Él hizo un disparo largo con un wedge en el green, le tiró la bolsa de los palos y se alejó.
Gracias a Torie, Spence y Kenny lograron una victoria por un hoyo. Después Meg se dirigió al vestuario de señoras, el cuál técnicamente los empleados no podían usar pero como estaba equipado con una amplia gama de productos de cuidado personal, tristemente ausentes dentro de lo que ella poseía, lo usó de todas formas. Mientras se refrescaba su acalorada cara con agua fría, Torie se unió a ella en los lavabos. A diferencia de Meg, el calor no parecía haber afectado a Torie, quién simplemente se quitó la visera para ajustarse la coleta y luego miró alrededor para asegurarse de que el vestuario estaba vacío. -Entonces, ¿qué hay realmente entre tú y Ted?
– ¿Qué quieres decir? ¿No has oído los rumores sobre cómo manipulé a Lucy para poder quedarme con él?
– Soy mucho más lista de lo que parezco. Y tú no eres una mujer que se enamoraría de un tipo que básicamente odia tus entrañas.
– No creo que él me odie tanto como lo hacía. Ahora es más tu odio común.
– Interesante -. Torie sacudió su largo pelo y luego lo volvió atar.
Meg cogió una toalla del toallero y la pasó bajo el agua fría. -Tú tampoco pareces odiarme. ¿Por qué? Todos los demás en este pueblo lo hacen.
– Tengo mis razones -. Ella ajustó la goma del pelo en su lugar. -Lo que no quiere decir que no te sacase los ojos si en realidad creyese que eres una amenaza para Ted.
– Destruí su matrimonio, ¿recuerdas?
Torie se encogió de hombros sin dar un juicio.
Meg la estudió, pero Torie no estaba mostrando nada. Meg se frotó la fría toalla por la parte de atrás de su cuello. -Ya que estamos teniendo esta profunda e íntima conversación, tengo curiosidad por saber como se sentiría tu marido si supiera que estabas prácticamente desnuda en una habitación de hotel con Ted.
– Oh, a Dex no le importó la parte de la desnudez, acababa de salir de la ducha, pero no estuvo feliz con Ted besándome así, incluso después de explicarle que yo sólo fui una inocente espectadora -. Ella se metió en el servicio más cercano, todavía hablando. -Dex se puso de mal humor e informó a Ted que iba a fijar una línea sobre los besos. Yo le dije a Dex que deseaba que lo hiciera con otra cosa porque, aunque dudaba que ese beso fuera el mejor esfuerzo de Ted, todavía era divertido. Luego Dex dijo que él me mostraría toda la diversión que yo podría aguantar, lo cuál, si conocieras a mi marido, te haría reír, pero Dex estaba molesto porque hace un par de semanas le engañe para quedarse con las niñas mientras iba con Ted a probar el nuevo GPS que había hecho para su camioneta. Dex quería haberlo hecho él.
Esa debía haber sido la noche que Meg los había visto juntos. Ella estaba más que un poco intrigada por Dexter O'Connor. -¿Entonces tu marido sabía que estabas a solas con Ted en una habitación del hotel? -Ella cogió el protector solar. -Debes tener un marido comprensivo.
El inodoro sonó. -¿Cómo que solos? Dex estaba en la ducha. Era nuestra habitación. Ted acababa de llegar.
– ¿Vuestra habitación? Pensaba que vivíais en Wynette.
Torie salio del servicio y la miró con un poco de vergüenza. -Tenemos niños, Meg. N-i-ñ-o-s. Dos fabulosas niñitas que amo con todo mi corazón, pero definitivamente se parecen a mí, lo que significa que Dex y yo intentamos escaparnos, sólo nosotros dos, un par de veces al mes -. Ella se lavó las manos. -Algunas veces pasamos un fin de semana largo en Dallas o Nueva Orleáns. Por lo general, sin embargo, es una noche en el hotel.
Meg tenía más preguntas, pero tenía que guardar la bolsa de Ted y recoger su propina.
Lo encontró en la tienda de golf, hablando con Kenny. Él metió la mano en el bolsillo mientras ella se acercaba. Ella contuvo la respiración. Es cierto que había perdido dos fundas, pero no le había costado ningún hoyo, si ese tacaño…
– Aquí tienes, Meg.
