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– ¿Has oído hablar del artículo en el Wall Street Journal sobre la subasta de Ted? -dijo Sunny mientras se incorporaban a la carretera. -Parte de una serie de eventos creativos para recaudar fondos para caridad.

– No, no sé nada.

Ella conducía con una mano en el volante. -Cada vez que sale una de esas historias, la subasta sube. Toda esa atención nacional la está encareciendo, pero no he perdido en nada desde hace mucho tiempo -. El teléfono de Sunny sonó. Se lo colocó bajo el pelo oscuro brillante que le rodeaba la oreja. -Hola, papá.

Meg se puso rígida.

– Sí, leí la nota y hable con Wolfsburgo -, dijo Sunny. -Llamaré a Ferry esta noche.

Hablaron durante otro par de minutos sobre abogados y el contrato. Los pensamientos de Meg volvieron a Ted, sólo para ser llevada de nuevo a la realidad cuando Sunny dijo, -lo comprobaré más adelante. Meg y yo estamos saliendo ahora -. Miró a Meg y rodó los ojos. -No, no estás invitado a unirte a nosotras. Te llamo después -. Ella escuchó durante un momento, frunció el ceño y luego colgó. -Parecía enfadado. ¿Qué paso entre vosotros?

Meg le dio la bienvenida a la ola de furia. -Tu padre no es bueno recibiendo un no por respuesta.

– Esa es porque es un hombre exitoso. Listo y centrado. No entiendo por qué se lo estás poniendo difícil. O quizás sí.

Meg no quería tener esta conversación y lamentó haber subido al coche. -Querías hablar sobre mis joyas -, dijo mientras giraban hacia la carretera.

– Las estás vendiendo por debajo de su precio. Tus piezas son únicas y tienen mucho atractivo. Necesitas entrar en el mercado de alta gama. Ve a Nueva York. Usa tus contactos para conocer a los buenos compradores. Y deja de malgastar tu mercancía con los de aquí. No puedes conseguir una buena reputación de diseño al Este de quien sabe donde, Texas.

– Gracias por el consejo -, respondió Meg mientras pasaban por el Roustabout. -Pensé que íbamos a tomar algo.

– Un pequeño desvío al vertedero.

– Ya lo he visto y no quiero volver.

– Necesito hacer algunas fotos. No estaremos mucho tiempo. Además, allí podemos hablar en privado.

– No estoy segura de que necesitemos tener una charla privada.

– Te aseguro que sí -. Sunny entró en el camino que llevaba al vertedero. Había recibido una nueva capa de grava desde que Meg había estado allí, esa vez Ted y ella habían hecho el amor contra el lateral de la camioneta. Otra ola de dolor le golpeó en el pecho.

Sunny aparcó al lado de la señal oxidada, cogió la cámara de su bolso y salió, cada gesto, cada movimiento hecho con determinación. Meg nunca había conocido a alguien con tanta auto confianza.

No iba a quedarse en el coche como una cobarde y también salió. Sunny se puso la cámara contra su ojo y enfocó el vertedero. -Esto es el futuro de Wynette -. La cámara hizo clic. -Al principio me oponía a construir aquí, pero después de conocer mejor al pueblo y a la gente, cambié de opinión.

Hizo más fotos, cambiando el ángulo. -En realidad es un sitio único. La base de América y todo eso. Generalmente, papá no se vuelve loco con las ciudades pequeñas, pero todo el mundo ha sido genial con él aquí, y le encanta jugar con los tipos como Dallie, Ted y Kenny -. Ella bajó la cámara. -En cuanto a mí… No es un secreto que estoy interesada en Ted.

– Tú y el resto del universo femenino.

Sunny sonrió. -Pero, a diferencia del resto, yo también soy ingeniera. Puedo conectar con él a nivel intelectual y, ¿cuántas mujeres pueden decir lo mismo?

Yo no, pensó Meg.

Ella caminó hasta detrás de la señal el vertedero y apuntó la cámara hacia las tuberías de metano. -Entiendo la tecnología en la que está interesado -. Hizo clic. -Aprecio su pasión por la ecología tanto a nivel científico como práctico. Tiene una mente increíble y no mucha gente puede seguir el ritmo de ese tipo de inteligencia.

Otra mujer que pensaba que sabía lo él necesitaba. Meg no pudo resistirse. -

¿Y Ted corresponde tus sentimientos?

