– ¿Cuál es su opinión sobre los leghor? -preguntó el mayor.
– ¿Cómo…? -dijo el extra.
– No importa -aseguró el mayor-. Continúe.
– Después de la perrera -dijo el extra-, seguí unos cursos nocturnos. Durante el día fregaba vasos en un restaurante. Y algo más adelante, incluso, me vi beneficiado por una pequeña herencia.
– ¡Yo también! -dijo el mayor-. Tengo que ir a Bayonne para cobrarla. Menudo tostón.
– Pues yo me la gasté toda -concluyó el extra-. Y después me he movido por ahí y he conseguido encontrar este trabajo de figuración. Me siento -continuó con tono sombrío- extremadamente feliz de ser extra.
– No creo -dijo el mayor-, a menos que se sea un consumado cretino y un bruto sin educación, que se pueda encontrar oficio más idiota, más estúpido y más irracional, en fin y para decirlo todo, que el oficio de extra.
– No debería usted decir eso -dijo, traspasado, el extra. A continuación, con un rescoldo de esperanza, añadió-: Además, es su oficio, ¿no es así?
– ¿El mío? -dijo el mayor-. ¿Yo? ¿El mayor?
Y estalló en una carcajada diabólica.
– Además, ha de saber -terminó diciendo- que tengo un ojo de cristal, y que, por lo tanto, no he oído ni una sola palabra de cuanto me acaba de decir.
Se puso en pie, se sacudió el polvo de las nalgas, y se dirigió hacia la salida.
El extra se quedó solo. Dio algunos pasos por el corredor.
El sábado, y ante el espejo grande, el batería bailaba el minué levantándose las perneras de los pantalones y enseñando los calcetines, y Beatrice le enseñaba movimientos de baile clásico en la barra.
El extra, que seguía dando unos pasos todavía, llegó a encontrarse junto a un montón de cascotes procedentes de la demolición del decorado anterior. Entonces, se hizo con un clavo grande y herrumbroso y se lo tragó, muriendo de esta manera en el veintidós año de su vida.
BORIS VIAN
Nació en Ville d'Avray (Francia) en 1920. A los doce años creó con sus hermanos su primera orquesta. Hacia 1938 empezó a apasionarse por el jazz e inició estudios de trompeta. Se licenció en ingeniería en 1943. Al término de la Segunda Guerra Mundial, colaboró en las revistas Temps Modernes, Combat y Jazz Hot. Tras el éxito de Escupiré sobre vuestra tumba, abandonó su profesión de ingeniero para dedicarse a escribir, además de a otros muchos oficios: crítico musical, traductor, cantante, autor de canciones y director artístico de dos compañías discográficas. Falleció en 1959, en París.