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Impresionado, Ben preguntó:

– ¿Cómo sabes todo eso?

– Lo sé -Rhyme no tenía tiempo para entrar en una discusión acerca de la forma en que un criminalista debe conocer tanto del mundo físico como del crimen. Preguntó-: ¿Qué más hay en los bajos? ¿Qué es eso? -señaló con la cabeza algo que quedaba en la tarjeta de suscripción-. ¿Esa cosa pequeña verde blancuzca?

– Es de una planta -dijo Ben-. Pero ese no es mi campo. Estudié botánica marina pero no era mi asignatura favorita. Prefiero las formas de vida que tienen la posibilidad de escapar cuando las colecciono. Me parece más deportivo.

Rhyme ordenó:

– Descríbela.

Ben la miró con una lupa.

– Un tallo rojizo y una gota de líquido al final. Parece viscoso. Hay una flor blanca, en forma de campana, pegada al tallo… Si tuviera que arriesgarme…

– Tienes que hacerlo -gruñó Rhyme-. Y rápido…

– Estoy casi seguro de que es de una drosera.

– ¿Qué demonios es eso? Suena a lavavajillas.

Ben dijo:

– Es como un atrapamoscas de Venus. Comen insectos. Son fascinantes. Cuando era niño solía sentarme y observarlas durante horas. La forma en que comen es…

– Fascinante -repitió Rhyme con sarcasmo-. No estoy interesado en sus costumbres manducatorias. ¿Dónde se las encuentra? Eso es lo fascinante para mí.

– Oh, por todas partes en esta región.

Rhyme frunció el entrecejo.

– Inútil. Mierda. Está bien, coloca una muestra de esa tierra en el cromatógrafo después de la muestra del tejido -luego miró la camiseta de Garrett, que estaba extendida sobre la mesa-. ¿Qué son esas manchas?

Había varias manchas rojizas en la camiseta. Ben la estudió con detenimiento y se encogió de hombros. Sacudió la cabeza.

Los delgados labios del criminalista se curvaron en una sonrisa irónica.

– ¿Eres capaz de probarlas?

Sin vacilar, Ben levantó la camiseta y lamió una pequeña porción de la mancha.

Rhyme exclamó:

– Bien hecho.

Ben levantó una ceja.

– Deduje que era un procedimiento habitual.

– Ni por todo el oro del mundo lo hubiera hecho yo -respondió Rhyme.

– No lo creo ni por un minuto -comentó Ben. La lamió de nuevo-. Zumo de frutas, creo. No puedo distinguir de qué sabor.

– Bien, agrégalo a la lista, Thom -Rhyme señaló el cromatógrafo con la cabeza-. Saquemos los resultados de los trozos de tejido del pantalón y luego pasemos los detritus de los bajos.

Pronto la máquina les dijo de qué vestigios de sustancias estaban incrustadas las ropas de Garrett y cuáles se encontraban en el polvo de los bajos: azúcar, más canfeno, alcohol, keroseno y levadura. El keroseno estaba en cantidades significativas. Thom lo añadió a la lista y los hombres examinaron el diagrama.

ENCONTRADO EN LA ESCENA SECUNDARIA DEL CRIMEN EL MOLINO

Pintura marrón en los pantalones

Drosera

Arcilla

Musgo de turba

Zumo de frutas

Fibras de papel

Cebo de bolas malolientes

Azúcar

Canfeno

Alcohol

Keroseno

Levadura

¿Qué significaba todo esto?, se preguntó Rhyme. Eran demasiadas pistas. No podía ver ninguna relación entre ellas. ¿Pertenecía el azúcar al zumo de frutas o a otro lugar donde habría estado el muchacho? ¿Compró el keroseno o sólo se había escondido en una estación de servicio o granero donde el propietario lo almacenaba? El alcohol se encuentra en más de tres mil productos comunes del hogar o la industria, desde disolventes a loción para después de afeitar. La levadura era indudable que la había cogido en el molino, donde se muele el grano y se hace harina.

Después de unos minutos, los ojos de Rhyme se posaron en otro diagrama.

ENCONTRADO EN LA ESCENA SECUNDARIA DEL CRIMEN – EL CUARTO DE GARRETT

Almizcle de mofeta

Agujas de pino cortadas

Dibujos de insectos

Fotos de Mary Beth y de su familia

Libros de insectos

Hilo de pescar

Dinero

Llave desconocida

Queroseno

Amoniaco

Nitratos

Canfeno

Se le ocurrió algo que Sachs mencionó cuando estaba examinando el cuarto del chico.

– Ben, ¿puedes abrir ese cuaderno que está allí, el cuaderno de Garrett? Lo quiero mirar otra vez.

– ¿Quieres que ponga el dispositivo para dar vuelta las hojas?

– No, hojéalo tú -le dijo Rhyme.

Fueron pasando los dibujos de insectos realizados por el chico: un barquero de agua, una araña acuática, un zapatero.

Recordó que Sachs había dicho que, con excepción del bote de las avispas, la caja fuerte de Garrett, todos los insectos de su colección estaban en botes que contenían agua.

– Todos son acuáticos.

Ben asintió.

– Así parece.

– Le atrae el agua -musitó Rhyme y miró a Ben-. ¿Y ese cebo? Tú dijiste que es para los que se alimentan en las profundidades.

– ¿Las bolas malolientes? Correcto.

– ¿De agua salada o dulce?

– Bueno, dulce. Por supuesto.

– Y el keroseno, los botes lo usan en sus motores, ¿no?

– Gasolina blanca -dijo Ben-. Los pequeños motores fuera de borda lo utilizan.

Rhyme dijo:

– ¿Qué les parece esta idea? ¿Van hacia el este en un bote por el río Paquenoke?

Ben dijo: