– Vimos desde arriba que venías -dijo Alice… ¿o era Penelope?-. Angus se fue a dormir, y Susie nos dijo que teníamos que subir para decirle que Spike ha ensanchado media pulgada desde ayer. El señor Boyce dice que Spike va a ser «imorme».
– Y Boris ha dejado las marcas de sus patas por toda la cama de Angus cuando le dejamos entrar -anunció su gemela-. Margie gruñó, y entonces vio nuestros zapatos cubiertos de barro. Nos dijo que somos unas granujas… pero Angus dijo que le gustan las granujas. Entonces vimos tu coche y pensamos en bajar a recibirte.
– Y bajamos las escaleras saltando -continuó diciendo la otra gemela, sonriendo-. Aquí las escaleras son precioooosaaaaaas. Penelope puede saltar tres de golpe, y yo casi puedo hacerlo también. Pero no todo el rato.
– Tienes que practicar -dijo Kirsty, sonriendo mientras salía del coche. Vio a Susie en la puerta, apoyándose en las muletas, y se sorprendió al ver la misma sonrisa en su hermana que cuando era niña.
– Margie ha dicho que en cuanto regresaras nos tenemos que marchar a casa -dijo una de las gemelas-. Pero primero tienes que ver a Spike. Te lo queremos enseñar nosotras. Está «enogme» y Susie dice que se va a poner «requeteenogme».
– ¿«Requeteenogme»? -Dijo Kirsty, viendo a su hermana reírse desde la puerta-. Es una calabaza estupenda -logró decir.
– Por favor, ¿nos podemos quedar a comer? -Suplicó una de las gemelas-. Telefonearemos a papi y le diremos que tenemos que hacerlo. El señor Boyce está ocupándose de Spike, y Margie dice que está más feliz que un marrano en un charco y nos podemos quedar a comer, siempre y cuando tú digas que está bien y lo mismo diga papi.
– ¿Qué piensas? -Le preguntó Kirsty a su gemela.
– Creo que estas niñas son estupendas.
– Yo creo que este lugar es estupendo -dijo Kirsty.
– ¿Te lo has pasado bien con Jake esta mañana?
– Practicamos una operación muy buena -contestó Kirsty, que sabía que su gemela la conocía lo suficiente.
– Eso está bien -dijo Susie recatadamente.
– ¿Nos podemos quedar? -Preguntaron lastimeramente las gemelas de nuevo.
– Telefonea a Jake y pregúntale si las chicas se pueden quedar a comer -le dijo Kirsty a Susie.
– ¿No quieres hacerlo tú?
– El doctor Cameron y yo tenemos lo que se está convirtiendo en una relación muy fría -replicó-. Así que no te hagas ideas.
– ¿Yo? -Dijo Susie-. ¿Cuándo he hecho yo eso? Oh, se me olvidaba, Robert ha telefoneado. Ha dicho que siente no haber podido hablar contigo esta mañana. Va a salir de fin de semana, pero ha dicho que a ver si te telefonea el lunes. Así es… -comenzó a decirle a las niñas mientras éstas le acercaban a Kirsty-. Así es como debe ser una relación apasionada.
– Susie… -dijo Kirsty, advirtiéndole.
– Lo sé. Estoy metiendo las narices donde no debería. Pero me estoy divirtiendo y, oh, Kirsty, me hace sentir tan bien.
Las gemelas y los Boyce se quedaron a comer.
– Jake parecía muy reacio -dijo Susie tras haber telefoneado-. No dejaba de decir que no quería que las gemelas molestaran, pero… ¿cómo van a hacerlo estando Margie y Ben aquí? Margie es encantadora, y dice que prefiere cuidar a las niñas aquí antes que en el pueblo.
Kirsty pensó que era difícil saber quién cuidaba a quién. Después de comer, por acuerdo común, volvieron al huerto para supervisar el crecimiento de Spike.
– Las ventajas del hogar -dijo Kirsty.
– Jake debería estar aquí. Es triste que pase tan poco tiempo con sus niñas. Deberías ayudarle más mientras estés aquí, Kirsty, para que así tenga más libertad -dijo Susie.
– Hago lo que puedo.
El timbre sonó.
– No estamos en casa -dijo Susie, bostezando-. Esto es perfecto. No necesitamos a nadie más.
