Asimismo escribe en la carta en cuestión: «Sí, tuve que luchar duramente antes, entre y después de estos éxitos. Empecé teniendo que ganarme la vida, no sólo pensando en el dinero suficiente para ello, sino en el tiempo que necesitaba para escribir, aunque fuera agotándome en horas extraordinarias. He hecho toda clase de trabajos. He servido como criada en casas particulares, he sido oficinista en un despacho comercial, y empleada en una productora cinematográfica, en la que acabé como lectora y correctora de guiones. Aun cuando no llegué a estabilizarme en ninguno de estos empleos, sí que me sirvieron como ayuda temporal para poder escribir mis primeras obras.» La escritora termina su carta a sus lectores haciendo constar que, más que a las críticas favorables de los comentaristas y las polémicas que suscitaron en un principio sus obras, el éxito de ellas se debe al hecho de que cada lector que se sumaba a sus seguidores, se convertía en un propagandista suyo. Por lo general, se consideraban descubridores de un nuevo e importante autor que no dejaban de recomendar a sus familiares y amigos. Así fue como, según hace constar la propia Ayn Rand, adquirió la gran popularidad de que goza.
E.P.