Maybella, que estaba mirando el brazalete de esmeraldas de lady Arbuckle con un poquito de envidia en su corazón, dijo:
– El hijo de Georges Cadoudal. Su padre murió cuando él tenía sólo diez años. Eso significa que ha acumulado odio durante quince años. Qué extraño suena, y aterrador.
– Concuerdo contigo, tía -dijo Corrie y tomó una cucharada de bacalao au gratin del plato ofrecido por el lacayo. -También había una hija. no hemos podido descubrir nada sobre ninguno de ellos.
– Es maligno, maligno -dijo Maybella.
Ninguno de los gemelos hablaba.
Lady Arbuckle finalmente se aclaró la garganta, miró a Judith y anunció:
– Creo que son todo tonterías. No hay venganza en marcha aquí. Estoy convencida de que es algún asqueroso francés de una sociedad secreta francesa empeñada en destruir la misma estructura de la sociedad inglesa. Matar a uno de los principales nobles del reino es su salva inicial.
Con ese anuncio hecho, lady Arbuckle regresó a su filet de pescadilla a la maître d’hotel. Respiró hondo y por un instante cerró los ojos, con los dedos cerrados alrededor de su cuchillo.
Corrie dijo, inclinándose hacia ella:
– ¿Se encuentra bien, milady?
– ¿Qué? Oh, sí, señorita Tybourne-Barrett. La pescadilla quizás sea un poquito demasiado empalagosa para mí, eso es todo.
Judith palmeó suavemente la mano de lady Arbuckle.
– Yo misma la encuentro un poco empalagosa, tía. ¿Por qué no pruebas un poco de pollo fricandó? Me ha parecido bastante sabroso.
Lady Arbuckle aceptó el pollo y asintió mientras masticaba un pequeño trozo.
– Sí -dijo, -es un excelente fricandó. Gracias, querida.
James dijo:
– Es una lástima que lord Arbuckle deba permanecer en Cornualles, señora.
– Ah -dijo Judith, agitando su tenedor, -mi tío adora estar cerca del mar Irlandés. Es más feliz cuando respira ese aire salado, cuando siente los vientos marinos despeinando su cabello. Además, la finca necesita atención constante. No quiere saber nada de que otro se ocupe de sus responsabilidades.
Douglas, que no conocía para nada bien a lord Arbuckle, estaba sinceramente cansado de toda esa conversación acerca de su asesino, y estaba ansioso por enterarse más acerca de esta muchacha que podría convertirse en parte de su familia.
– Entiendo que usted proviene de Waterford.
Ella asintió, ofreciéndole una sonrisa con hoyuelos que Douglas encontró encantadora.
– Sí, mi familia cría Árabes. Es un buen país para los caballos, sabe, y Waterford es un área excelente.
– ¿Quién está allí ahora? -preguntó James. -Jason me dijo que sus padres están muertos.
– Mi primo Halsey administra las cosas ahora. En cualquier caso, Halsey era el siguiente en la línea cuando mi padre muriera. La granja se llama The Coombes y Halsey es el barón Coombes.
Jason le tomó los dedos y los apretó.
– Judith ha estado sola gran parte de su corta vida, pero lord y lady Arbuckle están ocupándose bien de ella.
– Sí, así es -dijo Judith, y se inclinó para besar la mejilla empolvada de lady Arbuckle. -Mi primera temporada. Nunca pensé que podría pasar, pero mi queridísima tía…
Se quedó callada, con las lágrimas haciendo brillar sus ojos oscuros.
Jason volvió a apretarle la mano y luego se lanzó a uno de sus temas favoritos… caballos. Quería visitar The Coombes, ver la operación de la granja, examinar los animales.
La conversación continuó hacia la boda de James y Corrie, que se llevaría a cabo en St. Paul’s dentro de tres semanas. Douglas se encogió de hombros.
– Conozco al obispo de Londres, sir Norton Graves, un buen hombre que ofició sus bautismos. Me miró con una ceja levantada cuando le informé que no había gran abundancia de tiempo, y por consiguiente no tuve más opción que contarle exactamente por qué su matrimonio era más bien apresurado. Resulta, naturalmente, que él ya se había enterado de la mayor parte de lo que había sucedido, aunque inclinado en una dirección mucho más escandalosa. Sir Norton tiene muchos oídos en la sociedad, y hay que reconocerle que rara vez cree lo que oye. James pidió que él oficiara, y él estuvo de acuerdo.