Un total de cien dólares. -Wow -, susurró. -Pensaba que tendría que comprar un aparador antes de poder conseguir este tipo de dinero.
– No te acostumbres -, dijo él. -Tus días como mi caddie han terminado.
Justo entonces Spence entró en la tienda de golf acompañado por una mujer joven vestida para negocios con un vestido negro ajustado sin mangas, perlas y un bolso verde oscuro Birkin. Era alta y con una figura redondeada, aunque no estaba gorda. Tenía unos rasgos fuertes: una cara larga bien definida, cejas oscuras, una nariz importante y una boca llena y sensual. Sutiles reflejos destacaban en su pelo castaño oscuro que se extendía en capas, largos mechones alrededor de su cara. Aunque parecía estar al final de los veinte, transmitía la confianza de una mujer mayor combinada con la sexy seguridad de una joven que solía salirse con la suya.
Skipjack pasó su brazo alrededor de ella. -Ted, ya conocías a Sunny, pero no creo que el resto conozca a mi hermosa hija.
Sunny estrechaba la mano con fuerza, repitiendo cada nombre y guardándolos en su memoria, empezó con Kenny, luego Torie, evaluando a Meg, y haciendo una pausa cuando llegó a Ted. -Estoy contenta de volver a verte, Ted -. Ella lo miró como si fuera una pieza preciada de carne de caballo, lo que ofendió a Meg.
– Yo también, Sunny.
Spence le apretó el brazo. -Aquí Torie nos ha invitado a una pequeña fiesta por el Cuatro de Julio. Una buena oportunidad para conocer a la gente local y a la zona.
Sunny sonrió a Ted. -Suena genial.
– ¿Quieres que te recojamos, Meg? -preguntó Spence. -Torie también te invitó. Sunny y yo estaremos felices de hacer una parada de camino.
Meg puso cara larga. -Lo siento, tengo que trabajar.
Ted le golpeó en la espalda. Muy fuerte. -Me gustaría que todos los empleados del club fueran tan dedicados. -. Él puso su dedo bajo su omoplato, encontrando lo que podría ser un de esos puntos de presión letales que sólo los asesinos conocían. -Afortunadamente la fiesta de Shelby no empieza hasta tarde. Puedes venir tan pronto como salgas de trabajar.
Ella esbozó una débil sonrisa, entonces decidió que comida gratis, su curiosidad sobre Sunny Skipjack y la oportunidad de irritar a Ted superaba a pasar otra noche sola. -Está bien. Pero conduciré mi propio coche.
Sunny, mientras tanto, estaba teniendo dificultades para apartar los ojos de Ted. -Eres totalmente un servidor público.
– Hago lo que puedo.
Los dientes de ella lucían largos y perfectos cuando sonrió. -Supongo que lo menos que puedo hacer es mi oferta.
Ted ladeó la cabeza. -¿Perdón?
– La subasta -, dijo ella. -Definitivamente haré una oferta.
– Me pones en una situación de desventaja, Sunny.
Ella abrió su Birkin y extrajo un panfleto rojo brillante. -Encontré esto en el parabrisas de mi coche de alquiler después de detenerme en el pueblo.
Ted miró el panfleto. Podría haber sido la imaginación de Meg, pero pensó que él se estremeció.
Kenny, Torie y Spence se acercaron para leer por encima de su hombro. Spence miró a Meg de forma especulativa. Kenny sacudió la cabeza. -Esta es la gran idea de Shelby. La escuché hablando de ello con Lady E., pero nunca pensé que llegarían tan lejos.
Torie dejó escapar un grito. -Yo definitivamente voy a hacer una oferta. No me importa lo que diga Dex.
Kenny arqueó una de sus cejas oscuras. -Te aseguro que Lady E. no hará ninguna oferta.
– Eso es lo que tú te crees -, replicó su hermana. Ella le pasó el panfleto a Meg. -Echa un vistazo a esto. Lástima que seas pobre.
El panfleto estaba simplemente impreso en letras negras mayúsculas:
GANA UN FIN DE SEMANA CON TED BEAUDINE
Únete al soltero favorito de Wynette
en un romántico fin de semana en San Francisco.
Turismo, gastronomía,