Rápidamente escribió dos columnas.
– Rellenaría los otros espacios con letras sin sentido; así: XLOAMP, JQIWCN, NAEMEB, TSHRZP, etcétera. Entonces lo escribiría todo en un párrafo, dividiéndolo para que parecieran palabras.
– ¿Por qué? -preguntó el párroco.
– Oh, sólo para hacerlo más difícil. Podría escribir, por ejemplo, XLOAMP, MPJQI., WCN M EBTS! HRZP, y así hasta el final. No importa lo que ponga. La persona que recibiera el mensaje, lo volvería a dividir en columnas de seis letras y sacaría el mensaje recorriendo la posición de la campana número 5. Así:
123456
213546 – - -V-
231456 – - – -E
324156 – - – -N
342516 – - -I-
435216 – -T- -
453126 -E- – -
543126 A- – - -
514236 D- – - -
152436 -O- – -
125346 – -R- -
215436 – -E- -
251346 -M- – -
523146 U- – - -
532416 S- – - -
Etc
– ¡Dios mío! -dijo el señor Venables-. ¡Es cierto! Qué ingenioso. Y supongo que con un poco más de ingenuidad, puede escribirse un mensaje superficial que pueda provocar equívocos. Es más, ¿no se podría extender esta idea y escribir un mensaje que, en apariencia, fuera completamente inofensivo?
– Por supuesto. Así debe de ser -respondió Wimsey, pasando el dedo por la nota de Jean Legros.
– ¿Ha probado…? Bueno, le pido disculpas. Le estoy entreteniendo. Pero ¿ha probado este método con la nota?
– En realidad, no -admitió Wimsey-. Sólo lo he pensado. Además, ¿qué sentido tendría enviarle un mensaje como éste a Cranton que, posiblemente, no tendría ni idea de campanas y carrillones? Y debería escribirlo un campanero, y no tenemos ninguna razón para pensar que Jean Legros lo fuera. Aunque también es cierto que tampoco tenemos ninguna razón para pensar lo contrario.
– Pues, entonces, ¿por qué no lo intenta? Creo recordar que me dijo que la nota la encontraron en el campanario. ¿No es posible que la persona que la recibió, aún sin ser campanero ni saber cómo interpretar el mensaje, lo hubiera relacionado con las campanas y descubriera que la clave para descifrarlo estaba en el campanario? Sé que suena un poco estúpido, pero a mí me parece factible.
Wimsey golpeó con la mano en la mesa.
– ¡Padre, ésa es una idea excelente! Cuando Cranton llegó a Fenchurch St Paul preguntó por Paul Sastre, porque Deacon le había dicho que Sastre Paul o Batty Thomas sabían dónde estaban las esmeraldas. Venga. Vamos a probarlo. Nosotros mismos se lo preguntaremos a Sastre Paul.
– No sabemos el método que usó la persona que escribió el mensaje ni qué campana debemos tomar como referencia. Pero vamos a suponer que serán Batty Thomas o Sastre Paul. Si el método son Gransire Triples, no puede ser Sastre Paul, porque la tenor siempre se toca la última y, en ese caso, deberíamos leer el mensaje siguiendo la última letra de cala columna, y no es así. No apostaría por el método grandsire major, porque aquí no lo tocan nunca. Probemos con Batty Thomas. ¿Qué nos da la séptima campana? CIDLEFERNRNAU. No es demasiado alentador. Tenemos que intentarlo con las otras campanas. No. No. No. ¿Puede haber empezado con un Bob o un Single?
– Seguro que no.
– Bueno, nunca se sabe. No está componiendo un carrillón, sólo está cifrando un mensaje y puede que haga algo poco habitual a propósito.
El lápiz volvió a recorrer las columnas.
– No. Por ahí tampoco. Descartamos los Grandsire. Y creo que también debemos descartar los Stedman, porque implicaría que las campanas significativas estuvieran demasiado juntas. Probemos con un Kent Treble Bob, y primero seguiremos a Sastre Paul, dado que la tenor suele ser la campana guía en ese método. Empieza por el quinto lugar, ese. Luego el sexto, e. Sigue con el séptimo, ese; el quinto, i; y el séptimo, e: «SESIE». Bueno, al menos es pronunciable, que ya es algo. Seguimos por el octavo, ENE; el tercero, TE; y el 6, a: «SESIENTA». ¡Padre, mire esto! Tenemos dos palabras: «SE SIENTA». Quizá se refiere al collar. Sigamos con esto.
