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– No vi a Rory durante años.

– Tenías tres sobrinos -le recordó Jake, que quería que el conde tuviera interés en la familia, que tuviera cualquier tipo de interés, e iba a lograrlo aunque se retrasara aún más.

Le partía el alma ver cómo Angus se había rendido y quizá aquellas dos mujeres le salvaran…

– Yo tenía dos hermanos -susurró Angus-. Nos marchamos juntos de Escocia. Dougal, el más joven, fue a América. David y yo vinimos aquí. Dougal y yo perdimos contacto hace mucho tiempo… sí, tengo otro sobrino en alguna parte, pero no lo he conocido. David se casó aquí y tuvieron a Rory y a Kenneth. Se marcharon de Dolphin Bay, pero los muchachos solían regresar para pasar las vacaciones con nosotros.

– ¿Eran niños agradables? -Murmuró Jake, alentándole.

– A Rory le encantaba este lugar -respondió Angus delicadamente-. Él y yo pasábamos horas pescando. Deirdre y yo le queríamos como si fuera el hijo que nunca tuvimos. Pero Kenneth…

Jake no pudo evitar esbozar una mueca; era obvio que Kenneth no podía haber sido agradable.

– Kenneth era el hermano pequeño de Rory -a Angus le estaba costando mucho respirar-. Kenneth es un joven muy conflictivo, y estoy seguro de que tú te puedes dar cuenta de ello -logró decir-. Tú lo has conocido. Es como su padre. Cada vez que Rory se acercaba, se armaba un escándalo, una situación que fue empeorando a medida que se fueron haciendo mayores y de que Kenneth se percató de que Rory heredaría mi título. Como si algún título importara más que la familia.

Angus tuvo que dejar de hablar, y trató de respirar profundamente. Sus ojos reflejaban una tristeza indescriptible que aparentemente no tenía nada que ver con su salud.

– Kenneth era tan despiadado con Rory que, una vez que sus padres murieron, Rory decidió que la angustia que aquello le estaba causando no merecía la pena -dijo el conde tristemente-. Se marchó a ver el mundo. Estuvo fuera durante los últimos diez años y entonces Kenneth me dijo que había muerto. Lo sentí… tanto.

Jake pensó que quizá Kirsty había dicho la verdad. Le pareció que la situación podía llegar a ser excelente. Angus le había tenido mucho cariño a Rory, y la viuda de éste estaba en la puerta del castillo. Y si se parecía a su hermana, ambas podían suponer una ráfaga de aire fresco en aquel lugar. Una ráfaga de vida.

– Están esperando fuera -dijo-. Les dije que me dieran un minuto.

– ¿Quién? -Angus parecía perdido y confuso.

– La viuda de Rory y su hermana.

– La viuda de Rory -repitió Angus.

– Eso parece.

– Kenneth no me dijo que él hubiera estado casado.

– Quizá Kenneth no lo sabía.

Angus pensó sobre ello y asintió con la cabeza, comprendiendo lo que Jake quería decir.

– Sí, quizá no lo sabía. Rory aprendió muy pronto que en lo relativo a Kenneth era mejor guardarse las cosas para sí.

– ¿Te gustaría verlas?

– Me gustaría verlas.

– ¿Podrías dejar que se quedaran a dormir esta noche? -Preguntó Jake tentativamente.

El conde lo pensó. Se quedó mirando el jardín a través de la ventana.

– La viuda de Rory -susurró por fin-. ¿Cómo es?

– No lo sé -dijo Jake-. Sólo he conocido a la hermana. Kirsty. Parece… que tiene mucho temperamento.

– ¿Qué significa «temperamento»?

– Supongo que significa que es una persona «viva» -admitió Jake.

Angus comenzó a reír, pero su risa se convirtió en tos. Pero cuando se recuperó, todavía tenía el brillo de la sonrisa reflejado en la cara.

– Bueno, bueno. Señales de vida. Esa esposa tuya ha estado fuera durante demasiado tiempo.

– Angus…

– Ya lo sé. No es asunto mío. ¿Dices que estas mujeres están en la puerta?

– Sí. Si te parece bien, iré a dejarlas entrar.

– ¿Crees que deberían quedarse aquí?

– Creo que sí.

Angus se quedó mirando a su médico durante largo rato.

