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– Sí -dijo Judith. -Incluso le dije que no sería sano para su alma matar a su propio padre. Me creyó.

Douglas se había movido un poquito más lejos de Jason.

– ¿Louis es tan tonto que realmente cree estas mentiras que le han contado?

– ¡No es tonto, maldito sea! La verdad es que yo quería matarlo. Ya estoy realmente cansada de todo esto. Jason, tú no debías estar involucrado. Lamento eso, pero hará las cosas más sencillas para Louis cuando regrese a reclamar su título.

Jason dijo, su voz baja y feroz:

– Se mienten a sí mismas, las dos. Inglaterra caerá al mar antes que Louis Cadoudal se convierta en el conde de Northcliffe.

– Oh, sucederá, Jason. Sucederá.

Marie sonreía mientras levantaba su derringer.

Douglas dijo rápidamente:

– ¿Por qué endilgas esta farsa a dos niños inocentes, Marie? Quería lo que no era suyo, estaba amargada porque era una bastarda, su madre era pobre. Vio la oportunidad y la tomó.

– Qué inteligente cree que es, milord. Cuando descubrí cómo había estado involucrada Janine con usted, cuando finalmente me dijo cómo le había mentido a Georges, fue entonces que empecé a pensar lo que podía salir de eso. Sólo un tonto no se arriesga cuando hay una ganancia tan grande.

Douglas miró nuevamente a Judith.

– Ella ha hecho que quieras ser una asesina. Aún puedes detener esta locura, Judith.

– Lamento decir, milord, que estuve inmediatamente de acuerdo cuando ella me presentó sus planes. ¿Soy mala? Oh, sí, eso creo.

Su sonrisa era tan encantadora, sus ojos llenos de inteligencia, belleza y astucia. Pero había mucho más. Jason lo veía claramente ahora, veía la oscuridad en ella, y después de eso, nada más.

Judith le sonrió, una sonrisa llena de tanto desprecio que él la sintió hasta su alma.

– Nunca pude distinguirlos, no como Corrie, que puede saber cuál es cuál por sus sombras. Ahora no te muevas. Soy una excelente tiradora, como mi tía. Su plan podría haber funcionado si James hubiese estado aquí, y ese tontito corredor de Bow Street.

Jason se encontró con los ojos de su padre y asintió, nada más.

Douglas dijo lentamente:

– ¿Entonces lady Arbuckle es otra víctima?

– Bueno, ella no es mi verdadera tía. Sólo miren ese rostro suyo, la vieja vaca fea. Para obtener su cooperación, mi hermano y dos de sus amigos se apoderaron de su casa en el campo, Lindsay Hall, en St. Ives. Ella debía presentarme a la sociedad de Londres, y yo los conocería. A cambio, su esposo viviría. Un intercambio justo, ¿no les parece?

– ¿Y está vivo lord Arbuckle?

– No lo sé -dijo ella.

Douglas le dijo a Judith, aun mientras se movía otro par de centímetros más lejos de Jason:

– Le ordenaste a lady Arbuckle que se mantuviera alejada de la familia, ¿verdad? Y por eso es que se ha quedado en su dormitorio.

– Sí, milord. Ya no la necesitaba. Tenía a mi verdadera tía aquí, ya totalmente aceptada en su precioso hogar. Annabelle Trelawny… qué nombre estúpido, pero uno que creyó que Hollis encontraría romántico, y así, ese patético anciano.

– No es tan patético, Judith -dijo Marie. -Todavía tiene la mayoría de sus dientes. Casi tantos como yo.

Judith se rió, una risa despectiva que convirtió todo el crudo dolor y el miedo que paralizaba el alma de Jason en furia. Sintió otro estallido de rabia por Hollis, un hombre tan bueno y honorable, su alma brilló a través de sus ojos.

Jason quería arrojarse encima de ella, ponerle las manos alrededor del cuello y apretar hasta quitarle la vida, pero su padre lo tomó del brazo y lo sostuvo.

Marie dijo:

– Fue un gusto escucharlos enredándose, saber que podría haberlos envenenado a todos en cualquier momento, pero Judith quería matarlo, así que, ¿qué podía hacer? No se mueva, milord, porque si ella falla, entonces seré yo quien le dispare.

