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– Cabrón de mierda, ten al menos el valor de hacer el trabajo sucio tú mismo. Venga, no seas cobarde.

Ricky le estaba chillando a Brewster. Estaba decidido a irse de este mundo con cierta dignidad y no pensaba rogar por su vida. Él había tenido su oportunidad y no había sabido aprovecharla, pero no pensaba llorar. Se consideraba ya hombre muerto, al igual que sus tres hermanos, ahora la cuestión estribaba en saber cuánto tiempo tardarían en ello.

Lenny Brewster le dio una patada en la cara y le gritó:

– Cierra tu jodida boca, capullo. Tú descuartizaste a Patrick delante de su familia. ¿Cómo coño pensabas que íbamos a tolerar un acto semejante? ¿Cómo crees que alguien puede considerar esa conducta aceptable? Te has pasado de la raya, colega, y ahora vas a pagar por haber cometido un acto tan obsceno. Cualquiera que tenga una familia se alegrará de verte muerto. Cualquiera que tenga un mínimo de decencia se avergonzaría de estar a tu lado. Eres un cabrón, así que cállate.

Johnjo se había quitado la camisa y sus músculos reflejaban la enorme fuerza que tenía, pero era su tranquilidad la que dejaba patente su capacidad como torturador.

Johnjo le hizo una señal a Lenny para que se apartara de los hombres que estaban en el suelo.

– Retroceda un poco. No creo que le guste estar muy cerca cuando yo empiece con mis travesuras.

Todos los presentes se echaron a reír, movidos en parte por una especie de inquietud. Ninguno de ellos había visto trabajar a los Milligans, aunque habían oído muchas historias acerca de ellos. Algunas de ellas eran tan exageradas que dudaban sobre su certeza, pero por muchos detalles que les hubieran añadido para hacerlas más interesantes, resultaban estremecedoras.

Johnjo miró a Ricky con desprecio, se bebió de un trago el brandy y le dijo con suavidad y tristeza:

– No se debe tocar a los niños, muchachote, ni se debe hacer nada delante de ellos, ése es el undécimo mandamiento. Que hayas matado a Pat Brodie, un buen amigo mío por cierto, delante de sus hijos va a hacer que disfrute más aún esta noche.

Luego les echó el brandy por encima, empapándoles el pelo y la piel. Los demás contemplaban la escena y Ricky y sus hermanos no cesaban de insultarles y maldecirles.

Ricky vio al primo de Johnjo, Toby, encender una antorcha y las lágrimas empezaron a correrle por las mejillas. A los pocos minutos estaba haciendo lo que no había querido hacer, no rogar por su vida, sino rogar por la muerte de sus hermanos. Rogaba que los matasen de una vez y cesara el dolor que les estaban causando, pero le obligaron a que presenciara su lenta muerte y su agonía antes de ensañarse con él.

Un mes después del funeral de Patrick, Lenny Brewster le envió un mensaje a Lil diciéndole que deseaba verla. Sabía que no tenía más remedio que aceptar.

– ¿Cómo lo llevas, Lil? -le preguntó.

Su voz era sosegada y tenía un tono compasivo, además de que la acompañaba una expresión de sincera empatía en el rostro.

Lil se encogió de hombros con elegancia y Lenny vio el agujero de su cuello y lo tersos que tenía los pechos bajo el traje. Se acababa de lavar el pelo y su peinado y su maquillaje eran impecables. Cuando ella se cruzó de piernas notó una oleada de calor en su interior.

– Necesito dinero, Lenny, eso es todo.

Se dio cuenta de que ella iba por delante de él, que sabía lo que pretendía con ella y que estaba dispuesta si fuese necesario.

El se había asegurado de que le llegasen ciertos rumores, además de que había procurado que nadie se le acercase para ofrecerle su ayuda, pues le había dicho a todo el mundo que él se haría cargo de todo. Lil estaba desesperada y él lo sabía, cosa que pensaba utilizar contra ella para conseguir sus fines.

– Necesito un trabajo y lo necesito pronto. Yo solía dirigir los clubes de Patrick y no se me daba nada mal. El confiaba en mí, como tú bien sabes.

