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«Un tazón de arroz, un par de palillos y un juego de mantas: el estilo del comunismo.»

«Una hectárea, cinco mil kilos de ñames y cien mil de arroz.»

«Cruzad un conejo con una vaca para que el conejo adquiera las proporciones de la vaca.»

«Criad pollos grandes como elefantes.»

«Cultivad judías tan grandes como la luna y berenjenas del tamaño de una calabaza.»

En junio estallan revueltas campesinas en las provincias de Shanxi y Anhui. El Politburó pide una votación para detener la política de Mao.

Mao se retira durante los siguientes seis meses.

Mi marido se ha caído de las nubes. Sólo lo he visto una vez en los pasados tres meses. Parece deprimido y angustiado. Nah me dice que no ve a nadie. Se acabaron las actrices. La noticia me llena de sentimientos encontrados. Por supuesto, tengo esperanzas de que alargue una mano hacia mí. Pero también estoy sorprendida y hasta triste: no había imaginado que pudiera ser vulnerable.

Un día Kang Sheng se presenta tarde y sin avisar. Mao te necesita, me dice excitado. La reputación del presidente ha sido terriblemente dañada. Sus enemigos se están aprovechando de su error y se preparan para derrocarlo.

Bebo un sorbo de té de crisantemo. Nunca me ha sabido tan bien.

Empiezo a vislumbrar el modo de ayudar a Mao. Me emociono tanto con la idea que me olvido de la presencia de Kang Sheng. Veo imprentas rodando, voces transmitiendo por radio y películas proyectándose. Presiento el poder de los medios de comunicación. Su forma de lavar y blanquear las mentes. Presiento la llegada del éxito. La energía me recorre el cuerpo. Estoy a punto de representar una escena que va a llevarme al punto culminante de mi vida.

A fin de compartir el placer de haber encontrado un gran papel, explico a Kang Sheng cómo me siento. Pero se ha quedado dormido en el sofá.

Todo empieza con una convención en julio de 1959. Se celebra en la montaña Lu, un centro turístico donde el paisaje es impresionante. Al principio Mao se muestra humilde y modesto. Admite sus errores y alienta las críticas. Su sinceridad conmueve a los delegados y representantes de todas partes del país, entre ellos Fairlynn. Ésta critica el Gran Salto de Mao llamándolo experimento de chimpancés; Yang Xian-zhen, teórico y director de la escuela del Partido Comunista, señala que Mao ha idealizado el comunismo y aplicado fantasía a la realidad. El 14 de julio, el mariscal Peng De-huai, defensor declarado de Mao, hijo de un campesino y hombre conocido por su gran contribución y sensatez, envía una carta personal a Mao en la que le informa de los resultados de su investigación privada: los escandalosos datos sobre el fracaso de la Comuna del Pueblo; el fruto del Gran Salto Adelante.

Mao fuma. Un paquete al día. Tiene los dientes marrones y las uñas amarillas de la nicotina. Escucha lo que otros tienen que decir y no responde. El cigarrillo va de sus labios al cenicero. De vez en cuando asiente, sonríe forzado, estrecha la mano al portavoz. Buen trabajo. Has hablado en nombre del pueblo. Agradezco tu franqueza. Estáte orgulloso de ti mismo como comunista.

Una semana más tarde Mao se declara enfermo y anuncia su dimisión temporal. El vicepresidente Liu toma las riendas del país.

No aparezco en ninguna de las reuniones aunque estoy en la montaña Lu. Leo los partes que me envía Kang Sheng y estoy más que bien informada de lo que sucede. Mao está herido. Tengo el presentimiento de que no lo soportará mucho tiempo. No es de los que admiten sus errores. Se cree comunista, pero es por instinto emperador. Vive para ser el protagonista, como yo no me veo a mí misma sin ser la primera actriz.

Aprovecho el momento y decido hacer un viaje a Shanghai. Hago amigos con caras nuevas. Los artistas y los dramaturgos. Los jóvenes y los ambiciosos. Cultivo las relaciones asistiendo a sus inauguraciones y trabajo con ellos sobre materia prima. ¿Os gustaría consagrar vuestro talento al presidente Mao?, pregunto. ¿Qué os parece convertir esta melodía en la favorita del presidente? Sí, sed creativos y osados.

