Parecía sobreexcitado, como si llevara varios días sin dormir.
– Cosas buenas, espero…
– ¡Más que buenas! Habría querido llamarte anoche, pero cuando volví al hotel ya eran las cuatro de la mañana de tu franja horaria.
La esteticista terminó de cortarle las cutículas y se apoyó el pie derecho de Brooke sobre el regazo. Echó un chorrito de jabón verde brillante sobre una piedra pómez y se puso a restregar la parte más sensible del pie. Brooke soltó un chillido.
– ¡Ay! Bueno, no me vendría mal una buena noticia. ¿De qué se trata?
– Ya es oficiaclass="underline" me voy de gira.
– ¿Qué? ¡No! Creí que habías dicho que las probabilidades de que te fueras de gira antes de que saliera el álbum eran prácticamente inexistentes. ¿No habías dicho que las discográficas ya no las patrocinan?
Se produjo un momento de silencio y Julian pareció irritado cuando finalmente respondió.
– Ya sé que lo dije, pero esto es diferente. Voy a enlazar con Maroon 5 en mitad de su gira. El cantante del grupo telonero sufrió una especie de colapso nervioso, y entonces Leo se puso en contacto con gente que conoce en Live Nation, y ¡adivina a quién han contratado en su lugar! Supuestamente, hay una probabilidad de que seamos los segundos teloneros, si por fin la otra banda se va de gira por su cuenta; pero aunque eso no saliera, ¿te imaginas la repercusión?
– ¡Oh, Julian! ¡Enhorabuena!
Brooke intentó calibrar su propia voz, para asegurarse de que su tono fuera de entusiasmo y no de desolación. Por la cara con que la estaba mirando su madre, no era fácil saber si lo había conseguido.
– ¡Sí! ¡Todo esto es una locura! Vamos a pasar el resto de la semana ensayando y después nos pondremos en marcha. El álbum saldrá en las primeras semanas de la gira, ¡en el mejor momento! ¿Y sabes una cosa, Rook? Están hablando de dinero, ¡de mucho dinero!
– ¿Ah, sí? -dijo ella.
– ¡Muchísimo! Un porcentaje sobre la venta de entradas, que incluso podría ser más alto si llegamos a ser segundos teloneros. Teniendo en cuenta que Maroon 5 está llenando sitios como el Madison Square Garden… ¡es una cantidad enorme de dinero! Y me siento un poco raro. -Bajó la voz-. La gente me mira todo el tiempo, me reconoce…
La esteticista extendió crema tibia y empezó a masajearle a Brooke las pantorrillas. En ese momento, Brooke sólo habría deseado presionar la tecla que cerraba la comunicación, reclinarse en el sillón y disfrutar del masaje en las piernas. No sentía más que angustia. Sabía que habría debido preguntar por los fans y la prensa, pero lo único que consiguió decir fue:
– Entonces ¿empezáis a ensayar esta semana? ¿Eso significa que no volverás hoy, en el último vuelo de la noche? Creía que iba a verte mañana por la mañana, antes de irme a trabajar.
– Brooke…
– ¿Qué?
– Por favor, no lo hagas.
– ¿Que no haga qué? ¿Que no te pregunte cuándo vuelves a casa?
– Por favor, no me estropees este momento. Estoy loco de felicidad; esto es probablemente lo más grande que me ha pasado, después del contrato del año pasado para grabar el álbum. Puede que incluso sea más grande. ¿De verdad son tan importantes seis o siete días, en el panorama general de toda mi carrera?
Seis o siete días para volver a casa, quizá no. Pero ¿y si se iba de gira? La sola idea le producía pánico a Brooke. ¿Cómo se las iban a arreglar? ¿Podrían? Pero en ese mismo instante, recordó una noche en Sheepshead Bay, varios años antes, cuando sólo se presentaron cuatro personas y Julian apenas podía contener las lágrimas. Recordó todas las horas que habían pasado sin verse por culpa de sus agitadas jornadas de trabajo, y lo mucho que se habían preocupado por la falta de dinero y de tiempo, y por las incertidumbres que volvían a aflorar cada vez que uno de los dos se sentía particularmente negativo. Todos los sacrificios habían sido para eso, para llegar a aquel momento.
