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Brooke empujó con los pies para situarse en una postura más erguida. Empezó a notar una creciente sensación de mareo, que en seguida atribuyó a la combinación de un exceso de vino con el baño demasiado caliente. «Ni tú te lo crees», se dijo. Hizo una inspiración profunda. Era natural que se sintiera un poco rara al toparse por sorpresa con un artículo sobre su marido en una revista de difusión nacional. Hizo un esfuerzo de voluntad para seguir leyendo.

Primeros años: Nacido en el Upper East Side de Manhattan en 1979, fue alumno de la prestigiosa Dalton School y veraneaba en el sur de Francia. Destinado a ser el perfecto chico formal de buena sociedad, su interés por la música chocó con los planes que sus padres tenían para él.

Carrera musicaclass="underline" Acabados los estudios en Amherst, en 1999, renunció a la carrera de medicina para probar suerte con la música. Firmó con Sony en 2008, tras dos años de prácticas en el departamento de nuevos talentos. Su primer álbum será seguramente uno de los estrenos de mayor éxito del año.

Aficiones: Cuando no está grabando, le gusta pasar el tiempo con su chucho, Walter Alter, y salir con los amigos. Sus antiguos compañeros dicen que era el mejor tenista de Dalton, pero ya no juega porque el tenis no casa con su imagen.

Vida sentimentaclass="underline" Si esperabais un idilio con Layla Lawson en un futuro cercano, os vais a llevar una decepción. Alter lleva cinco años casado con Brooke, su novia de siempre, aunque se rumorea que hay nubarrones en el paraíso debido a las exigencias de su nuevo calendario. «Brooke fue un apoyo increíble para él cuando era un don nadie, pero ahora que él es el centro de atención, lo está pasando muy mal», dijo una fuente cercana a Julian y a Brooke. La pareja vive en un modesto apartamento de un dormitorio cerca de Times Square, pero sus amigos dicen que ya están buscando algo mejor.

Al pie del recuadro había una foto de Brooke y de Julian tomada por uno de los fotógrafos profesionales presentes en la fiesta de «Friday Night Lights», una foto que ella todavía no había visto. La devoró ansiosamente con los ojos y dejó escapar un enorme suspiro de alivio. Milagrosamente, los dos habían salido favorecidos. Julian estaba inclinado, besándole a ella el hombro, y se le adivinaba en la cara la sombra de una sonrisa. Brooke le había pasado un brazo por detrás del cuello y en la otra mano tenía un colorido cóctel margarita; tenía la cabeza un poco echada hacia atrás y se estaba riendo. Pese al vaso de cóctel, los sombreros de cowboy y el paquete de cigarrillos que Julian llevaba metido en la manga como parte del disfraz, no parecían borrachos ni desastrados, sino despreocupados y alegres. Si la hubieran obligado a encontrarle algún defecto a la foto, probablemente habría señalado el raro efecto que hacía su cintura, donde el ángulo inusual con que flexionaba el talle, las sombras proyectadas por un ambiente oscuro adyacente y la brisa que entraba desde el patio se combinaban para abombarle ligeramente la falda tejana y hacerle un poco de barriga. No era nada exagerado, sino sólo la insinuación de un pequeño michelín que en realidad no existía. Sin embargo, un mal ángulo de la cámara no le preocupaba en exceso. Teniendo en cuenta todas las posibles maneras de que la foto hubiera salido mal (y había miles), Brooke estaba bastante contenta.