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La puerta se abrió y se encendieron las luces. Notó el escozor de las lágrimas que derramaba, más por miedo que por otra cosa. Observó con cautela a Jimmy dirigirse hasta un banco de trabajo con un torno en una mano y una caja llena de sprays en la otra. Dennis se dio cuenta de que se encontraba en un garaje de coches, por lo que sólo quedaban unas cuantas horas para que aquel lugar estuviera en plena actividad.

Se preguntó cuánto tiempo más estaría allí tirado y cuánta sangre derramaría sobre el serrín que Jimmy estaba esparciendo a su alrededor. Podía oír el ruido de los coches a la distancia y pensó que lo más probable es que se encontrase en el Smoke.

Mientras observaba a Jimmy prepararse para la noche de trabajo que le esperaba, se dio cuenta de cómo se habían sentido otras personas por su culpa. Comprendió además que para Jimmy Brick aquello no significaba ser un tipo duro, sino algo que hacía cuando se lo pedían y que él sabía hacer muy bien.

Dennis oyó el agua hervir en una olla. Esperaba que no formase parte del castigo y rezó para que cualquier cosa que le hiciera pudiera soportarla sin implorar por su vida. Incluso en ese momento, lo más importante para él era su imagen y creía que gozaba de la suficiente credibilidad como para que le dieran una muerte rápida.

Luego, cuando vio a Jimmy Brick con sus martillos y su cincel perdió todas las esperanzas. Patrick y Jimmy tardaron menos de diez minutos en amordazarlo y poner fin a sus gritos. Se rieron sin parar mientras lo hicieron, lo que no disipó para nada los temores de Dennis Williams.

Capítulo 12

Patrick estaba satisfecho con el giro que habían dado los acontecimientos. Spider y Cain se habían involucrado, lo mismo que otras personas de su confianza. Había transcurrido una semana desde que le dieron a Dennis Williams lo que se merecía, pero la opinión general es que se lo había buscado.

Nadie sabía en realidad lo que le había sucedido, pero las especulaciones corrieron como la pólvora y eso era precisamente lo que había pretendido Patrick Brodie. La gente se lo pasaba bien haciendo especulaciones y, posteriormente, algunas de ellas serían del dominio público. Llegaría un momento en que alguien se hartaría y diría que había estado presente y que conocía todos los detalles. Eso pondría fin a las habladurías.

Sin embargo, si alguien conocía los detalles y los contaba, muchos de esos tipos que se creen tan duros terminarían echando la papa en el váter o en el suelo a los pocos minutos de ser revelados.

De momento, las especulaciones corrían de un lado para otro y eso era exactamente lo que había deseado Brodie.

Mientras estaba sentado en la oficina esperando a que Dave Williams se presentara, tal y como se le había dicho, esperaba que por fin pudiera poner punto final a ese lamentable asunto. Patrick había aprendido algo de todo aquello: había concedido demasiado margen de libertad a Dave a lo largo de los años y eso era un error que no pensaba cometer dos veces.

Jimmy Brick se estaba convirtiendo en una de las piezas fundamentales de su mundo, cosa que empezaba a palparse, ya que Jimmy empezaba a sentir la suave fragancia de su nuevo estatus. Las chavalas empezaban a hacer cola para irse con él a la cama y él aún seguía sin decidir a quién le concedería el honor de probar su polla.

Patrick tenía la costumbre de conocer a fondo a las personas que trabajaban para él, por eso ahora conocía muchos detalles de la vida de Jimmy.

Había dos chavalas que se disputaban el título de ser su novia. Una de ellas era una rubia bajita con grandes tetas y un carácter muy alegre. Le encantaba vivir, le encantaba ser el centro de atención y le encantaba la atención que recibía de Jimmy. La otra chica era callada, con el pelo castaño desvaído, pero con un cuerpazo que muchas habrían pagado por tenerlo. Era una mujer agradable, generosa, simpática y sabía hablar, pero lamentablemente se sentía intimidada entre maleantes como ellos. Tampoco era una competidora nata, a pesar de que le gustaba Jimmy. La primera sería probablemente la que ganase la competición. Tenía desparpajo y se había asegurado que la desease, a ella y a ese cuerpo que tanto tenía que ofrecerle. Lo lamentaría hasta el día de su muerte.

