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Cuando Lil se puso detrás de la barra y miró a su alrededor, notó como si la sangre le volviera a correr de nuevo por las venas. Pensó en su esposo y estaba segura de que se sentiría orgulloso de su hijo. Colin, el portero, le guiñó un ojo y ella le sonrió. La vida sería más fácil a partir de ahora y ella había esperado mucho tiempo a que ese momento llegase.

El cuerpo de Lenny jamás lo encontraron. Lo metieron dentro de una máquina machacadora de un desguace del sur de Londres y su ataúd fue el maletero de un Hillman Imp.

Todavía estaba vivo y consciente cuando Jimmy y Patrick lo metieron allí. Patrick era lo que deseaba hacer y Jimmy se sintió muy satisfecho de complacerle. Lo último que Lenny vio en esta vida fue a esos dos hombres riéndose de él antes de cerrar la puerta. Luego oyó el ruido de la trituradora y notó que el coche se levantaba del suelo. Cuando el coche se balanceó en el aire se sintió como encerrado en una jaula de metal y se dio cuenta de que nadie se preocuparía por él, que nadie intentaría nunca descubrir qué le había sucedido.

El ruido del metal aplastándose hasta convertirse en un reducido cubo ahogó por completo sus gritos. El coche se retorcía y se doblaba mientras él se debatía intentando salir de él. Su instinto por la vida era tan fuerte que luchó por escapar hasta el último segundo, hasta que su cabeza quedó completamente triturada y su cuerpo aplastado como un acordeón. Cuando el pequeño cubo en que había quedado reducido el coche pasó a través de la maquinaria y cayó al suelo produciendo un ruido seco, Jimmy vio que Patrick, hacía un ruido sonoro para tragarse los mocos y escupió en él.

Una hora más tarde, Spider se sorprendió de ver a los dos hombres entrar en su club. Nada más verlos se dio cuenta de que todo había acabado.

Capítulo 2 3

Kathleen se había metido en la cama y nadie podía convencerla para que se levantase. Estaba sumamente deprimida. Lance, como siempre, pasaba la mayor parte del tiempo haciéndole compañía. Le hablaba en voz baja durante horas, tratando de que se sintiera más tranquila, facilitando la vida de toda la familia. Lil no tenía paciencia para ello, ya que después de lo que tenía que bregar a diario, los caprichos de una adolescente mimada le sacaban de quicio. El médico decía que estaba deprimida, pero ¿cómo podía sentirse deprimida una niña de su edad? ¿Y por qué iba a estarlo? ¿Por el precio del maquillaje? ¿Por no poder ir a la moda? Le resultaba imposible comprenderlo. Sin embargo, se sentía culpable por su incapacidad para hacerle ver las cosas de otro modo. El doctor le había prescrito unas pastillas.

Ahora se veía obligada a lidiar con toda esa mierda a diario y Annie, siendo como era, también participaba. Se pasaba el día entero con Lance y Kathleen y, por mucho que hubiera cambiado y por muy buena que pudiera parecer ahora, Lil siempre recordaba cómo la había tratado todos aquellos años. Era consciente de que su madre había sido la causa de muchos de los problemas de su vida y, probablemente, también de la de sus hijos.

Lil aún no había asimilado los acontecimientos de esa noche. Aunque su conciencia le decía que no estaba bien lo que habían hecho, sentía un enorme alivio de saber que Lenny Brewster había desaparecido de sus vidas para siempre. Su presencia había sido muy influyente, incluso estando ausente, y su odio parecía envolver la casa como una mortaja. Su desprecio absoluto por sus hijos le había hecho mucho daño, y no sólo a ella, sino también a sus hijos. Se presentaba cuando se le antojaba y su mal humor producía una intensa sensación de incomodidad. Lenny, en cambio, había disfrutado sabiendo el miedo que provocaba y ella se odió a sí misma por permitir que su familia tuviera que pasar por eso. Sus hijos se percataron de su indiferencia desde muy niños, pero a partir de ahora ya no tendrían que soportar nunca más el trauma de saber que andaba cerca, ni tampoco que su ausencia era una forma de castigarles. Su hijo Patrick les había salvado de él, haciendo lo que alguien debería haber hecho muchos años antes: acabar con aquel cáncer que corroía la vida de todos los que tuviera a su alrededor.