El antiguo Julian habría preguntado por Kaylie. Cuando el mes anterior ella le había hablado de la llamada histérica de la niña y le había contado que había estado investigando alternativas sanas a la comida rápida para enviárselas por mail a su joven paciente, Julian la había abrazado y le había dicho que se sentía orgulloso de ella. La semana anterior, Brooke le había enviado un mensaje a Kaylie para ver cómo iba todo, y se había preocupado al no recibir respuesta. Insistió al día siguiente y, un día después, recibió un mensaje de Kaylie, donde la niña le contaba que había empezado una especie de dieta de limpieza que había encontrado en una revista y que estaba segura de haber dado por fin con la solución que andaba buscando. Brooke estuvo a punto de atravesar la pantalla del ordenador.
¡Esas malditas dietas de limpieza! Ya eran un riesgo para la salud de la población adulta, pero para las adolescentes, que aún estaban creciendo y que se dejaban convencer por los testimonios de personajes famosos y las promesas de resultados rápidos y milagrosos, eran un completo desastre. Brooke había llamado de inmediato a Kaylie para leerle la cartilla (se sabía de memoria la parrafada, porque las limpiezas, los ayunos y las dietas líquidas eran métodos muy extendidos en Huntley), y se había sentido aliviada al descubrir que, a diferencia de la mayoría de sus compañeras de colegio, Kaylie parecía dispuesta a escuchar lo que tenía que decirle. Se prometió llamarla una vez por semana durante el verano, y confiaba en poder ayudarla de verdad, si volvía a tener sesiones regulares con ella cuando empezaran otra vez las clases.
Pero Julian no le preguntó por Kaylie, ni por su trabajo en el hospital, ni por Randy y ni siquiera por Walter, y Brooke se contuvo para no decir nada. Decidió no recordarle a Julian que no había dormido más que unas pocas noches en casa en las últimas semanas, y que aun entonces había pasado casi todo el día al teléfono o en el estudio, en conversaciones aparentemente interminables con Leo o Samara. Y, lo más difícil de todo, se obligó a no preguntarle por las fechas de la gira, ni por el tiempo que pensaba pasar fuera.
Casi sofocada por el esfuerzo de no mencionar nada de aquello, dijo simplemente:
– No, Julian, lo único que importa es que todo esto salga bien. Es una noticia fantástica.
– Gracias, nena. Te llamaré más tarde, cuando sepa más detalles, ¿de acuerdo? Te quiero, Rookie -dijo, con más ternura de la que le había oído en los últimos tiempos.
Julian había empezado a llamarla Rook al principio de su relación y, con el tiempo, Rook se había convertido en Rookie. Sus amigos y su familia también habían empezado a usar el apodo después de oírselo a Julian, y aunque a menudo ella fingía enfado o irritación, en el fondo sentía una gratitud inexplicable hacia Julian por haberle dado aquel nombre cariñoso. Trató de concentrarse en eso y no en el hecho de que él se había despedido sin preguntarle siquiera qué tal estaba.
La esteticista aplicó la primera capa de esmalte y a Brooke le pareció que el color era demasiado chillón. Pensó en decir algo, pero decidió que no merecía la pena. Su madre tenía las uñas de los pies pintadas de blanco rosado, un color que resultaba a la vez elegante y natural.
– Parece que Julian tenía buenas noticias, ¿no? -dijo la señora Greene, mientras se apoyaba la revista boca abajo sobre el regazo.
– ¡Y que lo digas! -respondió Brooke, confiando en que su voz sonara más entusiasta de lo que ella se sentía-. Sony lo manda de gira, como una especie de preparación antes de que salga el álbum. Van a ensayar en Los Ángeles esta semana y después harán de teloneros de Maroon 5, por lo que tendrán oportunidad de actuar delante del público antes de iniciar su propia gira. Es un gran voto de confianza por parte de la discográfica.
– Pero entonces pasará todavía menos tiempo en casa.
– Así es. Se quedará en Los Ángeles el resto de la semana para ensayar. Tal vez regrese a casa durante unos días y después volverá a marcharse.