Su padre se encargaría de Lance, pero él lograría engañarle, como lo había hecho con todo el mundo.
Spider estaba en un dilema. Su madre miraba el cuerpo sin vida de su hijo y él no podía hacer nada para consolarla.
A Cain lo habían hallado en un contenedor que se encontraba a las puertas de una casa en Leytonstone. Las personas que habían alquilado la casa no esperaban toparse con este tipo de basura. Un negro desnudo y con un destornillador clavado en la oreja no había entrado en sus planes. Los gritos que dio la mujer al verlo alertaron a los vecinos y tuvo que ser sedada por un doctor mientras Spider y su madre identificaban los restos de su hermano en el tanatorio.
Spider sabía que Patrick estaba enfadado, pero no esperaba una cosa así.
Al ver a su hermano pequeño sintió una enorme pena, pero oír los gritos desesperados de su madre le hizo volver a la realidad.
Asintió al policía que le enseñó el cadáver y su madre salió de la sala acompañada de una enfermera. Sus sollozos se oían más por el silencio que reinaba en el lugar.
El policía lo estuvo observando con cautela, pero Spider se dio cuenta de ello y miró a su hermano impasible. Cuanto menos supiera la pasma, mejor. Pensaba que saldría mejor parado si trataba de convencerles de que había sido un ataque fortuito en lugar de un ajuste de cuentas. Conocían de sobra sus señas, razón por la que fueron en su busca de inmediato. Querían comprobar si la muerte del muchacho traería otras consecuencias.
Y obviamente, así sería. Pero cuando la policía menos lo esperase.
Cuando Spider miró a Cain y vio el agujero que le habían hecho en el oído con el destornillador sintió que le recorría un escalofrío.
Lo único que esperaba es que Cain hubiese estado inconsciente cuando le administraron el golpe fatal. Pensar en lo que le habían hecho le resultaba insoportable. La violencia era parte de su mundo y él lo sabía., pero que su hermano hubiera tenido que soportar tanto sufrimiento le ponía enfermo.
– ¿Tienes idea de quién ha sido el responsable de esto?
El policía le habló con voz sosegada y respetuosa, como correspondía a la posición de Spider dentro de la comunidad. Spider sabía que ya estarían interrogando a otras personas y él tenía que disimular que estaba interesado en saber quién era el culpable.
Spider negó con la cabeza y mantuvo esa expresión impasible que le hacía parecer tan inocente como un niño recién nacido.
– Era muy popular, muy apreciado -dijo-. Debe de haber sido un atraco, pues no puedo imaginar quién puede haber hecho una cosa así.
El policía aceptó esa explicación sin poner nada en tela de juicio, tal y como esperaba Spider.
Salió de la habitación y se reunió con su madre y sus hermanas. Todas estaban apiñadas en un abrazo, llorando, con la cara llena de lápiz de labios y un gesto de pena. Cuando las vio allí, abrazadas, tratando de consolarse entre sí, se dio cuenta de la impotencia del hombre ante la muerte de un ser querido y, lo que resultaba más estremecedor aún, ante la percepción de su propia mortalidad.
La muerte de una persona joven provocaba ese sentimiento. Era como una convulsión para las personas que se quedaban atrás. Eso demostraba lo tenue que era el vínculo entre la vida y la muerte. Spider pensó que nunca más tendría la oportunidad de oír la voz de su hermano contándole sus correrías nocturnas.
Abrazó a su madre y a sus tres hermanas una a una, tratando de arrebatarles la pena y hacerla suya. Mientras las llevaba a casa poco después, prometió que Brodie pagaría por la muerte de su hermano.
Una advertencia era una cosa, pero esto era ya algo muy distinto. Que su madre tuviera que enterrar a su hermano era un ultraje y Brodie no se iba a librar de ello.
Ahora todo iba mal, todo parecía derrumbarse a su alrededor y se dio cuenta de lo penosa que era la vida que había elegido cuando uno se encuentra en el otro extremo. Hasta ahora él había sido el que había matado, había sido el que siempre había salido ganando y el que tenía todas las de ganar, pero ahora estaba descubriendo el otro lado y, por primera vez en la vida, sintió lástima por los hermanos Williams y todos los que habían padecido el mismo destino.
