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Rachael trató de separarse de Rio para seguir a su hermano.

– Deja que se vaya. Para él es difícil alejarse de ti después de tantos años. Tiene que estar solo. La gente como nosotros necesita espacio, Rachael. Tiene que encontrar su propio camino. Se ha pasado la vida concentrado en mantenerlos vivos a los dos. Tendrá que adaptarse antes de encontrar una razón para seguir viviendo. La encontrará en el bosque. Todavía no lo sabe, pero el bosque le llamará -le pasó las manos por el cuerpo, inspeccionando los daños después de la larga carrera.

– Necesitas descansar, Rio. Al menos ven a la cama conmigo.

Le pareció bien. Quería acostarse al lado de ella, sostenerla entre sus brazos y sentir su calor después de sentir tanto terror al pensar que alguien la estaba atacando. Permaneció durante mucho tiempo escuchando el gemido del viento entre los árboles. Oyendo el sonido de la lluvia sobre las copas de los árboles. Escuchando el ritmo de su respiración. Manteniendo su suave cuerpo junto al suyo, el pelo de ella entre las manos, su cuerpo rodeando protectoramente el suyo. Recordó haber pensado que la felicidad era una ilusión, que la vida consistía en vivirla hasta que se acabara, sirviendo a su gente. La felicidad era tener a esta mujer entre los brazos. Se concedió el placer de llenarse los pulmones con su olor y sentir la marca de ella en su carne y en sus huesos.

CAPÍTULO 19

Racheal agarró del pasamano y se inclinó para mirar detenidamente el bosque.

– Pienso que voy a volverme loca -giró para reírse de Rio, sentado a mitad del pasamano- ¿Es posible en este enorme bosque? ¡Y no digas que estoy en uno de mis pequeños arranques de mal genio tampoco!

– Seguro. La espera es siempre la parte más difícil. Sabemos que el topo pasó la información, entonces no tendremos que esperar mucho tiempo. Recibí información que Armando y un grupo enorme llegaron y van río arriba. Tenemos a la gente en el lugar vigilándolos. Trajo a cuatro cazadores profesionales, causó problemas con los funcionarios ya que no aprueban esta clase de cosas.

Rachael tembló.

– Saber que ese hombre esta en el mismo bosque es espantoso. Armando es realmente malo, Rio. No le tomará mucho tiempo enviar a sus hombres.

– Lo sé, pero es lo que hemos estado esperando. Esta es probablemente nuestra última posibilidad para un poco de diversión. No están aún en el área.

– Odio esto, Elijah esta cerca y no lo puedo ver.

Rio tomo su mano, sosteniendo su palma abierta sobre su corazón.

– Al menos esto nos ha dado tiempo para que tu pierna sane correctamente.

Ella giró y frunció el seño.

– ¿Correctamente? ¿Es así como lo llamas? Al menos tengo una pierna. Y Fritz está mejor. Salió esta mañana alrededor del alba para cazar con Franz. Pensé que era un buen signo.

Rio tiró de su mano hasta que su cuerpo quedo junto el suyo.

– No tenemos que quedarnos aquí si prefieres ir a jugar -la invitó suavemente.

Rachael alzó la vista, a su irresistible rostro. Conocía cada pulgada de aquella cara, por el tacto, por la visión. Había un destello juguetón en sus ojos, raramente visto por alguien además de ella. Amaba aquel lado infantil, travieso que tenia en momentos inesperados.

– ¿Es seguro?

– En este momento. No espero que Armando venga tan pronto, pero no cambia nada. Espero que el asesino de tu tío venga cualquier día y hora, pero los animales nos alertarán. No tenemos que quedarnos en casa si quieres estirar las piernas y jugar un poco. Tengo uno o dos hermosos sitios que no he tenido oportunidad de mostrarte -Sus dedos frotaron los hilos de su pelo- Hemos estado poniendo toda nuestra energía en los ensayos para la llegada de tu tío y no hemos logrado tener un descanso. La choza temporal esta construida, tenemos a la gente vigilando de arriba a bajo el río y el bosque. Pienso que podemos tomarnos un pequeño descanso.

Rio se había arriesgado solo la noche anterior desde que su hermano había aparecido. No quiso dejarla y sintió que era mejor darle a su pierna una posibilidad para curarse totalmente. La llamada del bosque estaba en él, tentándolo continuamente.

