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– Pero tenemos las esmeraldas -dijo el comisario.

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Un breve repique de Stedman’s triples

(Cinco partes)

840

Cuando la parte termina:

561234

345162

621345

451623

231456

Campana guía: Treble

Tócala en el último giro entero, fuera deprisa, dentro despacio,

el segundo medio giro y fuera despacio. Repetir cuatro veces.

Troyte

Primera parte

Trabajo rápido

El trabajo de cada campana se divide en tres partes:

el trabajo rápido, esquivar y el trabajo lento.

Troyte

Lord Peter Wimsey pasó un día y una noche muy inquieto y, durante el desayuno del día siguiente, siguió estando preocupado.

En cuanto pudo, se metió en el coche y se fue hasta Leamholt.

– Comisario -dijo-. Creo que he sido el burro más absoluto y con menos escrúpulos que jamás ha rebuznado debajo de la piel de un detective. Sin embargo, he resuelto todo el problema, con una excepción mínima. Posiblemente usted también lo ha hecho.

– Adelante -le animó el señor Blundell-. Como usted, soy todo oídos. Por cierto, ¿qué es lo que no ha resuelto?

– Bueno, pues el asesinato -admitió, con una tos de vergüenza-. No puedo imaginarme quién o cómo lo hizo. Aunque eso, como yo digo, es una nimiedad. Sé quién es el hombre que murió, por qué lo ataron, dónde murió, quién envió el criptograma a quién, por qué Will Thoday sacó doscientas libras del banco y después las volvió a ingresar, por qué Jim Thoday perdió el tren, por qué vino Cranton, qué hizo y por qué miente al respecto y cómo llegó la botella de cerveza al campanario.

– ¿Algo más?

– Ah, sí. Por qué Jean Legros no reveló nada de su pasado, qué hacía Arthur Cobbleigh en el bosque de Dartford, a qué se refería el loro y por qué los Thoday no acudieron a misa el domingo por la mañana, qué tiene que ver Sastre Paul con todo esto y por qué el cadáver tenía la cara destrozada.

– Excelente. Usted es una enciclopedia andante, ¿no? ¿No podría ir un paso más allá y decirnos a quién le tenemos que poner las esposas?

– Lo siento. No puedo hacerlo. ¿Es que no puedo dejarle la guinda a un buen amigo?

– Está bien. No sé de qué me quejo. Explíqueme el resto y quizá podamos terminarlo nosotros mismos.

Lord Peter se quedó callado unos instantes.

– Mire, comisario -dijo al cabo-. Va a resultar una historia muy dolorosa. Creo que me gustaría verificar algunos puntos antes de explicárselo todo. Aunque, primero, ¿me haría un favor? Tiene que hacerlo de cualquier manera, pero prefiero no decirle nada hasta que lo haya hecho. Después, le explicaré lo que quiera.

– ¿Y bien?

– ¿Puede enviarle a Suzanne Legros una fotografía de Arthur Cobbleigh a ver si lo reconoce?

– Eso tenemos que hacerlo de todos modos. Es algo rutinario.

– Si la identifica, perfecto. Pero si se sorprende y no lo conoce, ¿puede darle esta nota, tal como está, y observar su reacción cuando la abra?

– Bueno, no sé si podré hacerlo personalmente, milord, pero me encargaré de que monsieur Rozier lo haga.

– Perfecto. ¿Y puede enseñarle el criptograma, también?

– Sí, claro. ¿Algo más?

– Sí -respondió Wimsey más despacio-. Los Thoday. Me preocupan un poco. Supongo que los está buscando, ¿no?

– ¿Usted qué cree?

– Excelente. Bueno, cuando los coja, ¿me lo dirá antes de llevar a cabo cualquier acción drástica? Me gustaría estar presente cuando los interrogue.

– Me parece bien, milord. Y esta vez tendrán que darme una versión creíble porque si no, con la ley en la mano o sin ella, conseguiré que me digan algo.

– No creo que tenga ninguna dificultad con eso -dijo Wimsey-. A menos, claro, que tarde más de quince días en cogerlos. Pasado ese tiempo, será más difícil.