– Estamos en ello -. Ella volvió a bajar la cámara. -Al menos eso espero. Soy realista. Tal vez no suceda como quiero, pero soy como mi padre. No me retiro ante un desafío. Creo que Ted y yo tenemos futuro juntos e intentaré hacer todo lo posible para conseguirlo -. Ella miró directamente a Meg a los ojos. -Las cartas están en la mesa. Quiero que te vayas de Wynette.

– ¿Ahora? -No veía razón para decirle a Sunny ella estaría de camino si no la hubiera detenido. -¿Por qué?

– No es algo personal. Creo que eres buena para mi padre. Ha estado deprimido últimamente. Por hacerse mayor y todo eso. Has hecho que se olvidara de eso. El problema es que mantienes a Ted alejado de mí. Él nunca admitirá que se apoya en ti, pero es obvio.

– ¿Crees que Ted se apoya en mí?

– He visto la forma en que te mira, la forma en que habla de ti. Sé que tú y Lucy Jorik son muy amigas. Tú le recuerdas a ella y mientras estés alrededor, va a ser muy difícil para él seguir adelante.

Muy lista y aún así tonta.

– Yo también soy creyente de lo que mujeres mirando por el beneficio de mujeres -, dio Sunny. -Estar tanto alrededor de él tampoco es bueno para ti. He escuchado decir a más gente de la que puedo contar que lo tienes embobado, pero las dos sabemos que eso no es del todo cierto. Afrontémoslo, Meg. Ted nunca va a estar contigo. No tenéis nada en común.

Excepto padres famosos, una educación privilegiada, pasión por la ecología y una alta tolerancia por lo absurdo, algo que Sunny nunca comprendería.

– Ted está cómodo contigo porque le recuerdas a Lucy -, saltó Sunny. -Pero eso a todo lo que llegará. Estando aquí te está cortando las alas y haciendo más complicada mi relación con él.

– Tú realmente eres contundente.

Se encogió de hombros. -Creo en ser honesta.

Pero a lo que Sunny llamaba honestidad no era más que cruel desprecio por cualquier sentimiento u opinión que no fuera la suya.

– La sutileza nunca ha sido mi fuerte -, dijo con el orgullo que enarbolaba su propia importancia. -Si estás dispuesta a desaparecer, yo estoy dispuesta a ayudarte a empezar con tu negocio de joyería.

– ¿Dinero de sangre?

– ¿Por qué no? No eres una mala inversión. Incorporando reliquias auténticas a tus piezas, has tropezado con un bonito y pequeño mercado que podría ser muy rentable.

– Excepto por el detallo de que no estoy segura de querer estar en el negocio de la joyería.

Sunny no podía comprender que alguien rechazara un negocio viable y apenas pudo ocultar una mueca de desprecio. -¿Y qué vas a hacer?

Estaba a punto de decirle que se ocuparía ella misma de su futuro cuando escuchó unas ruedas en la grava. Ambas se giraron cuando un coche extraño frenó detrás de ellas. El sol le daba en los ojos, así que no pudo ver quién estaba conduciendo, pero la interrupción no la sorprendía. Los buenos ciudadanos de Wynette no la dejarían a solas con un Skipjack mucho tiempo.

Pero cuando la puerta se abrió, su estómago se revolvió. La persona que salió del sedán oscuro fue Spence. Ella se giró hacia Sunny. -Llévame de vuelta al pueblo.

Pero los ojos de Sunny estaban puestos en su padre mientras él se acercaba, su sombrero Panama ocultando la mitad de su rostro. -Papá, ¿qué estás haciendo aquí?

– Me dijiste que ibas a hacer las fotos hoy.

A Meg no le quedaban fuerzas para hacer frente a esto. -Quiero volver al pueblo ahora.

– Déjanos a solas -, le dijo Spence a su hija. -Tengo unas cuantos cosas que necesito decirle a Meg en privado.

– ¡No! No te vayas.

La alarma de Meg confundió a Sunny, cuya sonrisa de bienvenida a su padre desapareció. -¿Qué está pasando?

Spence inclinó su cabeza hacia el coche de su hija. -Nos veremos de vuelta en el pueblo. Vete.

– Voy donde tú vayas, Sunny -, dijo Meg. -No quiero quedarme a solas con él.