Educo a mis amigos enviándoles materiales, entre ellos Incienso de medianoche, una ópera clásica china, y la famosa canción italiana Torna a Surriento. Al principio parecen confundidos; están acostumbrados a la forma de pensar tradicional. Amplío sus horizontes y poco a poco sacan provecho de mis enseñanzas. Se quedan encantados con mis ideas. Hay unas cuantas mentes brillantes. Un compositor de violín es tan rápido que convierte el Vals de las flores de Tchaikowsky en una danza popular china y la llama El cielo rojo de Yenan.

Adiestro lo que llamo «una tropa cultural». Una tropa que Mao necesitará para combatir sus batallas ideológicas. A duras penas puedo guardarlo en secreto. Lo veo funcionar. Imagino a Mao mirándome con la sonrisa que me dedicó hace treinta años. Por otra parte, estoy dudosa, hasta un poco asustada; Mao nunca ha visto las cosas como yo. ¿Cómo puedo saber si le gustará lo que estoy haciendo?

Por primera vez en muchos años ya no sufro de insomnio. Tiro los somníferos a la basura. Cuando me despierto ya no me siento amenazada por mis rivales. Ni siquiera me preocupa Wang Guang-mei. Aunque ella y su marido, el vicepresidente Liu, disfrutan siendo el foco de atención, auguro que sus días están contados.

El vicepresidente Liu nunca se da cuenta de que es aquí donde empieza el resentimiento de Mao. El complot empieza mientras Liu está ocupado tratando de salvar la nación. Suspende el sistema de comunas de Mao y lo sustituye por uno de su invención, el programa zi-liu-de, que permite a los campesinos ser propietarios de sus jardines traseros y vender lo que han plantado. Se les alienta a operar sobre bases familiares. En esencia, es capitalismo al estilo chino. Es un escupitajo en la cara de Mao.

La señora Mao, Jiang Qing, observa el humor de su marido. Acaba de volver de Shanghai. Ella y Kang Sheng han estado contemplando cómo arrancaban los bigotes al tigre Mao. Cada día después de la convención, Kang Sheng acude a la habitación de hotel de la señora Mao y la pone al corriente de las novedades.

Estáte atenta, dice Kang Sheng. El tornado-dragón viene para aquí. Está cerca. Mao va a atacar y será el fin de Liu. Vigila. Cuantos más enemigos se haga Mao, más pronto recurrirá a ti.

Mao vuelve a Pekín en septiembre sin avisar. Convoca una reunión del Politburó y anuncia la destitución del ministro de Defensa, el mariscal Peng De-huai.

No hay un debate sobre la decisión. Mao la toma él solo, como si estuviera en su derecho. Como quien se quita un zapato. Antes de que los miembros del Politburó tengan oportunidad de reaccionar, el mariscal Peng es reemplazado por el discípulo de Mao, el mariscal Lin Piao, un hombre que ensalza a Mao como si fuera un Dios vivo y está tratando de convertir el Ejército Popular de Liberación en la «Gran Escuela de Pensamiento de Mao Zedong».

El mariscal Lin Piao es un personaje que me resulta familiar. Me he enterado por Mao que ganó batallas claves durante la guerra civil y es un gran estratega. Me callo que sus recientes estrategias me parecen bastante transparentes. Es el hombre que grita más alto ¡Larga vida al presidente Mao! Pero la vida es extraña. También es el hombre que ordena bombardear el tren de Mao. En el futuro éste lo nombrará su sucesor y ordenará al mismo tiempo que lo asesinen en su propia residencia.

El mariscal Lin siempre ha sido un hombre físicamente débil, lo contrario de lo que indica su nombre, que significa el Rey de la Selva. Es tan delgado que podría llevárselo el viento. Su esposa Ye me ha dicho que no soporta la luz, el ruido o el agua. Como un jarrón de un millar de años, se descompone a causa de la humedad del aire. Tiene los ojos triangulares y las cejas pobladas. Trata de disimular la fragilidad de su cuerpo con el uniforme militar. Pero lo delatan el cuello delgado como una caña de bambú y la cabeza ladeada como si pesara demasiado para ese cuello.

Y sin embargo ella se inspira ahora en Lin Piao. Su forma de ganarse a Mao. Es tan simple y pueril. Lin lo adula abiertamente. En el prólogo de la segunda edición del pequeño libro rojo de citas, llama a Mao el mayor marxista de todos los tiempos. El presidente Mao defiende y desarrolla el internacionalismo, marxismo y leninismo. Una frase del presidente Mao equivalente a diez mil frases de otros. Sólo las palabras de Mao reflejan verdades absolutas. Mao es un genio venido del cielo.