– ¿Por qué quince días?

– ¡Venga vamos! -exclamó Wimsey-. ¿No es obvio? Le enseño el mensaje a la señora Thoday. El domingo por la mañana ni ella ni su marido acuden a misa. El lunes toman el primer tren a Londres. Querido Watson, está pasando delante de sus narices. El único peligro real es…

– ¿Cuál?

– El arzobispo de Canterbury. Un prelado muy altivo. Un príncipe arbitrario. Aunque, de todos modos, no creo que piensen en él. Creo que, por ahora, no deberíamos ponerle en antecedentes.

– ¡Sí, claro! ¿Y qué me dice de Mussolini o el emperador de Japón?

– Insignificantes -dijo Wimsey con un movimiento de mano-. Igual que el obispo de Roma. Pero pongámonos a trabajar, Blundell.

– Es lo que voy a hacer. Aunque no creo que salgan del país, de eso podemos estar seguros.

– Sí. Dentro de dos semanas habrán vuelto, pero entonces será demasiado tarde. ¿Cuándo cree que llegará Jim Thoday? ¿A final de mes? Asegúrese de que no les da esquinazo. Tengo una idea que quizá nos pueda servir.

– ¿Cree que es nuestro hombre?

– Para serle sincero, no lo sé. Espero que no. Prefiero que sea Cranton.

– Pobre Cranton -comentó el comisario con perseverancia-. Yo prefiero que no. No me gusta ver que un perfecto ladrón de joyas se desvía de su camino, por decirlo de alguna manera. La verdad, es muy desconcertante. Además, está enfermo. Pero bueno, ya veremos. Ahora mismo me ocupo de lo del tal Cobbleigh a ver qué descubro.

– De acuerdo. Creo que, después de todo, llamaré al arzobispo. Nunca se sabe.

«Está chiflado -se dijo el comisario-. O me está tomando el pelo. Una de dos».

Lord Peter Wimsey se comunicó con el arzobispo y, al parecer, quedó satisfecho con el resultado. También le escribió a Hilary Thorpe para ponerla al corriente del descubrimiento de las esmeraldas. «Así que ya ve, su ojo de detective fue muy provechoso. Supongo que el tío Edward estará muy contento», le decía. En su respuesta, Hilary le informó de que la vieja señora Wilbraham se había quedado el collar y les había devuelto el dinero, aunque sin disculparse ni nada. Lord Peter rondaba por la vicaría como un alma en pena. El comisario había ido a Londres detrás de los Thoday. El jueves, de repente, empezaron a sucederse los acontecimientos.

Telegrama del commissaire Rozier al comisario Blundelclass="underline"

Suzanne Legros no reconoce Cobbleigh identifica foto en sobre sellado como su marido identificación delante alcalde quiere que haga algo más.

Telegrama del comisario Blundell a lord Peter Wimsey:

Suzanne Legros no conoce Cobbleigh identifica hombre foto sellada imposible seguir pista Thoday en Londres.

Telegrama del comisario Blundell al commissaire Rozier:

Por favor devolver papeles inmediatamente detenga Legros a la espera de más información.

Telegrama de lord Peter Wimsey al comisario Blundelclass="underline"

Seguro que a estas alturas ya sabe de qué se trata mire todos registros iglesias.

Telegrama del comisario Blundell a lord Peter Wimsey:

Párroco St Andrews Bloomsbury dice pidieron oficiar matrimonio entre William Thoday Mary Deacon ambos de esa parroquia era Deacon.

Telegrama de lord Peter Wimsey al comisario Blundelclass="underline"

Claro detener Cranton inmediatamente.

Telegrama del comisario Blundell a lord Peter Wimsey:

De acuerdo pero por qué Cranton Thodays localizados y detenidos para interrogatorio.

Telegrama de lord Peter Wimsey al comisario Blundelclass="underline"

Detener Cranton antes nos vemos en Londres.

Después de enviar el último telegrama, lord Peter llamó a Bunter y le dijo que preparara las maletas; luego pidió una entrevista en privado con el señor Venables, de la que ambos salieron afligidos y preocupados.