El párroco, con las gafas en la punta de la larga nariz, iba de un lado a otro del papel mientras el lápiz trazaba una línea entre las letras.
– «Se sienta en…», esto es un verso del Salmo 99, ¿lo ve? ¿Qué le había dicho? «Se sienta en querubines». ¿Y esto qué puede querer decir? ¡Dios mío! Aquí debe haber un error, la siguiente letra debería ser una ele: «La tierra se estremece».
– Bueno, la ele viene después. Espere un momento. Ahora viene «ALE», no «ALEG»; eso es, «ALÉGRENSE». Lo siento padre, no puede ser que esto esté aquí por equivocación. Sólo un segundo, lo acabamos y después me dice lo que quiera… ¡Oh! ¿Qué pasa al final? ¡Ah, sí! Me olvidaba. Debe ser el final de la entrada. Sí -dijo calculando mentalmente-, y ahora viene la cuarta y la tercera. Aquí lo tiene. Mensaje completado; aunque no me pregunte lo que quiere decir.
El párroco se limpió las gafas y lo miró detenidamente.
– Son versos de tres salmos -dijo-. Qué curioso. «Se sienta en querubines», del Salmo 99, 1. Luego: «Alégrense las islas numerosas», del Salmo 97, 1. Estos dos salmos son parecidos: «Dominus regnavit», «El Señor reinó». Y luego tenemos: «Como torrentes en el sur», del Salmo 126, 5. De «In convertendo», «Cuando el Señor liberó Sión». Este es un caso de obscurum per obscuriora: la interpretación es incluso más complicada que el mensaje cifrado.
– Sí. Quizá los números tienen algo que ver. Tenemos 99.1.97.1.126.5. ¿Debemos tomarlo como un número único: 9919711265? ¿O los dejamos como están? ¿O los dividimos? Las posibilidades son casi infinitas. O quizá los tendríamos que sumar. O convertirlos en letras con algún sistema que todavía no hemos descubierto. No puede ser tan sencillo como seguir el orden alfabético. Me niego a creer un mensaje así: IIAIGIABFE. Tendré que darle unas cuantas vueltas más. Pero usted ha estado prodigioso, padre. Debería dedicarse a descifrar códigos.
– Fue pura casualidad, y todo por culpa de mi poca visión. Es curioso. Me ha dado una idea para un sermón sobre el diablo que queda anulado por el bien. Aunque nunca se me hubiera ocurrido que se pudieran construir mensajes cifrados a partir de un carrillón. Es muy ingenioso.
– Todavía podría haberlo sido más. Se me ocurren mil maneras de mejorarlo. Suponga que…, aunque… no voy a perder el tiempo con suposiciones. Ahora sólo quiero saber qué demonios tengo que hacer con esto: 99.1.97.1.126.5.
Apoyó la cabeza en ambas manos y el párroco, después de observarlo durante unos minutos, se fue a la cama sin hacer ruido.
Novena parte
Deje que la campana a la que la Treble adelanta toque en tercer lugar, y luego regrese atrás.
Rules for Change-Ringingon Four Bells
– Míe gustaría -dijo Emily, entre sollozos- que me pagaran y marcharme esta misma semana.
– ¡Por todos los santos, Emily! -exclamó la señora Venables, que pasaba por delante de la cocina con un cubo de comida para los pollos-. ¿Qué te pasa?
– Estoy segura de que no tengo derecho a hablarles así a usted y al párroco, porque siempre se han portado muy bien conmigo, pero si el señor Bunter va a hablarme así, teniendo en cuenta que no soy ni quiero ser su sirvienta, ni servirlo forma parte de mis obligaciones, pero ¿cómo iba yo a saberlo? Me hubiera cortado la mano derecha antes que desobedecer a milord, pero tendría que habérmelo dicho y no fue culpa mía, así se lo he dicho al señor Bunter.