Patrick no se sintió ofendido por sus palabras. No pensaba dejarse llevar por la cólera, sino todo lo contrario, parecía calmado y tranquilo. Lil vio la reacción de su hijo y, levantándose de un salto, dijo:
– Estaré abajo si me necesitas. Las chicas necesitan que les den un repaso y, cuanto antes empiece, mejor.
Cuando Lil se encaminó hasta la puerta, Lenny, llevado por la rabia, levantó la mano para propinarle un puñetazo. Jimmy y Patrick se levantaron de su asiento para evitarlo, pero fue ella la primera en reaccionar. Cogió un vaso de whisky del bar y se lo estrelló en la cara con todas sus ganas. Cuando Lenny notó que el vaso se rompía abriéndole una brecha en la cara, se quedó tan consternado que ni se movió. Levantó la mano, se la llevó a la mejilla y vio que la piel le colgaba. Luego se apartó la mano de la cara, vio que la sangre le corría y se dio cuenta de que estaba acabado. Lil había tenido la última palabra y él supo apreciar la ironía del asunto. Se había pasado la vida utilizando a todo el mundo y, desde hacía mucho tiempo, sabía que ese momento le llegaría. Era inevitable. Lo único que jamás había imaginado es que viniese de manos de los Brodies. Sonrió con tristeza, acuciado por el dolor. No obstante, reconocía que Lil estaba en su derecho para propinarle ese golpe, pues la había maltratado durante años.
Lil vio cómo la sangre le chorreaba por la cara. Se le veía el hueso y se sorprendió de no sentir náuseas. Tenía un aspecto horrible, pero no le preocupaba en absoluto. Ni tan siquiera podía sentir rencor por todo el daño que le había hecho. Vio que la camisa que llevaba estaba empapada de sangre y sintió un enorme alivio. Ese hombre la había torturado y, lo que era aún peor, había ignorado a sus hijos, a la sangre de su sangre. Todos aquellos años de abusos se habían acabado de una vez por todas.
– Jódete, Lenny. Jódete, pedazo de cabrón. Tú me quitaste a Pat y tú lo sabías cuando viniste arrastrándote como un gusano a mi casa. Tú me has utilizado y además has disfrutado con ello.
Lenny la miró y empezó a reírse.
– Por supuesto. ¿Quién coño va a quererte a ti y a tu familia? No eres nada más que una puta con un montón de niños. Tienes el coño más grande que el túnel de Dartford y nunca has sido otra cosa que eso para mí.
Patrick se acercó hasta donde se encontraba Lenny. Éste, al ver su mirada, se envalentonó aún más.
– ¿Ésa es tu madre, hijo? Pues no es nada más que una puta, una jodida puta de mierda. Ella ha vendido su coño en este mismo club. Lo que es de extrañar es que no se haya follado hasta al mismo Lance. Seamos sinceros, a él le encantaría. Menudo elemento está hecho. Y no hablemos de las gemelas. Una está zumbada y la otra lesbiana. No formaría parte de la familia Brodie ni por toda la coca de Colombia.
Lenny no comprendía por qué nadie hacía nada para callarle. Iodos estaban de pie, como si fuesen invisibles. Luego se dio cuenta de que Lil había levantado la mano, haciéndoles señas para que no hicieran absolutamente nada. El hecho de que la obedecieran con tanto fervor le sorprendió, pues las mujeres no pintaban nada en su mundo. Él jamás se había preocupado por ninguna en toda su vida.
Ahora se daba cuenta del poder que las mujeres ejercían sobre sus hijos y sus amantes, pero se alegró de no verse reducido a nada tan humillante.
– ¿Y qué pasa con Colleen y Christy? ¿Qué pasa con ellos, Lenny?
Se rió. Ahora empezaba a dolerle de verdad la cara y notaba cómo la sangre goteaba en el suelo. Era surrealista, todo le parecía completamente surrealista.
– ¿Qué pasa con ellos? Pues pasa que no significan nada para mí, igual que tú.
Lo dijo con tanto desagrado, con tanta malicia y odio que Lil no quiso seguir escuchándole más.
– Tú me lo arrancaste todo, Lenny, pero no importa, porque yo al menos tengo a mis hijos y ellos valen su peso en oro.
