– Soy cautelosa.
– Sin embargo, añade que recomendaría a cualquier expedición civil que la contrataran como guía, aunque tuvieran que llevarla a hombros. También están sus publicaciones científicas. Una docena, varias también publicadas en el extranjero. Con unos títulos que con creces superan los conocimientos del capitán Telling y míos. Statistics on Glacial Graphology, Mathematical Models for Brine Drainage from Seawater Ice. Y un compendio para los estudiantes que usted redactó en su día: Características principales de la morfología glacial del norte de Groenlandia.
Cierra el informe.
– Hay varias recomendaciones más. De profesores. De colaboradores en el Cold Water Laboratory y del ejército americano en un lugar llamado Pylot Island. De todas ellas se desprende que si se quiere saber algo sobre el hielo, uno debe dirigirse, provechosamente, a Smila Jaspersen.
Ravn se quita el abrigo. Sin él es tan flaco como un limpiapipas. Yo me quito los zapatos y me siento con las piernas cruzadas sobre la silla, y así poder frotarme los dedos de los pies. Se han quedado insensibles por el frío y todavía encuentro trozos de hielo pegados en los calcetines.
– Esta información es, a grandes rasgos, idéntica a la que dio en su currículum vitae cuando solicitó el permiso de entrada en el norte de Groenlandia para participar en la expedición del Instituto Polar de Noruega, cuyo objetivo era la marcación de osos polares. La hemos investigado minuciosamente. Parece ser correcta. Si nos basamos en la información que aquí tenemos, creo que la impresión que usted da es la de una mujer joven y muy independiente, que dispone de múltiples y extraordinarios recursos que ha administrado con ambición e inteligencia. ¿No cree que ésta es la opinión que uno debe crearse de usted?
– Por mí, puede crearse la opinión que a usted le dé la gana -le digo.
– No obstante, dispongo de más información. -La carpeta es muy fina, de un verde oscuro-. Esto es, a grandes rasgos, idéntico al informe que vieron el capitán Telling y su oficina cuando rechazaron con un «Denegado» su última solicitud para poder viajar al norte de Groenlandia. Empieza resumiendo algunas circunstancias de índole privada. La desaparición de su madre fue denunciada el 12 de junio de 1963 durante una cacería. Probablemente esté muerta. Un hermano se suicida en septiembre del 81 en Upernarvik. Padres casados en 1956, divorciados en 1958. La patria potestad transferida al padre tras la muerte de la madre. La reclamación presentada por el hermano de la madre fue denegada por el Ministerio de Justicia en mayo del 64. Llega a Dinamarca en septiembre de 1963. Denunciada su desaparición, buscada y encontrada por la policía seis veces entre el 63 y el 71, dos de ellas en Groenlandia.
«Escuela primaria danesa para inmigrantes en 1963. Colegio Skovgaard en Charlottenlund, 64-65. Expulsada. Internado de Stenhoej en Humblebaek, 65-67. Expulsada. A esto le siguen varias estancias de corta duración en colegios privados menores. Examen final por libre tras haber recibido clases privadas en casa. Después, el instituto de bachillerato. Repite el último curso. Examen final de bachillerato por libre en 1976. Se matricula en la Universidad de Copenhague. Finaliza en 1984 sin diploma. También están las actividades políticas. Arrestada en diversas ocasiones durante la ocupación por parte del Consejo de Jóvenes Groenlandeses (UGR) del Ministerio para el Medio Ambiente. Participación activa en la fundación de IA al escindirse UGR.»
Interroga a Telling con la mirada.
– Inuit Ataqatigiit. «Los que quieren avanzar.» Marxismo agresivo.
Es la primera vez que el capitán abre la boca.
– Abandona el partido el mismo año tras diversas discrepancias. Desde entonces, sin afiliación a partido alguno. También hay unas cuantas infracciones de la ley. Tres asuntos sin concluir todavía, sobre violaciones de la ley territorial canadiense en el estrecho de Peary. ¿Por qué?
– Estaba marcando osos polares. Los osos no entienden de mapas. Y, por tanto, no respetan las fronteras nacionales.
– Unas cuantas infracciones viales. Una sentencia por difamación a propósito de un artículo sobre «La investigación glacial y las consideraciones lucrativas en la explotación de los yacimientos petrolíferos en el océano Ártico». A raíz de esto, fue excluida de la Sociedad Danesa de Glaciología.
Alza la mirada.
– ¿Acaso hay alguna institución que no la haya expulsado, señorita Jaspersen?
– Por lo que tengo entendido, todavía estoy en el censo -le contesto.
– Además, hemos echado un vistazo a su expediente en la Administración de Hacienda. Percibe algunos ingresos por sus publicaciones, contrataciones esporádicas, subsidio. Sin embargo, no parecen corresponder a sus gastos. Estamos considerando la posibilidad de que tenga un patrocinador. ¿Cómo es la relación con su padre?
– Cálida y respetuosa.
– Esto podría aclarar algunas cosas. El capitán Telling también ha echado un vistazo a la declaración de renta de su padre.
Para mí no es ninguna noticia que lo sepan. Desde la inauguración de la Tule Airbase ha existido una restricción de las plazas para pasajeros civiles en los aviones con destino a Groenlandia. Así se facilitaba la tarea de los servicios secretos, dándoles el tiempo suficiente para comprobar si todos habían recibido la primera comunión, venían de familias bien o habían sido vacunados contra la fiebre roja del Este. Lo que no deja de sorprenderme es que estén contándome lo que saben.
– Esta información nos ofrece una imagen más compleja y conflictiva. Dibuja el perfil de una mujer que nunca ha terminado una carrera. Que está en el paro. Que no tiene familia. Que ha originado conflictos por doquier, no importa dónde haya estado. Que nunca ha sido capaz de adaptarse. Que es agresiva. Y que coquetea con los extremismos políticos. Sin embargo, ha conseguido participar en nueve expediciones en doce años. No conozco Groenlandia. Pero me imagino que si uno ha malogrado su vida, resulta más fácil ocultarlo allá, en el Indlandsis.
No hago ningún comentario. Pero me lo guardo en mi libro negro bajo su nombre.
– En todas estas expediciones, usted ha participado en calidad de guía. Cada vez se han utilizado mapas, fotos de satélites y radares y observaciones meteorológicas confidenciales, entregadas por las autoridades militares. En nueve ocasiones en los últimos doce años, ha firmado usted una declaración de confidencialidad. Un material del que tenemos copias.
Empiezo a darme cuenta de sus intenciones; de lo que, en cierta manera, constituye el hilo conductor de su discurso.
– En un país tan pequeño como el nuestro, usted constituye un punto sensible, señorita Jaspersen. Ha visto y oído muchas cosas. Como suele ocurrir, casi por inercia, cuando se le permite a alguien entrar en el norte de Groenlandia. Pero usted tiene un pasado y un carácter que, en cualquier otro lugar dentro del territorio danés, le habrían impedido, sin lugar a dudas, llegar a ver ni oír nada.
La sangre ha vuelto lentamente a circular por mis pies.
– Una persona con sólo un mínimo resto de sensatez mantendría, en su caso, un perfil muy bajo.
– ¿Es mi forma de vestir lo que no le gusta?
– Lo que no nos gusta son sus vanos, o incluso directamente perniciosos, intentos de meterse en la investigación de un caso que, como ya le prometí en una ocasión, sería revisado.