Выбрать главу

Spider le había señalado en una ocasión que era un rasta profesional y que, por eso, ni el sombrero de Bob Marley, ni la sonrisa ganchuda que siempre llevaba le habían engañado. Para Spider, Jasper era esa clase de negros que denigran a los de su raza. Era como un póster de un joven rasta y su autenticidad fue lo que le alertó de que era una auténtica farsa. Para Jasper, Spider era un hombre del que debía cuidarse porque era uno de los pocos que había descubierto quién era en realidad y eso le molestaba.

Jasper no tenía un sueldo regular, ni legal, ni de ninguna otra clase. Vivía de su considerable ingenio y su olfato para las oportunidades fue lo que lo puso en contacto con los hermanos Williams y su última adquisición.

Jasper se había congraciado con Cain y le había enseñado todas las formas posibles de fumar hierba, desde los porros hasta en pipa. También había servido de enlace para poner en contacto a los hermanos Williams con el hermano de Spider y se sentía orgulloso de haber embaucado a esa arrogante sanguijuela. Los hermanos Williams tenían menos cerebro que un puñado de cocos, como solía decir su madre, pero estaban resurgiendo del exilio impuesto por Brodie mejor de lo que se esperaba. Ahora que Cain estaba de su lado, se encontraban en una posición inigualable, ya que pensaban que Spider no permitiría que nada drástico le sucediese a su hermano. Al menos eso es lo que creía ese puñado de gusanos. Jasper, sin embargo, no estaba tan seguro de ello. Spider supo quién era en realidad nada más verlo, y la gente no solía ser tan astuta. Era una lástima que Spider no hubiera tenido el mismo instinto con su hermano, pero es que, cuando se trata de la familia, a uno le tienen que tocar mucho los cojones para finalmente decidir librarse de ellos.

La familia William era una familia unida, tan unida como suelen ser las de su clase, y le estaban pagando bien por su contribución. Jasper se encontraba con ellos, entreteniéndoles con su sonrisa, sus dientes de oro y su acento jamaicano, mientras pensaba cómo podría utilizarlos, tanto a ellos como a toda la información que estaba sonsacándoles. La mayoría eran unos bocazas y ya sabía muchas cosas de ellos.

Empezó a hacerse otro porro sabiendo que si Brodie estaba buscando a Cain entonces sus días estaban contados. A Spider no le quedaría más remedio que aceptarlo y tenía el presentimiento de que una vez que Brodie se enterase de toda la información que había recopilado en las últimas semanas, no se pondría nada contento.

Las últimas semanas habían sido como una revelación y, mientras los muchachos hablaban y hablaban sin cesar, él escuchaba mientras se hacía sus porros y cantaba Exodus en voz baja, pareciéndose más a Marley que a sí mismo. Los hermanos Williams solían tomarle el pelo de vez en cuando, pensando que no se daba cuenta de ello, pero se lo tomaba con buen humor y dejaba que pensasen que era un auténtico capullo. Lo único que lamentaba es que esa pandilla de mierdas no se diera cuenta de que estaba jugando con ellos. Pero llegaría ese día, aunque ya sería demasiado tarde, por supuesto.

Mientras se tomaba el ron y se fumaba el porro reía con ellos, pero por dentro se preguntaba cómo es que todo ese montón de mierdas lograba encontrarse el culo sin tener un mapa y una linterna.

– Cálmate, Lil. ¿Qué ha pasado con Lance?

Lil suspiraba angustiada mientras trataba de explicarle la situación a Patrick, aunque sabía que él tenía más problemas de lo que ella pudiera imaginar.

– Tiró a una niña de un autobús en marcha. Le han dado ocho puntos y la pobre tiene un susto de muerte.

Suspiró al ver la impresión que mostraba su rostro.

– Ha estado acosando a la familia desde hace meses, el muy cabrón. Así que mejor es que vayas y veas lo que le he hecho antes de que sigamos hablando, ¿de acuerdo?