Capítulo 16
Ricky Williams se sentía satisfecho. Tenía el mismo aspecto que sus hermanos, pero, ahora que sus hermanos mayores estaban muertos y los demás hechos un manojo de nervios, pasó a convertirse en el genio reconocido de la familia. Aunque eso no decía gran cosa a favor de la inteligencia de los otros, que no estaban dispuestos a discutir. Les era suficiente con que hubiera alguien dispuesto a asumir el papel de líder, al cual ellos considerarían culpable de todo lo que saliese mal. Como Brodie siempre había dicho: «si los hermanos tienen un cerebro que les mande, entonces son personas de valía; pero si dejas que ellos sean los que tengan las ideas, entonces todo se va a la mierda». Ricky, en cambio, se consideraba el Cerebro de Inglaterra. De hecho, como muchos otros antes que él, se sentía como un rey al que le había llegado su turno. Los demás hermanos le estaban mirando fijamente, esperando que solucionara el problema. Eran un montón de gilipollas, pero era lo único que tenía, por eso se sentía un tanto sometido a ellos. Dave, Tommy y los demás se habían convertido en un engorro para él en esa época, pero aun así consideraba su deber volver a restaurar la posición de la familia, colocarla en lo más alto y ganarse el respeto de los demás nuevamente. Habían utilizado a Cain para sus propios fines y no habían logrado nada con ello. Ahora corrían como conejos asustados, pero era responsabilidad suya hacer que la pelota rodase una vez más y adueñarse de ese mundo que antes era solamente de ellos.
Verlo como líder había costado la muerte de casi la mitad de la familia, pero estaba dispuesto a pasar por alto ese detalle con tal de que ahora le reconocieran su nuevo estatus.
Ricky, sin embargo, tenía un problema de capacidad de atención y no era capaz de concentrarse en sus ideas durante mucho rato, salvo que fuese un asunto de mujeres, claro. Además carecía del vocabulario más rudimentario y básico, salvo que se refiriera al cuerpo femenino, e incluso éste estaba cargado de obscenidades. También se vanagloriaba de ser un hombre que actuaba por impulsos, así que, en cuanto veía una oportunidad, acudía como moscas a la miel.
Mientras trataba de ligar con la chica de ojos oscuros y la falda abierta, lo que hacía era darse palmaditas en la espalda a sí mismo. El había visto la oportunidad y la había aprovechado. Cuando sus hermanos se enteraran de lo que había hecho, lo considerarían un héroe, estaba seguro. Cain había estado dispuesto a servir a sus hermanos, pero él se aseguró de que eso ya no volvería a suceder. Cain era sólo un mierda al que ya no necesitaban más. Ricky había sido lo suficientemente sensato como para mirar por sus hermanos y cuidar de la familia; de una familia que había sido marginada en los últimos años por tipos como Brodie o su brazo derecho, Spider. Sin embargo, como decía su padre, todo aquel que tiene más dinero que tú es tu enemigo, y estaba en lo cierto. ¿Por qué limitarse a estar en segunda fila, a ser sólo la mano de obra o cobradores de las deudas de otros? Resultaba ridículo que sus hermanos no lo hubieran pensado antes. Sin personas como ellos, muy pocos pueden realizar sus negocios. Los matones eran la espina dorsal de esos negocios tan inestables. Ricky se sentía entusiasmado consigo mismo, se sentía más fuerte que nunca y estaba dispuesto a poner el nombre de la familia Williams donde se merecía.
Ahora pensaba celebrarlo con un polvo y un plato de curry, en ese orden. La chica con los dientes curvados y mucho rímel en los ojos era justo lo que el médico le había recomendado. Por lo ajustado que llevaba el chaleco y por los zuecos se veía que iba pidiendo guerra, cosa de la que él se percataba de inmediato porque había estado perfeccionando el arte de engatusar a ese tipo de chicas desde que estaba en la escuela. Parecía un tanto empalagosa, pero eso no le echó para atrás, pues lo que quería era echar un polvo, no casarse con ella. Ricky no sentía la más mínima vergüenza, a pesar de que se había ganado la reputación de follar siempre con las chicas de más baja estima dentro de la escala femenina. No le importaba ni que fuesen viejas; siempre y cuando estuvieran pasables bajo la luz de la oscura noche, él estaba dispuesto. El no andaba buscando a Miss Mundo, se contentaba con «págame una copa y yo te dejaré mis tetas».