– No lo sabemos con seguridad -dijo Sachs.
– El bosque se vuelve muy espeso por aquí -acotó Jesse.
Ned dijo:
– Todo ese pasto, carrizos y espadañas. Muchas enredaderas también. Si no se toma ese sendero, no hay forma de salir de aquí y hacerlo rápido.
– Tendremos que esperar -dijo Sachs, pensando en una parte del libro de texto de Lincoln Rhyme sobre criminalística, Evidencias Físicas:
Muchas investigaciones que involucran a un sospechoso en fuga se ven arruinadas por ceder al impulso de moverse rápidamente y entablar una persecución intensa cuando, de hecho, en la mayoría de los casos, un lento examen de las evidencias señalará un claro sendero hacia la puerta del sospechoso y permitirá un arresto más seguro y eficiente.
Lucy Kerr dijo:
– Lo que pasa es que alguien de la ciudad no comprende realmente a los bosques. Si nos encaminamos por ese sendero ganaremos el doble de tiempo. Garrett lo debe de haber cogido.
– Puede haber vuelto a la orilla del río -señaló Sachs-. Quizá tenia otro bote escondido a favor o en contra de la corriente.
– Eso es cierto -dijo Jesse, ganándose una mirada sombría de Lucy.
Un largo momento de silencio, los cuatro de pie inmóviles, mientras los mosquitos los castigaban y sudaban bajo un sol despiadado.
Finalmente Sachs se limitó a decir:
– Esperaremos.
Tras afirmar su decisión, se sentó en la que probablemente era la roca más incómoda de todos los bosques y estudió con interés fingido a un pájaro carpintero que agujereaba fieramente un roble frente a ellos.
Capítulo 9
– Primero, la escena primaria -anunció Rhyme a Ben-. Blackwater. -Señaló con la cabeza el conglomerado de evidencias que se hallaba sobre la mesa-. Primero dediquémonos a la zapatilla de correr de Garrett. La que se le cayó cuando agarró a Lydia.
Ben la tomó, abrió la bolsa plástica y comenzó a tocar su interior.
– ¡Guantes! -ordenó Rhyme-. Usa siempre guantes de látex cuando manipules las pruebas.
– ¿Por las huellas dactilares? -preguntó el zoólogo, mientras se los ponía a toda velocidad.
– Esa es una razón. La otra es la contaminación. No queremos confundir los lugares en que tú has estado con los lugares en que ha estado el criminal.
– Seguro. Bien -Ben sacudió violentamente su voluminosa cabeza rapada, como si temiera olvidar esa regla. Cogió la zapatilla. La escudriñó-. Parece que hubiera grava o algo así en su interior.
– Mierda, no le dije a Amelia que pidiera tableros de examinar esterilizados. -Rhyme miró alrededor del cuarto-. ¿Ves esa revista que está allí? ¿People?
Ben la tomó. Movió la cabeza.
– Tiene tres semanas.
– No me importa si son actuales o no las historias acerca de la vida amorosa de Leonardo Di Caprio -murmuró Rhyme-. Saca los formularios de suscripción que están dentro… ¿No odias estas cosas? Pero son buenas para nosotros, salen de la impresora pulcros y esterilizados, de manera que se pueden usar como minitableros de examen.
Ben hizo como se le instruyó y vertió sobre la tarjeta la tierra y las piedras.
– Pon una muestra en el microscopio y deja que le eche una mirada. -Rhyme acercó su silla de ruedas a la mesa, pero el ocular estaba demasiado alto para él por unos pocos centímetros-. Maldición.
Ben evaluó el problema.
– Quizá lo pueda sostener para que pueda usted mirar.
Rhyme se rió con desaliento.
– Pesa cerca de quince kilos. No, tendremos que encontrar un…
Pero el zoólogo levantó el aparato y, con sus brazos corpulentos, lo sostuvo con firmeza. Rhyme no podía, por supuesto, mover los botones para enfocar, pero vio lo suficiente para obtener una idea de lo que era la prueba.
– Trozos de caliza y tierra. ¿Pueden provenir de Blackwater Landing?
– Hum -dijo Ben lentamente-, lo dudo. Allí por lo general hay sólo barro y basura.
– Examina una muestra de eso a través del cromatógrafo. Quiero saber qué más hay.
Ben montó la muestra dentro y apretó el botón para su examen.
La cromatografía es la herramienta ideal del criminalista. Fue desarrollada justo a principios de siglo por un botánico ruso, y no tuvo demasiado uso hasta 1930; el mecanismo sirve para analizar compuestos tales como comida, drogas, sangre, porciones de vestigios y aisla elementos puros que se encuentran en ellos. Existe una media docena de variaciones del proceso, pero el tipo más común utilizado en la ciencia forense es el cromatógrafo de gases, que quema una muestra de la evidencia. Los vapores resultantes se separan luego para indicar las sustancias componentes que constituyen la muestra. En un laboratorio de investigaciones forenses, el cromatógrafo generalmente está conectado a un espectrómetro de masas, que puede identificar específicamente muchas de las sustancias.
El cromatógrafo de gases sólo funciona con materiales que puedan vaporizarse, es decir, arder a temperaturas relativamente bajas. La caliza no podría encenderse, por supuesto. Pero Rhyme no estaba interesado en rocas; estaba interesado en los materiales que se habían adherido a la tierra y la grava. Ellos podrían señalar más específicamente los lugares en los que Garrett había estado.
– Nos llevará un momento -dijo Rhyme-. Mientras esperamos, miremos la tierra que está en las suelas de la zapatilla de Garrett. De verdad, Ben, amo las suelas. De los zapatos y de los neumáticos también. Son como esponjas. Recuérdalo.
– Sí, señor. Lo haré, señor.
– Trata de extraer algo de tierra y veamos si procede de un lugar distinto a Blackwater Landing.
Ben raspó la tierra sobre otra tarjeta de suscripción, que sostuvo frente a Rhyme, quien la examinó cuidadosamente. Como científico forense, conocía la importancia de la tierra. Se pega a las ropas, deja huellas como las migas de Hansel y Gretel hacia y desde la casa del criminal y relaciona al criminal con la escena del crimen como si estuvieran esposados. Existen aproximadamente 1.100 tipos diferentes de suelo y si una muestra de una escena de crimen tiene color idéntico a la tierra del patio del sospechoso, las probabilidades indican que el criminal estuvo allí. La similitud en la composición de los suelos también puede afianzar la conexión. Locard, el gran criminalista francés, desarrolló un principio forense que lleva su nombre y que sostiene que en todo crimen siempre hay alguna transferencia entre el criminal y la víctima o la escena del crimen. Rhyme había descubierto que, en el caso de un homicidio o asalto invasivo, después de la sangre la tierra es la sustancia que se transfiere más a menudo.