Había algo en su voz que le dijo que era cierto lo que le contaba, aunque prefería no creerlo.

– Lil, esto no será una broma, ¿verdad?

Lo dijo, pero sabía que no lo era.

– ¿Qué andas pensando, Pat? ¿Crees que puedo bromear con algo tan serio? Ha estado a punto de matar a una niña y tú crees que yo estoy de broma, que estoy contando un chiste. Pues bien, mírame. ¿Acaso me estoy riendo?

Patrick subió las escaleras de dos en dos y entró en la habitación de su hijo. Lance estaba dormido y tenía el mismo aspecto que si lo hubiera pillado un tren. Tenía moratones y cardenales por todo el cuerpo, la ceja abierta y nadie le había limpiado la sangre. Sabía que Lil lo había dejado allí, que no había ido luego ni a verle, ni a curarle, y eso le preocupó más que la paliza que había recibido el chaval, pues decía mucho de sus sentimientos. Sintió una enorme rabia crecer en su interior. El niño parecía tan pequeño, tan frágil; con su cuerpo hecho un ovillo y las manos debajo de las mejillas parecía un ángel. Alargó el brazo para tocarlo, pero se detuvo. No quería despertarle. Lo mejor que podía hacer es dormir, ya que al pobre lo habían vapuleado sin piedad.

Lance estaba profundamente dormido, como si no tuviera de qué preocuparse en este mundo. Patrick tenía el presentimiento de que no era la primera vez que le habían dado una buena zurra, cosa que le dolió admitir, pero él siempre era una persona realista, Lance era el producto de sus dos padres, combinado para colmo con el tronco familiar de Lil; es decir, un muchacho que no tenía remedio. Era egoísta y ambicioso, justo lo que Patrick detestaba. Parecía ser un cúmulo de los malos defectos de sus ancestros, pero ninguno bueno. Lo único que se salvaba era su forma de comportarse con sus dos hermanas. Era tan protector con ellas que Patrick tenía cierta esperanza por su futuro.

Trató de reprimir el deseo de darle otra paliza. Estaba dolido, no porque Lance estuviese vapuleado y lleno de cardenales, sino porque no sentía lástima por él. Los párpados de Lance estaban temblando, señal de que estaba soñando. Patrick sabía que cualquier otro niño no habría podido dormirse de lo triste y arrepentido que se habría sentido. Miró a su hijo y se preguntó de qué pasta estaba hecho. Sabía que quizá en el futuro sería una persona valiosa dentro del mundo criminal, pero, como niño, se salía de lo normal. Descubrió que su desprecio por el niño aumentaba por segundos y le entraron ganas de sacarlo de la cama y hacerle entender la gravedad de lo que había hecho, pero sabía que si le tocaba, ya no sería responsable de sus acciones. Primero debía calmarse. El muchacho había estado en manos de su abuela desde el primer día en que nació y ella había desempeñado un papel muy importante en su educación. Tenía que buscar una culpable o si no se volvería loco. Pues bien, ya había llegado el momento de librarse de esa puta para siempre.

Él necesitaba culpar a alguien por la naturaleza tan retorcida de su hijo y ella era la más apropiada. Al ver respirar a su hijo sintió la necesidad de salir de la habitación para dejar de oírle.

Entró sigilosamente en las otras habitaciones. Las gemelas estaban, como siempre, dormidas en la misma cama. Su bonito pelo rubio estaba mojado por el sudor de sus cuerpos y sus mejillas sonrosadas le hicieron sentir un profundo amor por ellas. Eran unas niñas muy guapas. Todos sus hijos eran chicos apuestos y eso le hacía sentirse muy orgulloso, al menos hasta ahora. Las besó con suma delicadeza y se dirigió hasta la habitación de su hijo mayor. Al abrir la puerta vio que estaba despierto, como si estuviera esperando que regresase a casa. Supo que eso era precisamente lo que Patrick Junior había estado haciendo.