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– ¿Qué has dicho? -volvió a preguntarle.

Ivana se pasó la lengua por los labios de forma un tanto lasciva y Lil tuvo que admitir una vez más que era una joven realmente bella.

– Habla de una vez -le dijo-. No tengo todo el puñetero día.

Ivana respiró profundamente y repitió con voz sosegada:

– Hay un hombre muerto en el sótano.

Lil suspiró pesadamente. ¿Por qué no la sorprendía?

– ¿Estás segura de eso, Ivana? -le preguntó Lil, que sabía que a la chica le gustaba la bebida más de la cuenta y pensó que podía ser efecto del alcohol.

– Por supuesto que sí. Bajé al sótano para ver si estaba Patrick.

Lil asintió. Todas las chicas iban detrás de él, y por algo más que por su atractivo. Ivana prosiguió:

– Y lo vi. Estaba muerto. Luego cerré la puerta y he subido aquí directamente. Tienes que cerrar la puerta, alguien puede bajar y verlo.

Lil miró a la chica de distinta forma. No estaba tratando de ganarse méritos, ni nada por el estilo, sólo parecía realmente preocupada porque alguien pudiera descubrirlo y empezar a causar problemas.

Lil asintió y luego le preguntó con suma tranquilidad:

– ¿Y has reconocido quién era?

Ivana negó con la cabeza vigorosamente.

– No, no le conozco. Es un negro.

Vio que Lil se ponía blanca como la cal y se acercó a toda prisa hasta ella. Lil notó en la voz que estaba verdaderamente preocupada por ella.

– ¿Te encuentras bien, Lil?

Se echó sobre el respaldo y trató de dibujar una sonrisa.

– De acuerdo, Ivana. Gracias por hacérmelo saber.

Ivana la miró a los ojos y Lil se vio a sí misma cuando era adolescente. Se dio cuenta de que eso era lo que le irritaba de ella.

– Escucha, Lil. No se lo he dicho a nadie, y no pienso hacerlo, pero no me trates como a una idiota. He subido para que lo supieras e hicieras algo al respecto.

Lil asintió e Ivana se dio cuenta del cansancio y la preocupación que había impresas en el rostro de aquella mujer. Siempre se había preguntado por qué Lil mostraba tanto desprecio por ella cuando ella la consideraba una mujer modelo.

– Lo sé, cariño. Me aseguraré de que te den algo por ese favor. -Yo no quiero nada, Lil. Lo único que quiero es seguir conservando mi trabajo. Me gusta.

Lil aún se sentía un poco débil, pero se las arregló para poder responder alegremente.

– Por supuesto, corazón. Todavía eres muy joven.

Capítulo 2 5

El detective Scanlon no estaba nada contento, sino todo lo contrario: echaba chispas. Cuando fue citado, pues sólo de esa forma podía calificarlo, se preguntó si aquello no sería una completa tomadura de pelo. Él no era una persona que soportara recibir órdenes, ya que sentía una repulsión innata por cualquier persona que se creyese con derecho a decirle lo que debía hacer.

Mientras estaba sentado en su coche, a las puertas del club del Soho, observando cómo la gente paseaba de un lado para otro, sintió de nuevo un brote de rabia por verse allí. Que un mierda como ése se creyera con derecho a decirle lo que debía de hacer le hizo ver lo mucho que habían cambiado las cosas en los últimos años.

Desde que comenzó en su oficio, siempre se había estado ganando un dinero extra pasando por alto algunos asuntos. A medida que transcurrieron los años siguió aceptando dinero porque había llegado a un punto en que lo necesitaba para mantener el estatus de vida que llevaba.

Nunca había tenido ningún problema, pero, ahora que lo citaban como si fuese un niño de escuela, por otro niño además, se dio cuenta de que las cosas se le iban a poner en su contra. Por un lado, imaginaba que a lo mejor lo llamaban para que realizase alguna labor que justificara el dinero que se había estado llevando durante ese tiempo, lo cual, de algún modo, resultaba hasta razonable. Es posible que hubiese llegado el momento de pagar, cosa que no deseaba en absoluto, pero el propietario de ese local le tenía pillado y eso le hacía lamentar lo que había estado haciendo todo ese tiempo.

Salió del coche, se despidió del sargento y caminó bajo la llovizna hasta que entró en el cálido club. La intensidad de la luz que había en el vestíbulo le cegó los ojos después de haber estado sentado en la oscuridad, armándose de valor. Sintió que los ojos se le ponían acuosos. Tosió nerviosamente al ver a una joven con poco pecho acercarse hasta él. Llevaba el traje ajustado, tenía el pelo largo y teñido y le sonreía amistosamente. Sentada sobre un taburete, detrás de un mostrador recién barnizado, daba la impresión de ser más importante de lo que era. Vio que el gorila de la puerta le miraba con una mirada que denotaba claramente que sabían quién era y a qué se dedicaba. Se sintió un poco avergonzado y le preguntó a la joven por Patrick Brodie. El portero le hizo un gesto con la cabeza y él le siguió a través del club, mirando a las chicas fumar y esperar la llegada de los clientes. Cruzó la sala de baile, donde una stripper estaba agachada, completamente desnuda. Acababa de terminar su número y estaba recogiendo la ropa que había tirado al suelo. La mujer ya no era ninguna jovencita. El espeso maquillaje que le daba ese aspecto glamuroso bajo las luces empezaba a desteñirse, pero miró a Scanlon como si fuese algo que se hubiera encontrado en el interior del zapato. Le hizo sentirse más ruin y traidor de lo que realmente era. Aquel lugar olía que daba asco y se fijó en los hombres que estaban sentados alrededor de la sala de baile. Tenían el aspecto de los hombres que pagan por tener una mujer a su lado, y eso podía percibirse lauto en sus ajustados trajes como en los gastados maletines que sus esposas e hijos, que por cierto no tenían ni idea de dónde pasaban su tiempo libre, les habían regalado.

Una canción de rock sonó a través de los altavoces anunciando a la siguiente stripper. Cuando la joven pasó a su lado, notó su olor a sudor rancio y caramelos de menta.

Llegaron a la parte trasera del club y, cuando bajaron las escaleras que conducían hasta el sótano, se sintió mareado. La bilis se le vino a la boca, quemándole la garganta, pero se la tragó como pudo. Estaba a punto de darle un ataque de nervios y, cuando por fin tocó el suelo, se dio cuenta de que había tocado fondo, literalmente hablando.

Pat Brodie estaba sentado en una mesa, tomando un brandy. Scanlon se sorprendió de ver el aspecto tan viril del muchacho y asintió ligeramente en señal de saludo, pero no recibió respuesta alguna. Pat le miró fijamente y, después de lo que pareció una eternidad, señaló un bulto que había en un rincón y le dijo:

– Todo tuyo.

Después de mirarlo detenidamente, Scanlon se dio cuenta de que era el cuerpo de un hombre muerto.

– Deja de ser tan tonta, Kath, y levántate para salir conmigo.

Eileen notó el tono molesto de su propia voz y trató de calmarse, a pesar del sentimiento de desesperación que su hermana le provocaba.

Kathleen era su viva imagen, era como mirarse al espejo, pero carecía de vida por completo. Siempre había estado mal, pero últimamente parecía haber empeorado ostensiblemente. Su aspecto lo decía todo y tenía enormes ojeras. Resultaba desalentador verla.