Lil observó cómo cambiaba de expresión su cara y lo odió ton todo su ser, pero él se había asegurado de que no tuviera a nadie a quien acudir, ni a ningún sitio donde ir. Era el único disponible, por eso no le quedaba más remedio que recurrir a él.

– ¿Y por qué iba a querer que trabajases para mí? -le preguntó.

zzzLa estaba tanteando y ella tuvo que reprimirse las ganas de levantarse y decirle lo que pensaba de él, pero los niños necesitaban zapatos y ropa nueva y el bebé precisaba de todo. Necesitaba llevar comida a casa y pagar las facturas. Al parecer nadie estaba dispuesto a ayudarla y sabía que se debía a que ese hombre había procurado que así fuese. Incluso Spider le había abandonado. Lenny era considerado un héroe por lo que le había hecho a los hermanos Williams, pero ella sabía que él tenía sus planes y que ella formaba una parte considerable de ellos.

Lil le puso una de sus mejores sonrisas, se encogió de hombros educadamente y le respondió:

– Porque sé hacer mi trabajo y seguro que te beneficiarás de ello.

Lenny se levantó de su escritorio y se acercó hasta ella casualmente. Iba bien vestido, como siempre, pero había cogido peso recientemente y le sobraba barriga, a pesar de llevar un traje hecho a medida.

Se apoyó sobre el borde de la mesa y sonriéndole le dijo:

– ¿Y hasta dónde estás dispuesta a llegar? ¿Cuánta energía pondrás en ello en caso de que te diera el trabajo?

Lil apretó los dientes y respiró profundamente antes de responder:

– Tanta como sea necesario, por supuesto.

Lenny sonrió. La tenía en el saco y lo sabía.

Se bajó la cremallera de los pantalones, se sacó la polla y se la estuvo masajeando hasta que se le puso tiesa. Luego le miró directamente a la cara y se dio cuenta de que necesitaba poseerla, no importaba si tenía que usar la fuerza para ello.

Lenny le miró fijamente a la cara y ella vio que sus ojos ardían de deseo. Se dio cuenta de que aquello era un acto de violencia perpetrado con el fin de hundirla moralmente, de dominar su alma. Lo que pretendía Lenny a través de ella era humillar a Patrick, ya que jamás tuvo los cojones de plantarle cara a su marido.

Ella sonrió y él vio el blanco de sus dientes contrastando con el rojo de sus labios. Luego la cogió por la cabeza y le metió la polla en la boca, sintiendo el calor de su lengua cuando se la pasó por el capullo. La carne se le puso de gallina cuando ella empezó a chupársela y luego empezó a mover la cabeza rápidamente, de arriba abajo hasta que sintió el alivio y la satisfacción de eyacular en su boca, impresionado además porque ella se tragó su semen. Después empezó a chupársela de nuevo, pero más lentamente, alargándole el orgasmo, haciendo que regresara de nuevo a la tierra con una gentileza aún más exhaladora.

Lil le había chupado algo más que la polla, ya que lo había dejado sin aliento y teniéndose que apoyar contra el escritorio para no caerse. Aún tenía los pantalones bajados y su miembro migaba flácido y frío en aquella gélida tarde de febrero. Lenny abrió los ojos y se miró. Tenía la ropa desarreglada y la polla fuera y colgando como un pepinillo arrugado. Se sintió avergonzado. Se había corrido tan rápido como un adolescente, con una rapidez y un deseo que ya había olvidado que existiesen. Ella le sonrió y él vio que tenía la pintura de los labios corrida y una mirada más fría que las tetas de una bruja.

– Te has ganado tu trabajo, Lil -le dijo.

– ¿De verdad?

– Puedes empezar en el Baron's Room el lunes.

Lenny estaba acicalándose y arreglándose la ropa.

– ¿Utilizaré la misma oficina de siempre o ha cambiado algo?

Se dio la vuelta para mirarla de nuevo. Aún tenía las piernas Hojas y podía percibir su desprecio por él en sus palabras; la odió por el efecto que ellas le causaban.

– No creo que necesites una oficina para el trabajo que vas a desempeñar, Lil.