Выбрать главу

Sumergido en la fragancia penetrante de la señorita Beasley, Will cerró los ojos un momento, pensando en lo agradecido que estaba de que aquella mujer hubiera pasado a formar parte de su vida.

– Si deja que lo maten, no se lo perdonaré nunca, señor Parker.

– Lo sé. Ni yo tampoco me lo perdonaría. Cuídese mucho. Nos veremos cuando vuelva.

Se separaron y se miraron a la cara: la de ella de pocos amigos para no desmoronarse, la de él con una sonrisa afectuosa. Entonces le dio un beso rápido en la mejilla y se dio la vuelta para subir al vagón que lo aguardaba.

Capítulo 16

26 de febrero de 1942

Querida Elly:

Estoy en Parris Island y el viaje hasta aquí no ha estado mal. He tenido que hacer transbordo en Atlanta y he llegado a Yemassee a última hora de la tarde. Ahí me he subido al autobús de reclutas del Cuerpo de Marines, que ha llevado a treinta militares a la base que está en las afueras de Buford, un pueblo feo en el que me alegro de no vivir. He cruzado un puente y atravesado un gran pantano para llegar a él. Hierba seca y un montón de pájaros que te encantaría ver. Nos ha recibido nuestro sargento instructor, un tipo que se llama Twitchum y que enseguida ha empezado a darnos caña. Grita como un desgraciado y nos dice que tenemos que empezar y terminar todo lo que decimos con un «señor», como por ejemplo: «Señor, le pido permiso para hablar, señor.» Ha conseguido que un par de reclutas perdieran los nervios y lo pasaran mal, y hay unos cuantos chicos de Iowa y Dakota que han vivido siempre en una granja sin ver otra cosa que no sean los cuartos traseros de un caballo y no salen de su asombro. No sé por qué se han unido a los Marines, pero algunos creen que el Ejército de Tierra es peor y prefieren hacerse a la mar porque piensan que eso los mantendrá lejos del frente. Esos chicos parecían estar a punto de salir pitando, pero en la cárcel he visto gente de todo tipo, así que el campamento de entrenamiento no es nada nuevo para mí. A Twitchum le gusta putear a esos chicos. Los ha tenido hasta las tantas aprendiendo a hacerse la cama antes de dejarlos irse a dormir, porque su madre siempre se la hacía en casa y nunca aprendieron. Yo me pasé cinco años haciéndome la mía y el castigo era mucho peor que aquí si no estaba bien hecha. Twitchum ha mirado a todo el mundo con lupa y ha visto mi cama bien hecha y se ha detenido con la nariz tan pegada a la mía que podía olerle los mocos, y va y me dice (para ponerme a prueba, ¿sabes?) «¿Cómo te llamas, chico?» Y yo le digo: «Señor, Parker William Lee, señor.» Y él me dice: «¿Del norte o del sur del país?» Pero ya he conocido antes a gente como él y he visto cómo mira a esos chicos yanquis de granja y cómo disfruta haciéndolos sufrir y cómo se mete con los chicos negros y también los hace sufrir, así que le digo: «Señor, del oeste, señor.» Se lo piensa un segundo y suelta: «Pasaré revista cada mañana a las cinco cero cero, Parker. ¡Si no enseña a esos chicos a hacer trabajo de mujeres se lo haré pagar!» Así que supongo que ya tengo una obligación. ¿Qué te parece? La señorita Beasley me dio un libro de poesía como regalo de despedida, y yo le di un beso. No pareció molesta. Nos han dado el uniforme de faena, la manta y los artículos de tocador, y nos han hecho desfilar hasta nuestros barracones; la mitad de los reclutas están lloriqueando, supongo. Yo sé que hay sitios peores que éste porque he estado en ellos. Pero te echo de menos, Ojos Verdes, y también a los niños y nuestra cama. Me he comido los bocadillos y el pastel en el tren, y sabían muy bien, y puede que no te lo haya dicho nunca pero lo que mejor te sale es el pastel de membrillo. Están diciendo que van a apagar las luces, así que tengo que terminar. Siento si no se entiende mucho puesto que nunca he escrito demasiado bien porque no me gustaba nada el colegio y no fui mucho y aún me obligaron menos a ir. Tu marido que te ama, Will.

26 de febrero de 1942

Querido Wilclass="underline"

No he escrito nunca una carta y no sé cómo hacerlo, pero ya es hora de que aprenda, ¿no crees? Cenamos sin ti, pero los niños estuvieron res reboltosos (perdona, no tengo goma de borrar) y me costó mirar tu silla porque me preguntaba dónde estarías y si ya habrías llegado y si te habrían dado de comer y si tenías una cama cómoda y todas esas cosas. Qué pena no ver a la señorita Beasley ir a la estación como dijo que haría. No sé escribir bien pero los sentimientos son otra cosa y tengo muchos porque ya te extraño, Will, y sólo has estado fuera hoy.