– ¿Es guapa? -Exigió saber casi de manera burlona.

– La esposa de Rory no lo sé -contestó Jake-. Sólo he conocido…

– Sé de quién estabas hablando -dijo Angus, irritado-. La hermana de la esposa de Rory. ¿Es guapa?

– Sí, pero…

– Y si se va a quedar a pasar la noche… tú regresarás por la mañana.

– Sí, pero…

– Dejémonos de «peros» -dijo Angus, cuya cara reflejaba picardía-. No voy a luchar contra lo inevitable. Guapa, ¿eh? Bueno, bueno. Desde luego que pueden quedarse.

Capítulo 2

Cuando salió, Jake observó que había una silla de ruedas boca arriba y una mujer tumbada en medio del fango. Kirsty estaba echada sobre ella. Corrió hacia ellas.

No había duda de que la mujer en el suelo era la hermana de Kirsty. Parecía que era su gemela… y estaba embarazada. Estaba muy pálida y tenía una cicatriz en la frente. La expresión de sus ojos era sombría; él había visto esa misma expresión reflejada en otros ojos, en los ojos de pacientes que no tenían esperanza ni nada por lo que vivir. Y ver aquella expresión en una mujer tan joven era impresionante.

– Oh, Susie, lo siento -estaba diciendo Kirsty, que estaba arrodillada en el fango y tratando de sujetar a su hermana-. Había un surco lleno de agua, y no me di cuenta de lo profundo que era.

– ¿Qué ocurre? -Jake se arrodilló y tomó la muñeca de la mujer-. ¿Se ha caído?

– Realmente es usted muy inteligente -murmuró Kirsty, dirigiéndole una mirada enfurecida-. La he tirado sin querer de la silla de ruedas. Susie, ¿qué te duele? ¿Te has hecho daño en la espalda? No te muevas -Kirsty parecía aterrorizada.

– ¿Se ha hecho daño al caer? -Preguntó Jake, que por fin encontró el pulsó.

La joven agitó la cabeza, amargada.

– Viviré -dijo, tratando de levantarse.

Pero la expresión de terror de Kirsty hizo que Jake le ayudara a mantenerla quieta.

– ¿Qué tenemos aquí? -Jake sujetó a Susie por los hombros para que no se moviera-. ¿Puede quedarse quieta hasta que yo sepa lo que le pasa? No quiero que se haga más daño.

– Se partió la séptima vértebra en un accidente de tráfico hace cinco meses -dijo Kirsty, con el miedo reflejado en la voz-. Parálisis incompleta, pero ha recuperado la sensibilidad.

– Puedo andar -dijo Susie.

– Con muletas -aclaró Kirsty sin soltar a su hermana-. Pero no durante mucho tiempo. Todavía tiene debilidad en la pierna y pérdida de sensibilidad. Permítame ir a por mi bolso. Me puedo levantar -murmuró Susie.

Jake le acarició la mejilla para tranquilizarla.

– No tardaré mucho, pero necesito estar seguro de que do se va a hacer más daño al moverse.

Tardó sólo unos segundos en regresar y en arrodillarse frente a Susie de nuevo. Comprobó que su pulso fuera constante y miró a Kirsty, que estaba aún más pálida que su hermana.

– Voy a recorrer su espina dorsal con mis dedos -le dijo a Susie-. Me imagino que se habrá tenido que someter a tantas revisiones médicas en los últimos meses, que sabrá qué y dónde es lo que tiene que sentir. Quiero que me diga si nota algo diferente. Lo que sea.

– Necesitamos ayuda -espetó Kirsty-. Necesitamos inmovilizarla hasta que se le haga una radiografía. Quiero una camilla y una ambulancia que nos traslade al hospital más próximo.

– Su hermana se fracturó la vértebra hace cinco meses -dijo él con delicadeza-. Los huesos deberían estar completamente soldados.

– Usted no es traumatólogo.

– No, pero sé lo que hago. Y este fango es blando.

– Hurra por el fango blando -dijo entre dientes Susie-. Y hurra por un médico con sentido común. Está bien, doctor cualquiera que sea su nombre, compruébeme la espina dorsal para que así me pueda levantar.

– Susie… -dijo Kirsty, preocupada.

– Cállate, Kirsty, y deja que este doctor tan agradable haga lo que tenga que hacer.