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Ricky se levantó y miró a Alan con sosegada intensidad.

– Deberías usar la cabeza, Alan -le dijo-. Si todos nos unimos, ¿qué coño nos puede hacer Brodie? Ya tengo a la mitad de Londres metida en el bolsillo y yo y mis hermanos nos vamos a hacer con esta parte más tarde o más temprano. Si te pones de nuestro lado, acabaremos con él y tú serás el jefe de todo. El dueño de todo, ¿comprendes?

Alan empezó a reírse, aunque las palabras del muchacho resultaban tentadoras, tal y como había imaginado Ricky. Alan Palmer era un pez gordo que había que tener en cuenta, eso lo sabían todos. A lo largo de los años había logrado rodearse de un grupo de hombres. El hecho de que la mayoría de sus trabajadores no eran legales, no le preocupaba gran cosa. Tenía en mano algunos buenos chanchullos, además de que era ambicioso por naturaleza, pero sabía que mientras Brodie viviera, no habría nadie que pudiera retarle. Si trabajabas para alguien, aunque no lo supieras, ya trabajabas indirectamente para Brodie. Así había sido desde hacía ya bastantes años. Patrick se había adueñado de las grandes fuentes de dinero, por lo que las personas como él dependían de su buena voluntad para que sus negocios funcionaran sin ningún contratiempo. Brodie garantizaba los permisos y los locales y, sin su consentimiento, nadie podía dar ni el más mínimo paso. De alguna manera resultaba un buen acuerdo, ya que con su ayuda se conseguían los permisos necesarios para vender alcohol o montar un casino.

Por otro lado, sin embargo, resultaba una pesadilla, ya que tenía que darle un buen pellizco de sus ganancias a Brodie. Spider, además, había sido uno de los participantes en la muerte de su hermano, por lo que podía optar por sentirse ofendido o por aceptarlo resignadamente. Ahora pensaba esperar y ver cuál sería el resultado de lo que pretendía este muchacho antes de tomar una decisión. Como cualquier otro hombre de negocios astuto, siempre estaba dispuesto a negociar con alguien que tuviese un buen plan y algo que ofrecerle.

Sabía que Ricky Williams era, en muchos aspectos, un simple bravucón, además de que, como el resto de su familia, tenía la inteligencia de un mosquito. Sin embargo, eso no significaba que no fuese capaz de acometer alguna proeza.

– ¿Me estás diciendo que eres capaz de quitar de en medio a Patrick Brodie? -preguntó Alan con una mezcla de jocosidad y seriedad que no se le pasó por alto a Ricky. De hecho, éste estaba un tanto impresionado por lo rápido que Alan Palmer había picado en el anzuelo.

– Tú ya sabes en la situación en la que se encuentra mi familia gracias a Brodie y a ese gilipollas de Spider. Si quito a Brodie de en medio, ¿estarás dispuesto a tratar conmigo y dar lo pasado por pasado?

Alan sabía que Patrick y Spider probablemente borrarían a ese hombre de la faz de la tierra, cosa que además lo tenía bien merecido, pues toda la familia lo llevaba pidiendo a gritos desde hace tiempo. Y estaban en su derecho, de eso no había duda. Sin embargo, si este imbécil conseguía lo inimaginable, él no sería quien le pondría pegas a quedarse con todo el reino.

El era un hombre respetado, que había amasado una considerable fortuna, dos requisitos imprescindibles si pensaba asumir la responsabilidad de una empresa tan seria. El pulso se le aceleró nada más imaginarlo y se dio cuenta de que podía adueñarse de todo con un sencillo esfuerzo. No había nadie que pudiera detenerle, ya que después de Brodie él era la mejor opción.

El viejo Jimmy Brick pronto descubriría dónde emplear su enorme experiencia y pensaba hacerle una oferta que no rechazaría. Eso implicaba reclutar a todos los hombres de Brodie, pero eso no sería una empresa tan difícil, ya que Patrick siempre se había rodeado de lo mejor y eso llevaba tiempo consumiéndole la paciencia.