Esto me ha llevado una hora y no parece mucho para tanto rato, pero manana escribiré más.

Besos, Eleanor.

28 de febrero de 1942

Querido Wilclass="underline"

Ha llegado tu carta y Parris Island parece horrible. He llorado porque me he sentido muy mal por ti, que te haces el valiente por mí cuando dices que no está tan mal. No he llorado por mí esta vez, sino que me he sentido mal porque tú estás ahí. Espero que estés bien. Ese Twitchum parece un demonio, y leí mucho sobre él cuando era pequeña…

28 de febrero de 1942

… Te envío mi solicitud de bonos de guerra y el seguro. Guárdalos en un sitio seguro…

1 de marzo de 1942

Querido Wilclass="underline"

Estaba segura que ya tendría otra carta tuya. ¿Estás bien? Todos los días, cuando llega el correo, corro para ver si hay una carta en el buzón, pero sólo hubo la primera. ¿Seguro que estás bien?

2 de marzo de 1942

Querida Eleanor:

Echo de menos tus ojos verdes y habría escrito antes pero no nos dan tiempo. Nos levantamos a las cuatro tres cero (las cuatro y media de los civiles), Twitchum nos despierta dando una patada al cubo de la mierda (que es el cubo de la basura) y nos levantamos enseguida. Tenemos cada uno exactamente tres minutos en las letrinas para ducharnos, afeitarnos y ya sabes qué más si tenemos que hacerlo y él se pasa ahí todo el rato gritando como un loco y el resto del día es un vamos, vamos, vamos hasta las nueve cero cero, y entonces tenemos una hora de tiempo libre pero que no es libre porque Twitchum viene y nos hace hacer instrucción o limpiar las botas. Así que no he tenido tiempo para escribir hasta ahora.

Me han, como dicen ellos, «procesado», de modo que me han dejado como una bola de billar, pero eso te ahorra tiempo por la mañana. Mejor no te envío una foto así de feo. Aunque no nos han ofrecido aún hacernos ninguna fotografía, así que quizá más adelante. También me revisaron los dientes y me pusieron siete inyecciones en sitios distintos, cuatro ya sabes dónde. ¡Ay! Esas agujas podrían estar un poco más afiladas. En la cama, por la noche, pienso en ti y en los niños y en tus platos, pero aquí el rancho no es tan malo como esperaba, mejor que en la cárcel, te lo aseguro. No…

Se me acabó el tiempo, te envío ésta a la carrera. Besos, Will.

4 de marzo de 1942

Querida Elly:

Tu carta llegó en el correo de ayer cuando ya te había enviado la mía el día antes y te contaba por qué no te había escrito. No te preocupes por mí, me va bien. Twitchum me deja en paz, pero lo veo observarme de cerca por si cometo un error. No te preocupes, no lo voy a cometer, y voy a ser como su monito adiestrado. Os extraño a ti y a los niños, y supongo que Lizzy P. estará creciendo. He leído tus cartas hasta que los bordes se han estropeado, pero no te preocupes por mí. Sólo me siento un poco solo, nada más. Como bien, y cuando tienes la tripa llena puedes aguantarlo casi todo. No te preocupes por mí porque estoy bien. Todo se está acelerando. Hoy nos han dado los fusiles del calibre 30 y las bayonetas, y tenemos que memorizar los números del modelo: 1903 y 1905. Cada día hago ejercicio físico, me entreno con la bayoneta y voy a clase de historia militar. Quién hubiera dicho que, a esta edad, volvería al colegio, pero he vuelto y la semana que viene empezaremos clases de primeros auxilios y de código militar y, por supuesto, siempre hay horas y más horas de instrucción cada día. Dicen que todas estas marchas van bien para aprender disciplina y que eso es importante en la organización militar. Aquí hay gente de todo tipo, Elly. También la había en Huntsville, pero aquí es distinto porque estás más cerca de ella todo el rato. Los hay que huelen tan mal que tenemos que ir todos a clases de higiene, y muchos no saben leer y van a clases de lectura. Los negros tienen sus propios barracones y nosotros los nuestros, pero se ve que todo el mundo tiene un amigo. El mío es un pelirrojo desgarbado de Kentucky que se llama Otis Luttrell. Nos llevamos bien porque a ninguno de los dos nos gusta mucho hablar.