Le miró y vio la sangre, el sudor y el miedo. Estaba aterrorizado y ella se dio cuenta de que siempre había vivido asustado de algo o de alguien. Hasta el mismo Patrick había muerto a manos de los hermanos Williams porque él no tuvo nunca los cojones de hacerlo solo. El había sido el catalizador de todos los males de su familia y, sin embargo, le había dado dos hijos a los que adoraba.
Su miedo por él había desaparecido. Le había marcado, igual que él a ella. Había tenido a sus hijos con el único propósito de encadenarla, pero había ido demasiado lejos. Su hijo cambiaría completamente el rumbo de su vida y ella se libraría de ese hombre para siempre, de él y de su odio.
– Nos vemos los tres más tarde -dijo mientras se iba.
Lil salió de la habitación, sintiendo una liberación que no había sentido en muchos años. La gente pensaba que la violencia no era la mejor forma de solucionar las cosas, y probablemente tenían razón, pero Lil sabía que las personas de su clase recurrían a ella porque a veces era lo único de lo que disponían.
Lenny la observó marcharse. Tenía el aspecto diabólico de un maniaco. Aterrorizado vio cómo Jimmy Brick y Pat Brodie sacaban unas cadenas muy pesadas de los bolsillos y se las enrollaban en los nudillos. Entonces fue cuando se dio cuenta de que iba a morir con una horrible agonía y después de que le propinasen una buena paliza.
– Me lo voy a pasar en grande, Lenny -dijo Patrick-. No eres nada más que una puta mierda.
Se rió de ellos. Ahora era un hombre con el piloto automático puesto.
– ¿Y qué piensas decirle a tus hermanos, Pat? ¿Qué mataste a su padre? No creo que la idea les agrade mucho.
– A ellos no le importas una mierda. Con lo chicos que son ya se han dado cuenta de que eres un gilipollas.
Patrick agarró la cadena con fuerza y le propinó un cadenazo, asegurándose de que le daría justo donde su madre le había hecho la herida. También había aprendido eso en la cárcel. Si tu oponente tiene una herida, golpéale ahí, el dolor es mucho más intenso. También estaba el aspecto psicológico, ya que, cuando tenemos un corte o una herida, nuestra propia naturaleza tiende a protegerla.
– Vas a morir, Lenny, y, como verás, ninguno de tus hombres está aquí para respaldarte. Ninguno de ellos se ha opuesto a que hagamos lo que vamos a hacer.
Jimmy se rió y Lenny se dio cuenta de que para mañana a esa, misma hora ya estaría muerto.
– Eres un gilipollas de mierda que se ha pasado la vida haciendo lo que se le antoja. Ahora es mi turno -le dijo.
Jimmy tenía la cadena enrollada en la mano, pero también llevaba un cúter con el que le abrió la barriga a Lenny.
Lenny notó el dolor de la cuchilla cuando le abrió la piel y vio cómo Patrick se quedaba mirando como si nada pasara. Se dio cuenta de que realmente era el hijo de Patrick Brodie y no se esperaba menos de él. Ahora se había convertido en un hombre y seguro que recuperaría lo suyo. El sabía que Patrick Brodie había muerto sin implorar ni un solo instante por su vida, sino defendiéndose como podía.
Cuando Patrick empezó a golpear a Lenny, Jimmy retrocedió y observó la escena con interés. Miraba al joven y se dio cuenta de que lograría abrirse camino, ya que, como su padre, estaba hecho para los trapicheos y la cárcel. A los pocos minutos vio que Lenny pedía un poco de piedad, pero al parecer nadie estaba dispuesto a ofrecérsela.
Lil oyó cómo gritaba de dolor, al igual que todos los presentes en el club, aunque nadie hizo mención de ello. Las cabareteras que no estaban alternando con ningún cliente se sentaron en las mesas para fumar y tomar una copa, y actuaron como si nada sucediese.
Lil Brodie, por primera vez en muchos años, se sintió en plena forma. Notaba como su rabia y su odio por Lenny desaparecían con cada golpe y, por muy padre que fuera de sus dos hijos, no pensaba que estuviera haciendo nada malo. Subió el volumen de la música hasta que el sonido de los Stylistics ahogó por completo los gritos de Lenny.
Lenny rogaba clemencia por su vida cuando ellos cantaban Betcha By Golly Wow, canción que a Lil le pareció un justo tributo. Las chicas la miraban con cautela y supo que ellas no le causarían ni el más mínimo problema, pues sabían cómo estaba el marcador de tantos mejor que nadie.