Pero quizá fuese Jake… que tal vez pudiese quedarse un rato. Kirsty se levantó para abrir.
Pero al dirigirse hacia la puerta se percató de que no sería Jake; él tenía llaves.
Al abrir la puerta se quedó petrificada al ver a un hombre que era igual que Rory.
– Rory -dijo, atónita.
– Soy Kenneth Douglas -dijo el hombre. Era el hermano de Rory.
– Hola -dijo ella, tendiéndole la mano-. Soy la hermana de Susie, Kirsty.
– ¿Susie? -Dijo él sin comprender.
– La esposa de Rory, Susie.
– ¿La esposa de Rory está aquí? -Preguntó él, paralizado.
– Sí.
– No tiene ningún derecho.
– Parece que Angus piensa que es muy bienvenida -dijo Kirsty, forzándose a mantener la sonrisa-. Estamos todos en el huerto. ¿Quiere que le acompañe dentro?
– ¿Quién está en el huerto?
– Su tío…
– Angus no está aquí -dijo Kenneth entre dientes-. Está en una residencia de ancianos. Le trasladaron ayer. Se está muriendo.
– No creo que se esté muriendo -dijo Kirsty con delicadeza-. Le hemos convencido de que el oxígeno le ayudará y es maravilloso. Ha vuelto a trabajar en el jardín.
– El doctor dijo que iba a ingresar en una residencia de ancianos.
– Ahora que nosotras estamos aquí, no tiene que marcharse. Se puede quedar todo el tiempo que quiera.
– ¿Nosotras? -Dijo el hombre, enfadado-. ¿Quiénes son «nosotras»?
– Mi hermana y yo.
– Su hermana no tiene ningún derecho -gruñó él-. ¿Quién demonios se cree que es? Pensaba que estaba demasiado herida para viajar. Pensé que estaba hundida.
Kirsty deseaba cerrarle la puerta en las narices, pero era demasiado tarde; ya había entrado.
– Mire, señor Douglas…
– Quiero verla -dijo, dirigiéndose hacia el huerto a toda prisa-. Si está tratando de ganarse al viejo… si cree que aquí hay algo para ella… Rory está muerto y soy yo el único que puede decir algo sobre cómo debe tratarse al viejo. Yo.
– Lo siento, pero…
Kirsty no pudo detenerle. Kenneth abrió la puerta del huerto y se quedó perplejo ante la escena doméstica que tenía delante de él.
Angus y Ben charlando sobre calabazas.
Las gemelas jugueteando.
Margie tejiendo.
Y Susie, apoyándose sobre un codo para ver quién era. Reconoció a Kenneth y trató de sonreír.
– Kenneth -susurró.
Kirsty miró al hermano de Rory y vio que se había quedado pálido. Si no se hubiera acercado y lo hubiera sujetado, éste se hubiera caído.
– Estás embarazada -dijo, con la aversión y el odio reflejados en la voz-. Del hijo de Rory.
Capítulo 6
Durante un momento nadie dijo nada.
– Kenneth -dijo Angus por fin, mirando a su sobrino como si fuera un fantasma.
– Se supone que estabas muerto -gruñó Kenneth.
– Pues no lo estoy -dijo el conde con cautela, agarrando su botella de oxígeno.
– Telefoneé a ese maldito doctor la semana pasada y me dijo que ayer ibas a ingresar en una residencia y que te estabas muriendo.
– Dije que si nadie se preocupaba lo suficiente por venir, entonces moriría.
Kirsty no se había percatado de que Jake había llegado, y de repente lo vio detrás de Kenneth.
– Tú -dijo el sobrino del conde, enfureciéndose cada vez más-. Tú mentiste.
– Kenneth, ten cuidado -dijo Jake en tono de advertencia-. No tienes por qué pensar que la gente aquí está en tu contra. ¿Te gustaría conocer a mis gemelas?
Kirsty se dio cuenta de que Jake estaba tratando de calmar la situación. La cara de Kenneth reflejaba una furia desmedida y ella pensó que se trataría de alguna enfermedad mental.
– Ella está embarazada -susurró Kenneth-. Embarazada.
– Susie está embarazada del hijo de Rory, sí -dijo Jake-. Todos pensamos que es estupendo.
– Y ella heredará… -Kenneth se ahogó al hablar-. Ella heredará de Rory…