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– Estoy bien, aunque muy fatigada -admitió Cara-. ¿Y tú? ¿Te ha ido bien estando sola?

– Claro -contestó-. Llamé a la casa el otro día.

– ¿Pero no les dijiste a mis papas que no estaba contigo, verdad? -se apresuró a preguntar y luego añadió-. No, no lo hiciste o hubieran insistido que te regresaras de inmediato.

– ¡Quién sabe? -comentó Fabia y le contó a su hermana los problemas que tenía con su auto y que no iba a poder regresar el miércoles, pero que le había dicho a su mamá que como Mariánské Lázne era tan hermoso quería quedarse unos días más y también que ella suponía que Cara volaría directo de Checoslovaquia a Estados Unidos.

– Por eso todavía estás en Mariánské Lázne y no en Praga -fue el único comentario de Cara. Luego tan eficiente como siempre-. Quiero que anotes mi número de teléfono por si me necesitas para algo -decidió y, después de que le dio el número, hizo una pausa para que Fabia lo anotara y preguntó-. ¿Y?

– ¿Y qué?

– ¡No seas tonta! ¿Qué tal es?

– ¿Vendelin Gajdusek?

– ¿Quién más? ¿Qué tal estuvo la entrevista? ¿Pudiste preguntarle todo lo que te anoté?

– ¡Cara! -tuvo que interrumpirla.

– ¿Qué? -gritó y Fabia titubeó porque no encontraba las palabras-. ¿Perdiste la lista de preguntas?

– No, claro que no.

– ¡Gracias a Dios! -suspiró aliviada-. ¿Le preguntaste todo lo que está en la lista?

– Bueno…

– ¿No? -Dios mío, Cara sonaba alterada.

– No se trata de eso -empezó Fabia a decir, segura de que ya no tendría posibilidad alguna de conseguir la entrevista con Ven, pero como Cara tenía bastante de qué preocuparse por la enfermedad de Barney, no quería añadir una preocupación y alterarla más.

– ¿Entonces qué es lo que sucedió? -preguntó y tuvo una idea-. ¿Perdiste, tus anotaciones? -quiso adivinar.

– ¡No! -Fabia lo negó, ya no tenía nada qué perder.

– ¿Arruinaste la entrevista, verdad? -la retó con tono angustiado-. Con un demonio Fabia, era lo menos que podías haber hecho por mí…

– No la he arruinado -trató de intervenir, pero antes que pudiera continuar, Cara habló.

– Lo siento. Estoy segura de que has realizado una entrevista extraordinaria. Es que no puedo pensar con claridad -se disculpó-. No he podido dormir y todo lo demás, de modo que estoy demasiado nerviosa.

– ¿Quieres que vaya yo para estar con ustedes? -se ofreció Fabia desconsolada a causa del sufrimiento de su hermana.

– No, claro que no. Estoy bien, es sólo que esa entrevista significa tanto para mí y todo lo demás, lo único que quería saber era que me podía olvidar de eso y concentrar todas mis energías en Barney.

– Te entiendo -dijo Fabia y, a pesar de la culpa, comprendió que hasta que Barney no se recuperara por completo no iba a confesarle a su hermana su fracaso en conseguir la entrevista.

– Voy a colgar -dijo Cara al fin-. Me apena que no hayas podido ir a conocer Praga, ¿pero te estás divirtiendo allí?

– ¡Mucho! -¿qué más podía decir? Su auto se había descompuesto, les había mentido a sus padres y se las había arreglado para ofender al hombre ante el cual su hermana se hincaría para no ofenderlo, y además le había asegurado a Cara, cuando no existía ni la más remota esperanza, que la maldita entrevista estaba asegurada.

¡Maravilloso! ¡No podía esperar a despertar el día siguiente y ver qué otro desastre le deparaba la vida!

Capítulo 6

Después de unas cuantas horas de sueño inquieto, Fabia despertó afirmando que por el bien de su hermana no podía aceptar el fracaso de la entrevista. Por Cara tenía que volver a intentarlo.

¿Cómo iba a lograrlo si ella estaba en Mariánské Lázne y Ven en Praga? No tenía la menor idea, se dijo mientras bajaba a desayunar. Pero comprendió que después de pasar la noche obsesionada con la misma idea, no podía darse por vencida.

