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– Creo que lo has soñado -le contestó el comisario-. Que yo sepa, no han colgado a nadie.

– Yo lo he visto -insistió el Loco-. Fue horrible. Pero presten atención. Sólo ha sido uno más de los sueños del pobre Loco -dijo, y su cara cambió de expresión-. Déjeme ir, señor. Tengo que ir a echar de comer a los cerdos.

– ¡Por todos los santos! -exclamó el comisario Blundell-. Y ¿qué se supone que debemos hacer con esa información?

Wimsey agitó la cabeza.

– Creo que vio algo porque si no, ¿cómo podría saber que en el arcón faltaba una cuerda? Sin embargo, de lo de colgar, nada de nada. Está obsesionado con eso. Tiene el complejo del ahorcado, o como quiera que lo llamen. A ese hombre no lo colgaron. ¿De qué lunes por la noche cree que habla?

– El 6 de enero no puede ser. Lo enterraron el 4, por lo que hemos podido deducir. Y tampoco creo que fuera el 30 de diciembre, porque Legros llegó el 1 de enero, si el hombre que usted vio era Legros. Además, con lo del cerdo hervido, no sé si se refiere al domingo o al lunes.

– Yo sí -dijo Wimsey-, El domingo comió cerdo hervido con verduras y Parson le dijo que debía dar las gracias y así lo hizo. Y el lunes comió el cerdo frío con judías, posiblemente enlatadas, si no me equivoco mucho respecto a la mujer de campo moderna, y sintió la necesidad de volver a dar las gracias. Así que regresó a la iglesia para hacerlo en el lugar correcto. Sería de noche, si dice que la luz de la sacristía estaba encendida.

– Ya. El Loco vive con una tía; es buena mujer aunque no demasiado estricta. Él siempre se escapa por la noche. Esta gente son muy astutos. Entonces, ¿de qué noche hablaba?

– Del día siguiente a que Parson dijera el sermón de agradecimiento -respondió Wimsey-. Gracias por Navidad. Pudo ser el 30 de diciembre. ¿Por qué no? No sabemos si Legros llegó antes del 1 de enero. Ese día llegó Cranton.

– Pero yo pensaba que ya habíamos dejado a Cranton fuera de juego y que, en su lugar, habíamos puesto a Will Thoday -replicó el comisario.

– Entonces, ¿a quién me encontré yo en el puente?

– Debió de ser Legros.

– Es posible, aunque sigo pensando que fue Cranton, o su hermano gemelo. Pero, si me hubiera encontrado con Legros el 1 de enero, entonces Will Thoday no podría haberlo colgado el 30 de diciembre. Y, en cualquier caso, no lo colgaron. Además -añadió Wimsey con aire triunfal-, todavía no sabemos de qué murió.

El comisario hizo una mueca.

– Lo que creo es que debemos encontrar a Cranton sea como sea. Y en cuanto a lo del 30 de diciembre, ¿cómo puede estar seguro de eso?

– Le preguntaré al párroco qué día dijo el sermón de agradecimiento. O a la señora Venables. Es más probable que ella lo recuerde.

– Yo será mejor que vuelva a hacerle una visita a Thoday. Aunque no me creo ni una palabra de lo que ha dicho el Loco. ¿Y qué hay de Jim Thoday? ¿Cómo encaja en todo esto ahora?

– No lo sé. Pero hay algo de lo que estoy seguro: los nudos en la cuerda de Gaude no los hizo ningún marinero. Eso se lo prometo.

– ¡Ah! Pues qué bien -dijo el comisario.

Wimsey volvió a la vicaría y encontró al párroco en su estudio, muy ocupado confeccionando al detalle un carrillón para Treble Bob Major.