Douglas dijo:

– ¿Quiere saber lo que veo, madame? Veo a una jovencita que quiere lo que no es suyo y que está preparada para matar para obtenerlo, a una joven que ha sido convertida en un monstruo. Igual que usted, su tía. ¿Georges vio alguna vez cómo era usted realmente, madame?

– Sí, pero no importó. La locura lo tenía atrapado, lo convertía en una criatura patética. Pero aguantaba, recordando partes, diciendo cosas a Louis que no debería haber dicho. Me costó muy poco contratar a un hombre para asesinarlo.

A Judith no parecía importarle que su tía hubiese matado a su padre. Dijo:

– ¡Suficiente! No deseo matar a todos en esta casa. Debo dispararle, milord. -Echó un vistazo a Jason. -Y me temo que a ti también, Jason. Una pena. Realmente eres un muchacho hermoso.

Louis Cadoudal estaba casi loco. James sentía un miedo paralizante, sentía su corazón palpitando pesadamente contra su pecho; no quería morir; no quería dejar a su familia, dejar a Corrie. En ese instante, James vio el rostro de Corrie, la vio sonriéndole, tocándolo, besándolo. Lo amaba, siempre lo había amado, pero ahora lo amaba como una mujer ama a un hombre. Y él daría su vida por ella, siempre lo hubiera hecho. Había sucedido tan de repente, este conocimiento de que no querría seguir si ella ya no estuviera en su vida. Y sabía que si algo le sucedía, eso destruiría a Corrie.

James sintió calma fluir dentro suyo y resolución. No iba a dejar a Corrie, jamás. Sabía que tenía que controlar a este demente, y eso significaba mantenerlo hablando. Le dijo tranquilamente:

– Sabes, Louis, tu inglés es bastante fluido. ¿Cómo lograste eso?

Y mientras hablaba, sus dedos estaban escudriñaban el viejo heno que cubría el piso podrido para encontrar algo, cualquier cosa, que lo ayudara.

Gracias a Dios, sirvió. Louis Cadoudal respiró hondo, el fuerte color en su rostro se apagó, e incluso se rió.

– Después de que mi padre murió, fuimos a España. Y después de eso, a Irlanda. Incluso tuve un tutor inglés. Como era joven, aprendí a hablar tu ridículo idioma sin acento. Si te lo preguntas, mi padre tenía primos irlandeses ricos, una cosa muy buena. Mi pobre padre, cómo quería quedar en la historia como el hombre que despachó a Napoleón. Pero no fue así. Amaba a los ingleses, quería que yo fuera un caballero inglés, y parece que es exactamente eso lo que sucederá.

– No lo creo. Todos saben acerca de ti, Louis. ¿Cómo puedes imaginar que simplemente puedes matarnos a mí y a mi padre, presentar líneas de matrimonio falsificadas a los magistrados, y esperar que te den la bienvenida en el rebaño?

– Qué arrogantes son ustedes, los nobles ingleses. ¿Crees que soy estúpido? Los mataré a ti y a tu padre, y luego simplemente me marcharé. No regresaré por varios años, pero cuando lo haga, tendré testigos que dirán que estuve en Italia, y que acabo de descubrir las líneas de matrimonio en los baúles de mi madre muerta. Podrá haber quienes sospechen de mí, pero no habrán pruebas. Tu hermano, Jason, será el conde. Él dimitirá, naturalmente… si nosotros y nuestra tía decidimos dejarlo vivir.

¿Quiénes son “nosotros”?

– Mi hermana y yo, por supuesto. Ella está, en este momento, despachando a nuestro padre al infierno, donde pertenece merecidamente. Judith me dijo que no quería la sangre de mi padre en mi alma, como si me importara. Y te unirás a nuestro padre en el infierno en breve, hermano.

James quería estar sorprendido, pero no lo estaba. En algún, muy profundo, se lo había preguntado.

– ¿Estás diciéndome que Judith McCrae es tu hermana?

– Sí, por supuesto. Dejará a lady Arbuckle a debido tiempo, otro peón que ha representado su rol lo suficientemente bien, y vendrá a Europa conmigo con nuestra tía, a quien conoces como Annabelle Trelawny. Finalmente ambas regresarán conmigo y tomaran su sitio a mi lado.