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El amor de Lil por su primogénito había sido una pesadilla durante su relación con ella. No es que quisiera con locura a sus hijos, es que veía en él la representación de su padre. Por eso, mientras viviera Pat Junior, jamás se sentiría abandonada por su marido.

A pesar de haber tenido dos hijos con ella, no había logrado ganársela. Le había utilizado, tanto como él a ella, cosa que podía haber llegado a aceptar ella si no lo hubiera considerado siempre como un segundón.

Lenny se había quedado con lo que le había pertenecido a Patrick Brodie, con todo, salvo lo que realmente importaba. Lil Brodie había sido como la fruta prohibida. La había poseído porque no tenía a otra y él lo sabía, al igual que lo supo ella posteriormente. Una vez que la hizo suya dejó de desearla, así que terminó castigándola con la más completa indiferencia. Había utilizado a Lil igual que utilizaba a todo el mundo, aunque algo en mi interior le decía que se había portado muy mal. Además, eso no le había hecho ningún favor, ya que muchas personas de su círculo le perdieron el respeto al ver cómo se había comportado con la viuda de Brodie.

Los hijos de Lil habían crecido y ahora formaban un equipo, por lo que dependería de él ver cómo resolvería ese problema en el futuro. Cuando miró al muchacho supo instintivamente que cada trapicheo que había hecho y cada mentira que había contado, especialmente las relacionadas con la muerte de Pat Brodie, ahora se volvían contra él. Había hecho creer a la gente que él había sido el hombre que había vengado su muerte, el hombre que había hecho justicia, cuando sencillamente se limitó a ser un mero instrumento de su ejecución; es decir, había dejado que sucediera con el fin de quedarse con lo que consideraba suyo por derecho propio. La historia que había tenido con Lil había sido considerada como una forma de agradecimiento por parte de ella por haber sido tan bueno con su familia y porque necesitaba protección. Su esposa, sin embargo, no lo había visto como una historia tan romántica y ahora vivía en Surrey con un banquero llamado Wright, un hombre con un tupé y suficiente dinero para hacerle olvidar su sentimiento de minusvalía y proporcionarle todos los caprichos que se le antojaban.

Que Lenny abandonase a Lil después de darle dos hijos dejó a todo el mundo sorprendido y la gente no estaba dispuesta a perdonárselo. Hasta entonces, lo que pensaran de él no le había preocupado mucho. De hecho, ver tirada a Lil de esa manera le había producido cierta satisfacción, ya que había sido como darle el último guantazo a Brodie y a ella. A ella especialmente, porque siempre le dejó claro que sus hijos eran mucho más importantes que él, cosa que no estaba dispuesto a aceptar.

– Escucha, Lance, aprecio lo que has hecho por mí recientemente y comprendo que no quieras que se entere tu hermano, pues no creo que sea tan abierto como nosotros, ¿verdad que no?

Dejó que las palabras produjeran su efecto antes de continuar. Luego, con ese tono de indiferencia tan suyo, dijo:

– Yo jamás te delataré, puedes estar seguro. Para mí eres como de la familia.

Esas palabras las pronunciaba un hombre que había dejado que su esposa se marchase con sus hijos, un hombre que no mostraba el más mínimo afecto por los de su sangre, ni tampoco por ellos, su madre incluida; en definitiva, un hombre que tenía hijos por el mero hecho de ponerles su sello y así asegurarse de que no lo olvidarían, aunque él sí era muy propenso a olvidarse de ellos.

– ¿Y qué pasa con mi madre? Ahora que mi hermano ha vuelto ya no podrás mearte en ella.

La forma que tenía Lance de corroborar la llegada de su hermano denotaba claramente cuáles eran sus sentimientos por él. Lance quería a su hermano, de eso no había duda, pero también estaba resentido con él porque había sido siempre el ojo derecho de su madre desde que nació. Lenny sabía además que, en lo concerniente a su madre, él no era uno de sus favoritos y de hecho trataba de evitarle en lo posible.