De acuerdo, sin gran esfuerzo había insultado a Ven Gajdusek, ¡pero él le había prometido que iba a pensar si se la concedía o no! Y aunque estuviera de vacaciones y ella lo hubiera ofendido, todavía quedaba abierta esa posibilidad respecto a la entrevista, ¿o no?

A la luz de la mañana, ya no podía permitirse pensar, como lo había hecho de noche después de la llamada; pero no había perdido todas las esperanzas y bebió su café preguntándose, ¿cómo? ¿Cómo, estando ella donde estaba, y estando él tan lejos, iba a lograrlo hacer? ¿Por dónde tenía que empezar?

Después de unos diez minutos de deliberación, Fabia comprendió que primero tenía que hablar con Lubor y preguntar si Ven le llamó también en la noche. Quizá ya tenía alguna idea de cuándo iba a estar de regreso.

No había ninguna garantía de que Lubor se lo revelara si se lo hubiera dicho. Pero según ella, y considerando la lealtad del secretario a su patrón, no creía que sería una traición darle alguna clave de la fecha de su llegada de Praga.

Fabia regresó a su habitación con menos esperanzas aún. ¿Qué pasaría si Lubor le decía que sí sabía, y que Ven regresaría en una semana? Un momento después, Fabia se tranquilizó. ¿Y qué si se tomaba una semana más? Ella podía esperar, ¿o no? ¿No tenía a donde ir sin auto?

En ese instante comprendió que debía adoptar una actitud más positiva.

Cinco minutos después, siendo positiva, había llegado a la conclusión de que, como el tiempo se le iba a hacer eterno si esperaba en Mariánské Lázne a que regresara Ven, y como había muchos trenes en Checoslovaquia, se iría también a Praga. Sabía que la posibilidad de encontrarse a Ven era bastante remota. Pero podía suceder. De todas maneras, como tenía que llenar su tiempo hasta que él regresara, ¿qué mejor que ir a conocer la capital y pasar allí algunos días?

Se sintió mejor habiendo tomado esa decisión; quizá su auto estaría listo para cuando regresara. Tendría que llamar a sus padres, claro, para avisarles que se quedaría unos días más de vacaciones. Pero, por lo pronto sacó la carta que tenía la dirección y el teléfono de Ven.

Esperó hasta después de las diez para pedir al recepcionista que marcara el número de Ven, rezando para que Lubor tuviese muchos asuntos qué atender y estuviera trabajando en domingo.

Cuando le pasaron la llamada y ella levantó el auricular y dijo "hola" comprendió que ya no iba a tener que preguntarle a Lubor cuándo regresaría Ven, porque ya lo sabía. ¡Era él el que le había contestado!

Contuvo el aliento sorprendida, su corazón empezó a latir rápidamente, y su mente quedó en blanco, no se le ocurría nada qué decir. Hasta que Ven bromeó:

– ¡Me estás llamando a mí!

– Ah, sí -ella despertó de su embeleso-, aunque quería hablar con Lubor.

– ¿Quieres hablar con mi secretario? -preguntó con helada hostilidad.

De nuevo Fabia recordó que ese hombre pensaba que ella trataba de conseguir información de él y sintió que la embargaba la ira.

Pero no podía darse el lujo de indignarse, ni de ofenderlo, y respiró profundo para tranquilizarse.

– Para ser más exacta, quería hablar con Lubor para preguntarle si tenía idea de cuándo iba usted a regresar de Praga -siguió un silencio y cuando empezaba a sentir de nuevo ansiedad, él habló.

– ¿Querías verme? -preguntó Ven.

– Sí -respondió Fabia y decidió arriesgarse-. Usted me dijo… -calló pero no debía desperdiciar ese momento, lo sabía-. Es acerca de la entrevista… -intentó ella y se arrepintió.

– ¿Qué, es muy urgente? -gritó él y a Fabia le dieron ganas de darle una bofetada.

Estaba siendo fastidioso a propósito, pensó irritada, pero como sabía que el hombre tenía poca paciencia, trató de recuperar de nuevo la calma.

– Es que estaba pensando que quisiera ir a conocer Praga -se aferró tratando de mantener el control de sí misma-. Si usted fuera tan amable de concederme unos minutos de su tiempo, con gusto pospondría mi viaje -sugirió y añadió en silencio, "o no iría y ya".