Corrie se ahogó con una croqueta de ostra. James inmediatamente le palmeó la espalda.
– ¿Estás bien?
– Oh, sí. Es sólo que tener a tu padre hablando sobre nuestro casamiento de un modo tan natural… a veces aún no puedo creer que sucederá. Santo cielo, en sólo tres semanas. Me cerró la garganta por un momento.
James dijo:
– A mí también me cierra la garganta. No te aflijas. Lo superaremos. Ahora, sé que querías al menos mil personas desbordando St. Paul’s, todos ellos aplaudiendo y saludándote al pasar pero, Corrie, no podrá ser.
– ¿Tal vez quinientos?
James se rió y su madre dijo:
– Maybella y yo creemos que será mejor si tenemos aproximadamente treinta personas para presenciar nuestro drama.
James dijo:
– Pediré a varios miembros de la Sociedad Astrológica que vayan. Deseo que los conozcas. Ah, ¿tal vez podrías ir a una reunión conmigo, el próximo miércoles?
– Y les demostraré que obtendrás la esposa perfecta. Yo misma escribiré y presentaré un trabajo -dijo Corrie, y se veía tan pícara que Jason casi escupió un trago de vino sobre el mantel de su madre.
– Sí -dijo James, su voz tan seria como la de su tío Tysen cuando miraba el pecado a la cara, -creo que deberías. Ya he escrito acerca del fenómeno de la cascada. ¿Qué te gustaría presentar al grupo docto?
Corrie lo pensó un poco mientras observaba el ganso asado en su plato. Tomó un pancito, lo agitó hacia James y dijo:
– Quiero hablar sobre cómo los vampiros sólo pueden salir por la noche bajo la brillante luz de la luna, pero no de día, cuando el sol pega fuerte. Eso es, cuando pega fuerte sólo ocasionalmente aquí en Inglaterra, lo cual hace que me pregunte si los vampiros ingleses tienen más libertad de movimiento que, digamos, los vampiros del desierto de Sahara.
James puso los ojos en blanco.
– No más sobre Devlin Monroe. Lo vi rondándote ayer. ¿Qué quería?
– Intentó convencerme de que sería un mejor esposo que tú.
James, que tomó el cebo con rapidez, casi se puso de pie de un salto.
– Ese maldito sinvergüenza. Eso es más que suficiente, eso es…
– Eso es una broma -dijo Corrie y le ofreció una de sus muecas patentadas, que él no había visto desde antes de que ella llegara a Londres.
En medio de las risas, Alexandra condujo a las damas fuera del comedor, dejando a los caballeros con su oporto.
– Me atrapó -dijo James, con el rostro colorado, mirando fijamente su copa de oporto.
– Sí, es bastante buena en eso -acordó su hermano, -lo ha sido durante años. -Suspiró. -Desafortunadamente, creo que Judith es tan habilidosa como Corrie. Ella también podría provocar a un hombre muerto, hacerlo saltar, maldecir y temblar hasta los huesos.
– Sí, la he visto hacerlo -dijo James. -Pero me pregunto qué trama Devlin Monroe.
– Nada -dijo Simon. -Absolutamente nada. Yo mismo hablé con él, le dije que Corrie había estado enamorada de ti, James, desde que tenía tres años, a lo cual Devlin respondió que Corrie era demasiado inmadura en las costumbres de los hombres y el mundo como para saber cómo eran las cosas, que era demasiado joven para ser forzada a este matrimonio, que estaba aprovechándose flagrantemente de ella, y que yo debería desafiarte a un duelo y dispararte. Por un momento pensé que el pobre muchacho estallaría en lágrimas. Pero entonces se compuso y dijo que era un encantador día nublado, si no estaba yo de acuerdo. Claro que estuve de acuerdo. Casi todos los días está nublado. No quería más de su melodrama. Quería que se marchara. ¿Crees que realmente es un vampiro?
¿Corrie había estado enamorada de él desde que tenía tres años? Una niña que adoraba a un hermano mayor, sí, podía verlo, ¿pero era así como su tío lo veía? ¿Ella lo amaba? ¿Como hombre?