– Un momento, milord -dijo, ofreciéndole tabaco-. Sólo será un minuto. Estoy escribiendo esto para enseñarle a Wally Pratt cómo hacerlo. El pobre se ha liado, como se suele decir. Pero bueno, ¿qué ha hecho este hombre aquí? La novena entrada debería empezar con el cambio de la reina; a ver… 51732468, 15734286, los primeros terceros y cuartos están bien… 51372468, 15374286, y los primeros cuartos y terceros también… 13547826. ¡Ah! ¡Aquí está el problema! La octava tendría que ir detrás. ¿Qué ha pasado? Menuda cabeza tengo. Ha olvidado incluir el Bob. No puede ir detrás si no la llaman -comentó, haciendo una raya con tinta roja en la parte inferior de la página, y empezó a escribir combinaciones numéricas a toda velocidad-. 51372468, 15374286…, y ahora sí que viene volando, 13572468. Eso está mejor. Ahora vuelve a ser lo mismo en la segunda vuelta. Sólo voy a verificarlo. Segunda a quinta, tercera a segunda, eso es, y así obtenemos 15263748, con Tittums al final de la segunda entrada, y repetimos otra vez. Sólo me falta anotar los finales para que los practique. Segunda a tercera, tercera a quinta, cuarta a segunda, quinta a séptima, sexta a cuarta, séptima a octava y octava a sexta para la entrada sencilla otra vez. Luego el Bob. Sencilla, Bob, Bob, tres sencillas y Bob. No puedo entender por qué sale tanta tinta roja cuando entra en contacto con el papel. ¡Mire! Ya me he manchado el puño de la camisa. Luego la campana viene por el medio, delante, detrás y vuelve a su sitio. Repetir dos veces. Un carrillón precioso -apartó varias hojas llenas de números y se manchó los pantalones con un poco de tinta roja que llevaba en los dedos-. Bueno, ¿qué tal está? ¿Puedo ayudarlo en algo?

– Sí, padre. ¿Podría decirme qué domingo de invierno dijo el sermón de agradecimiento?

– ¿El de agradecimiento? Es uno de mis favoritos. Ya sabe que hay mucha gente que se queja de verdad, pero si lo piensa, todos podrían estar mucho peor. Incluso los granjeros. Como les dije durante el último festival de la cosecha… ¡Oh! Me ha preguntado por el sermón del agradecimiento, bueno casi siempre lo digo aproximadamente por las fechas del festival… ¿Ya hace tanto? Déjeme pensar. Mi memoria empieza a no ser demasiado fiable… -Se fue hacia la puerta y se asomó-: ¡Agnes, querida! ¡Agnes! ¿Puedes venir un momento, por favor? Seguro que mi mujer lo recuerda… Querida, siento mucho interrumpirte pero ¿recuerdas cuándo dije el sermón del agradecimiento este invierno? Mencioné algo en el discurso de las ofrendas, ¿lo recuerdas? No es que tengamos ningún problema con las ofrendas en la parroquia. Nuestros granjeros están muy sensibilizados. Un hombre de St Peter vino a hablar conmigo de esto, pero yo le dije que la reforma de 1918 se había hecho para beneficio de los granjeros y que si creía que tenían motivo para quejarse de la Ley 1925, que propusieran una nueva reforma. Pero le dije que la ley es la ley. Le aseguro que con lo de las ofrendas soy inflexible. Inflexible.

– Sí, Theodore -dijo la señora Venables con una sonrisa irónica en la cara-. Pero si no les avanzaras el dinero para pagar la ofrenda tan a menudo, seguramente no serían tan razonables.

– Eso es distinto -repuso el párroco-. Bastante distinto. Es una cuestión de principios y un pequeño préstamo personal no tiene nada que ver con esto. Incluso la mejor mujer del mundo no siempre entiende la importancia de un principio legal, ¿no es cierto, lord Peter? Mi sermón giró alrededor del principio. El texto decía así: «Rendíos al césar». Tanto si la generosidad de la reina Ana es como la del césar o como la de Dios, debo admitir que a veces siento que fue mala suerte que pareciera que la Iglesia se había puesto del lado del césar, y que esa falta de atributos y principios…