– Te estás pasando, Ricky -dijo-. Si vas por ahí diciendo esas cosas a las personas equivocadas, terminarás metiéndote en problemas. Patrick no se sorprenderá y te aseguro que últimamente no anda muy contento contigo. La muerte de Cain ha sido la gota que rebosa el vaso para ti y toda tu familia. Patrick es una cosa, pero Spider un tipo muy vengativo. ¿De verdad crees que puedes acabar con los dos?

Se estaba riendo, pero Ricky sabía lo que en realidad le estaba diciendo. El estaba dispuesto a hacer lo necesario para mantener a salvo a la familia Williams y sabía que no era lo suficientemente astuto como para hacerlo solo. Necesitaba de alguien más, pero si él quitaba de en medio a Brodie y Spider entonces su reputación estaría garantizada y Alan Palmer y sus compinches empezarían a tenerle de nuevo en consideración.

– Tú vigila este jodido sitio. Tú vigila simplemente.

Ricky se reía, casi al borde de la histeria. Alan Palmer sacudió la cabeza incrédulo, mientras hacía planes por si ese loco lograba lo que se proponía.

– El no se va a marchar, Lil, y eso es definitivo.

La determinación en la voz de su marido le hizo sentirse deprimida, pero sabía que por mucho que dijera nada le haría cambiar de opinión. Lil era una mujer realista y, por lo bien que conocía a su marido, sabía que discutir carecía por completo de sentido.

– Tú sencillamente déjamelo a mí, ¿de acuerdo? A partir de ahora yo me encargaré de él.

Si hacía lo que decía, significaría mucho para ella. Lance no había salido de su habitación, salvo para ir a la escuela, desde que sucedió aquel incidente. Patrick le riñó muy severamente, además de que le propinó otra buena tunda para que le quedase claro.

Lance, sin embargo, era más astuto de lo que creían y les es taba diciendo justo lo que ellos querían oír. A pesar de aparentar estar arrepentido, Lil sabía que estaba interpretando una más de sus burdas mentiras, pues hablar con él carecía por completo de sentido. En secreto, a lo largo de los años, se había preguntado si imitaba la forma de comportarse de Patrick y sus respuestas emocionales, ya que, cuando hablaba, parecía hablar con el corazón en la mano, pero ella no se dejaba engañar y sabía de sobra que estaba actuando.

Suspiró y se fue a la cocina para preparar más perritos calientes para la fiesta de cumpleaños que ahora deseaba no haber aceptado. Todas las personas de su alrededor contribuían y le ayudaban preparando sándwiches, pasteles, tartas y quiches. Ella proporcionaba los ingredientes, pero la forma en que las personas se habían prestado a ello le resultó sumamente agradable. Desde la visita de Janie había comenzado a cambiar sus hábitos de vida. De nuevo había regresado al mundo real y se sentía dichosa con ello. A pesar de que tenía que arrastrar a cuestas su enorme barriga y la aberración que había cometido Lance, empezaba a recuperarse y a sentirse mejor. La presencia de su madre en la casa siempre había supuesto un calvario. Ahora que se limitaban a hablar por teléfono, parecía entrar un poco de aire fresco. Las personas solían visitarla con más frecuencia, se quedaban más rato y pasaban más tiempo riendo y bromeando. Lil se había olvidado de la facilidad que tenía su madre para estropearlo todo con unas simples pero escogidas palabras. Ahora se daba cuenta de lo distinta que podía haber sido su casa y, a pesar de los sentimientos de culpabilidad que a veces le venían por no dejarle quedarse a solas con sus hijos, no estaba dispuesta a doblegarse de nuevo. Lil sabía que su madre se mantendría a distancia hasta que ella no le indicase lo contrario. Se lo achacaba a Patrick y, aunque no lo decía abiertamente, estaba implícito en sus palabras. Lance pasaba las tardes encerrado en su habitación, por lo que tampoco tenía que tratar mucho con él. Como su madre, él sólo sabía poner inconvenientes a todo, así que, aunque a veces le causara cierta pena verlo encerrado en su habitación, estaba dispuesta a disfrutar de las vacaciones que le estaban ofreciendo los dos.

Janie llegó y hablaron amistosamente mientras preparaban más comida. Después de tapar los platos con papel de aluminio, los colocaban en la encimera, ya dispuestos para el cumpleaños de Patrick Junior.