Выбрать главу

Sin embargo, el problema con el polvo como evidencia es que resulta demasiado prevalente. Con el fin de que posea algún significado forense, un poco de tierra cuya procedencia podría ser el criminal, debe ser diferente a la tierra que se encuentra de por sí en la escena del crimen.

El primer paso en el examen del polvo consiste en comparar una muestra del suelo conocido de la escena con la muestra que el criminalista cree que procede del criminal.

Rhyme explicó esto a Ben y el joven tomó una bolsa de tierra, que Sachs había marcado como Muestra del suelo Blackwater Landing, junto con la fecha y la hora de su recogida. También había una anotación hecha con una mano que no era la de Sachs. Recogida por el policía J. Corn. Rhyme se imaginó al joven policía trajinando ansiosamente para cumplir con el pedido de Sachs. Ben vertió algo de esta tierra en una tercera tarjeta de suscripción. La colocó al lado del polvo que había sacado de la suela de Garrett.

– ¿Cómo las comparamos? -preguntó el muchacho, mirando los aparatos.

– Con tus ojos.

– Pero…

– Limítate a mirar. Mira si el color de la muestra desconocida es diferente al color de la muestra conocida.

– ¿Cómo lo hago?

Rhyme se obligó a responder con calma:

– Limítate a mirarlas.

Ben miró fijamente un montón, luego el otro.

De nuevo. Una vez más.

Y luego otra vez.

Vamos, vamos… no es tan complicado. Rhyme se esforzó en tener paciencia. Una de las cosas más difíciles del mundo para él.

– ¿Qué ves? -preguntó Rhyme-. ¿Es diferente la tierra de las dos escenas?

– Bueno, no lo puedo decir exactamente, señor. Pienso que una es más clara.

– Míralas en el microscopio de comparación.

Ben montó las muestras en el aparato indicado y miró a través de los oculares.

– No estoy seguro. Es difícil de decir. Pienso… quizá haya alguna diferencia.

– Déjame ver.

Una vez más los fornidos músculos sostuvieron con firmeza el microscopio y Rhyme observó por los oculares.

– Definitivamente diferente a la conocida -dijo Rhyme-. Con una coloración más clara. Tiene más cristales en ella. Más granito, arcilla y distintos tipos de vegetación. De manera que no es de Blackwater Landing… Si tenemos suerte proviene de su escondrijo.

Una leve sonrisa cruzó los labios de Ben, la primera que Rhyme había visto.

– ¿Qué?

– Oh, bueno, esa es la palabra que usamos para designar la cueva de una morena… -la sonrisa del muchacho se desvaneció pues la mirada de Rhyme le dijo que no era ni el momento ni el lugar para anécdotas.

El criminalista dijo:

– Cuando tengas los resultados de la caliza en el cromatógrafo, haz lo mismo con la tierra de la suela.

– Sí, señor.

Un momento más tarde la pantalla del ordenador conectada con el cromatógrafo/espectrómetro parpadeó y aparecieron líneas con forma de montañas y valles. Luego se abrió una ventana y el criminalista maniobró con su silla de ruedas para acercarse. Chocó contra una mesa y la Storm Arrow se movió hacia la izquierda, sacudiendo a Rhyme.

– ¡Mierda!

Los ojos de Ben se abrieron alarmados.

– ¿Está bien, señor?

– Sí, sí, sí. -murmuró Rhyme-. ¿Qué está haciendo aquí esta jodida mesa? No la necesitamos.

– La apartaré de su camino -saltó Ben, tomando la pesada mesa con una mano como si estuviera hecha de madera balsa, colocándola en un rincón-. Lo lamento, debería haber pensado en ello.

Rhyme ignoró la incómoda contrición y contempló la pantalla.

Grandes cantidades de nitratos, fosfatos y amoniaco.

Era muy preocupante pero no dijo nada por el momento; quería ver qué sustancias había en el polvo que Ben extrajo de la suela. Enseguida aquellos resultados también estuvieron en pantalla.

Rhyme suspiró.

– Más nitratos, más amoniaco… en cantidad. Nuevamente altas concentraciones. Más fosfatos. También detergente… también… y… algo más… ¿Qué demonios es eso?

– ¿Dónde? -preguntó Ben inclinándose hacia la pantalla.

– En la parte inferior. La base de datos lo ha identificado como canfeno. ¿Sabes algo sobre eso?

– No, señor.

– Bueno, Garrett caminó sobre eso, sea lo que sea -miró la bolsa con las evidencias-. Ahora, ¿qué más tenemos? Ese pañuelo blanco que encontró Sachs…

Ben tomó la bolsa y la acercó a Rhyme. Había mucha sangre en el pañuelo de papel. Observó la otra muestra, el kleenex que Sachs había encontrado en el cuarto de Garrett.

– ¿Son los mismos?

– Parecen iguales -dijo Ben-. Ambos blancos y del mismo tamaño.

– Dáselos a Jim Bell. Dile que quiero un análisis de ADN. Versión urgente -dijo Rhyme.

– Un, hum… ¿qué es eso, señor?

– El análisis somero del ADN, la reacción de la cadena de polimerasa. No tenemos tiempo para hacer un RFLP, la versión de uno en seis mil millones. Sólo quiero saber si se trata de la sangre de Billy Stail o de otra persona. Haz que alguien consiga muestras del cuerpo de Billy y de Mary Beth y Lydia.

– ¿Muestras? ¿De qué?

Rhyme se obligó una vez más a tener paciencia.

– De material genético. Cualquier tejido del cuerpo de Billy. En el caso de las mujeres, lo más fácil será conseguir algunos cabellos, siempre que tengan el bulbo piloso. Haz que un policía encuentre un cepillo o peine en los cuartos de baño de Mary Beth y Lydia y los entregue al mismo laboratorio que hará la prueba del kleenex.

El joven tomó la bolsa y dejó el cuarto. Volvió un momento después.

– Lo tendrán en alrededor de una hora o dos, señor. Van a mandarla al centro médico de Avery, no a la policía del Estado. El agente Bell, perdón… el sheriff Bell pensó que sería más fácil.

– ¿Una hora? -murmuró Rhyme haciendo una mueca-. Demasiado tiempo.

No podía dejar de preguntarse si esta demora sería tan importante como para evitar que encontraran al Muchacho Insecto antes de que matara a Lydia o a Mary Beth.