La sonrisa de Rachael se ensanchó y se quito la camisa, arrojándola sin vacilar. Esto dejó su cuerpo sedoso y nada más.

Río sonrió. La respiración de Rachael se entrecorto, se hacía un hábito.

– Tal vez deberíamos quedarnos aquí -murmuró él suavemente. Sus pechos eran hermosos, llenos y maduros y tan perfectos que tuvo que tocarlos. Sus dedos se deslizaron sobre la piel, tirado de sus senos que se erguían solo para él.

– Tal vez no deberíamos. Quiero correr. Puedes esperarme aquí si quieres -Rachael se zafó de su abrazo, disfrutando del camino que tomaba su mirada. Nunca había pensado ser un ser sexual hasta que conoció a Rio. La hizo tan consciente de su propio cuerpo como del suyo. De lo que podrían tener juntos. Se movió atrevidamente, totalmente femenina, agarrándose a una rama encima de su cabeza- Puedes pensar en mí mientras no estoy -bromeó.

– No vas a ninguna parte sin mí -declaró, quitándose deprisa la ropa. Ella cambiaba ya, un leopardo femenino liso con suave curvas, un cuerpo felino construido para la velocidad y resistencia. Saltó a una rama vecina y se inclino para pasar a la siguiente.

Rio no perdió tiempo en doblar su ropa. La llamada estaba sobre él, comenzando en el hueco de su estómago, un deseo incontrolable por la libertad. Sus músculos se torcieron y cambió en el aire, haciendo una zambullida por las ramas debajo de él.

Rachael saltó de rama en rama, totalmente consciente de que Rio la perseguía. Si un leopardo pudiera haberse reído en voz alta, sería ella. No podía creer el giro que había tomado su vida. Había cometido un pequeño error, pensando que su casa era una vieja choza, y este había sido el mejor error que había cometido alguna vez.

Sintió un estallido de felicidad, brillante y perfecto, saltó al suelo del bosque, saltando sobre los troncos de los árboles caídos y arbustos más grandes. Sus garras se clavaban en la vegetación. Rio venía tras ella, un enorme macho con intención de dirigirla.

Rachael comenzó a evadirlo, serpenteando por los árboles, quedándose en el curso que obviamente quería que tomara. Cuando se dirigió en la dirección incorrecta, surgió delante de ella, demasiado grande para evadirlo y demasiado grande para encararlo. No se preocupó, la libertad del juego era maravillosa. El bosque era hermoso, cada detalle vivo y brillante. Jugo con un sapo que no pareció apreciar la compañía y luego corrió hacia adelante cuando Rio olfateo a la pequeña criatura.

Vio el terraplén demasiado tarde, tratando de parar cayó en el foso de agua azul. Era una pequeña caída natural, una palangana formada en la sólida roca. La cascada era suave, la espuma blanca caía en el agua clara. Los helechos brotaban por todas partes, largos y altos como arbustos. Cambiando empezó a reír con tanta fuerza que rodó dos veces más.

Rio la tomo por la cintura, levantándola cerca del borde.

– Eres imprudente, mujer loca. Casi me da un ataque cardíaco -Su voz sonó como un ronroneo en lugar de una reprimenda, una caricia aterciopelada sobre su piel

Rio tocó suavemente su cara, las yemas de sus dedos acariciaban la línea de su mejilla, su mandíbula, su toque era suave como las alas de mariposas que se posaban en los árboles. El impacto era una ráfaga que pasaba como un rayo por su cuerpo. Sus manos se colocaron a ambos los lados de su cara, enmarcándola con ternura mientras lo miraba fijamente a los ojos.

Había tan intenso de amor ahí, en las profundidades de su verde mirada. El deseo y el hambre se quemaban en la profundidad, pero el amor brillaba con una luz intensa que la consumía. Bajó su cabeza despacio hacia la suya. Aquel movimiento sensual hizo que su corazón reaccionara, sintió un estremecimiento exquisito en cada músculo, el calor se extendió. Su cuerpo se inclinó contra el suyo, aunque su piel no la tocó completamente, un soplo de aire había entre ellos, una brisa que abanicaba el calor de su piel. El agua acariciaba sus cuerpos, dejando la espuma que caía como millones de gotitas alrededor de ellos, como dedos en la piel, acariciándolos, un río de sensaciones sobre ellos.