Lance sabía de sobra que a ella le había costado trabajo incluso darle los más mínimos cuidados, ya que no sentía nada por él, por lo que se vio obligado a aceptar resignadamente el amor de su abuela.

– Pat te meterá en cintura, Lenny. Él sabe muy bien cómo conseguir que la gente le obedezca.

Lenny contuvo su cólera al ver la actitud tan bravucona de Lance, ya que, cuando dejaba desatar su cólera, era incapaz de controlarse y eso lo sabía todo el mundo.

– ¿Por qué no dejas que sea yo el que se preocupe de eso, Lance?

Lance volvió a mirarlo y una vez más notó su mirada fría e impasible. El muchacho estaba allí porque se sentía respaldado por Pat, que era quien llevaba la voz cantante. Él sólo era su perrito faldero, siempre había sido así. Lance se sentía ahora intranquilo porque había estado trabajando para Lenny y no sabía cómo le sentaría eso a su hermano. Lance también sabía que su hermano esperaba que él se hubiese ocupado de los intereses de su madre. Sabía que Patrick reclamaría algo para sus hermanos pequeños, por lo que no era de extrañar que le hiciese una visita muy pronto.

– ¿Por qué no te vas a casa y dejas que yo me ocupe del gran señor? -repitió Lenny.

Su sarcasmo era evidente, tan evidente como su desprecio por cualquier cosa que alterara su estabilidad.

Lance sabía que Lenny estaba en una situación de ventaja con respecto a él ahora que Pat había salido en libertad y que, por supuesto, la utilizaría contra él llegado el momento sin pensárselo dos veces.

Cuando salió del almacén, Lance le propinó un empujón a una pila de cajas y las tiró, haciendo que muchas de ellas se rompieran al chocar contra el suelo. El vino empezó a salirse de las cajas, formando hilillos que corrían por el suelo y arrastraban la suciedad hasta que terminaban por desaparecer en el fondo de una alcantarilla.

Lenny se levantó durante unos segundos y observó cómo corría el líquido, pero luego se dio la vuelta y siguió haciendo el inventario que tenía entre manos. Lance había hecho algunos trabajillos que no se podía decir que fuesen legales, por los cuales, además, se le había pagado bastante bien. Eso hacía que Lenny estuviera confiado, pues estaba seguro de que no le agradaría que saliesen a la luz.

Lenny Brewster, sin embargo, se dio cuenta de que debía ofrecerle una calurosa bienvenida al hijo pródigo, en parte porque eso era justamente lo que iba a hacer casi todo el mundo.

Lil trabajaba en el club y, la verdad, no se sentía nada satisfecha. Ella había sido quien había abierto aquel club con su anterior esposo y ahora se veía obligada a tratar con gente que la consideraba una incompetente. El tratamiento que le daba Lenny hacía pensar al resto de las chicas que ella ya no merecía ninguna consideración, por lo que le costaba mucho trabajo imponer algún orden sin recurrir a las amenazas y a las intimidaciones. Sabía que corrían rumores acerca de ella. A los pocos días de estar trabajando allí ya pudo percibir la insolencia debajo de aquellos rostros maquillados. La actitud de Lenny con ella era bien conocida por todos, lo que dificultaba aún más su labor.

Desde que Patrick había salido de la cárcel no pudo dejar de pensar que, en su momento, ella había sido la propietaria del club y que ahora se veía reducida a ser sencillamente la encargada. Para mayor desgracia, la nueva generación de chicas que trabajaba allí creía saberlo todo. A los pocos meses de trabajo ya se creían que tenían un don especial, que lo sabían todo, que incluso podían enseñarle a ella la forma de incrementar sus ganancias.

La peor de todas era una chica nueva que respondía al nombre de Ivana. Tendría unos treinta años, aunque aparentaba unos veintidós y parecía tener una opinión muy negativa de todo lo que le rodeaba. Tenía sus ambiciones con respecto a Lenny, cosa que resultaba evidente por la forma en que le hablaba a Lil y por la forma en que le sonreía, como si estuviese por encima de ella en el club.