Lil estaba en una situación muy penosa cuando Lenny entró en su vida y, aunque sabía que no era el mejor de los hombres, pensó que al menos cuidaría de ellos. Hacerse cargo de la familia Brodie hizo que muchos pensaran que era un hombre bueno y decente, pero nada más lejos de la realidad. Al igual que Patrick, había pensado más en él que en ella y sus hijos, pues, a pesar de ser el amor de su vida, no se había preocupado bastante de su familia y los había dejado completamente desamparados. El debería haberse asegurado que a ellos nos les faltaría de nada, «debería» haberlo hecho, pero no le quedaba más remedio que admitir que no se había molestado ni tan siquiera en pensarlo. No sólo perdió a su marido, al padre de sus hijos, sino que lo perdió todo, viéndoselas negras incluso para llegar a final de mes. Habían tenido cinco hijos, «cinco», y él no había ni tan siquiera hecho un simple testamento. La verdad es que no se había preocupado de su muerte, ni del futuro de sus hijos, y eso le dolía y la desgarraba por dentro cuando pensaba en ello. Le había amado como a ningún otro hombre, lo había sido todo para ella y tenía que reconocer que, mientras estuvo vivo, a ella no le faltó de nada. Sin embargo, con el paso del tiempo se dio cuenta de que tampoco él la había considerado como a una igual, sino tan sólo su «esposa».

Ahora que habían quitado de en medio a Lenny, sintió que la vida le concedía otra oportunidad y no estaba dispuesta a seguir llorando por Patrick y por la vida que había gozado hasta entonces. Su hijo estaba en casa y él se ocuparía de su familia, al igual que había hecho su padre, y esperaba que también cuidase de ella.

Lil subió las escaleras y asomó la cabeza por la puerta para ver a Kathleen. Estaba tendida en la cama, con la cabeza mirando a la pared y con los hombros encogidos bajo las mantas. Tenía una habitación muy agradable, las chicas siempre habían tratado de que su habitación estuviese en buen estado. Lil miró alrededor, como si la viese por primera vez. Estaba limpia, aunque necesitaba urgentemente un cambio de mobiliario. Patrick le había dado dinero suficiente para que pudiera decorar la casa de nuevo, y eso es justo lo que pensaba hacer. Cuando se sentó en la cama, se sintió tan irritada como de costumbre por esa falta de vitalidad en su hija. Trató de ocultarlo como pudo, pero, al ver a esa chica tan guapa con toda la vida por delante tendida en la cama y lamentándose por nada, su enfado aumentó, pues odiaba ver cómo desperdiciaba la vida. ¿Acaso Kathleen era tan joven y estúpida como para no darse cuenta de que la juventud se va volando?

Kathleen abrió los ojos y miró a su madre. Lil vio la misma soledad que había visto en los suyos durante esos años, pero no pudo entenderla. Tenía a su lado a mucha gente dispuesta a ayudarla y, sin embargo, prefería pasar la vida encerrada en su habitación con una tristeza que a ella le hacía sentir cada día más culpable.

Lil trató de controlar su disgusto y, con todo el interés que fue capaz de manifestar, le preguntó:

– ¿Te sientes mejor, cariño?

Kathleen asintió con la cabeza, como si ese gesto fuese una complicada maniobra y la pregunta que le hizo fuese una cuestión de vida o muerte. Lil tuvo que apretar los puños para no dejarse llevar por el arrebato de sacarla de la cama a la fuerza y empujarla hasta la calle para que aprendiera de una vez lo que era la vida real, tanto si quería como si no.

Lil respiró profundamente varias veces, pues, de vez en cuando, sentía esa irritación que apenas lograba controlar. Cuando no lo conseguía, los demás trataban de calmarla y eso le hacía sentirse aún peor. Sin embargo, Kathleen parecía regocijarse en su depresión y eso la exasperaba.