La chica no sabía que, una vez que Jimmy se decidiera, la relación iba a ser como una suscripción de por vida, tanto si le gustaba como si no. Era como suscribirse a Renders Digest: Jimmy era como una condena de por vida, pero ella ignoraba ese hecho por completo.

Jimmy no era de las personas que se tomaban a sí mismo o a los demás a la ligera, por lo que los pocos meses que su novia disfrutase de ser la amante devota de un hombre importante se convertirían luego en años de pena y celos.

El hecho de que la chica lo quisiera repentinamente, justo en el momento en que él había adquirido ese nuevo estatus, le resultaba ofensivo, aunque no le habría importado utilizar esa baza para conseguir lo que deseaba. Era el camino al desastre; no para Jimmy Brick, sino para la chica en cuestión. La confianza sería uno de los temas más espinosos, como cualquier tipo de honestidad, ya que ella aprendería a decirle sólo aquello que quisiese escuchar. Su antagonismo natural les garantizaba que no importaba lo que sucediese, ella siempre sería sospechosa porque él sabría que había sido su reputación y su dinero lo que la mantenía a su lado. Luego terminaría fantaseando acerca de que lo arrestaban y por fin lograba librarse de él.

Jimmy, sin embargo, era hombre de una sola mujer, como todos sus antecesores, y eso era tan extraño en su mundo como encontrar un juez o un atracador honesto. Una vez que eligiese no habría vuelta atrás ni para él, ni para ella. Él sería su dueño, sin importar lo que ella pensase al respecto. Jimmy Brick la obligaría a estar a su lado, a serle fiel. Si ella en algún momento se alejaba de su lado, todos lo verían como a un pelele, un perdedor. Y eso no sucedería jamás. Lo único que tenía era su dignidad, algo que no pensaba perder aunque para ello tuviera que utilizar hasta el último gramo de su considerable fuerza. Si llegaban a tener un hijo, eso cimentaría la relación porque nadie en su sano juicio se atrevería a irse con ella después de haber estado con él. Ni aunque tuviera que cumplir una condena de treinta años. Sin embargo, pasaría un tiempo hasta que la chica que se convirtiese en su novia se diera cuenta de que había firmado una sentencia por cadena perpetua.

Pat Brodie sabía todo eso. Había empleado a tipos como Jimmy Brick toda la vida y sabía cómo tratarlos. Era un cabrón muy peligroso que necesitaba ser supervisado a todas horas. Aquello era algo normal cuando se trataba de chiflados como él. Solían tener la costumbre de matar a las personas por las razones más absurdas del mundo, especialmente sus esposas o novias, aunque de vez en cuando también a algún extraño que era tan estúpido como para enfrentarse a ellos en una tarde soleada.

Ese sería siempre el tendón de Aquiles de Jimmy: la destrucción de un cliente borracho en el bar o de un bocazas que no se daba cuenta de con quién se estaba enfrentando. Si no tenía cuidado, terminaría encarcelado por ello. Parecía increíble la cantidad de gente que estaba encerrada por un ataque de cólera.

Cuando tenía que hacer daño o quitar a alguien de en medio por dinero las cosas eran distintas. No había emociones, no había espacio para el odio o el resentimiento. Era tan sólo su trabajo, sólo eso. Brodie conocía la forma de pensar y actuar de ese hombre y sabía cómo utilizarla en su conveniencia. Como siempre decía, era la naturaleza de la bestia y eso era lo que eran todos ellos, del primero al último. Ni siquiera sabían cómo clasificarse a sí mismos.