarta parte del total de la Biblia, este método permite hacer el trabajo en unos noventa minutos… minutos, fíjese bien, y no uno o dos meses. De la noche a la mañana estaremos en las prensas, y por lo menos un mes antes de Navidad podremos tener unos cuantos millones de ejemplares de la edición común, más barata, en los estantes de las librerías. Venga, que voy a enseñarle el resto de mi organización en este taller; la otra mitad, la sección que no está dedicada a la Biblia y que maneja mi trabajo comercial ordinario.

Salieron de la mezzanine y bajaron la escalera; se pusieron a recorrer diversas salas de impresión más pequeñas, atravesando corredores que iban de una prensa a otra. A medida que avanzaban, Randall se daba cuenta de que había un extraño e inexplicable resentimiento, casi una hostilidad abierta, en el aire. Cuando Hennig saludó a su joven jefe de talleres, la respuesta que recibió fue indiferente y sin sonrisas. Hennig quiso trabar conversación con los prensistas, pero éstos le volvían la espalda como por casualidad y hacían como si estuvieran ocupados en su trabajo; o, si acaso, le contestaban con monosílabos. Una vez, conforme se alejaban de un grupo de obreros, a Randall le pareció que dos de ellos hacían gestos obscenos a espaldas de Hennig y alcanzó a oír que uno murmuraba: «Lausiger Kapitalist. Knauseriger Hundsfott.» No sabía lo que significaban tales expresiones, pero se imaginó que los hombres no le tenían mucho afecto a Hennig.