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Querida Sra. Parker:

Me complace informarla de que el 6 de noviembre de 1942 su marido, el cabo William L. Parker, 37 773 785, fue evacuado de la zona de combate e intervenido quirúrgicamente de su herida en el muslo izquierdo. Se está recuperando sin contratiempos.

Virgil A. Taylor,

Teniente de la Unidad Médica de Evacuación

Departamento de Guerra de Estados Unidos

Asuntos Oficiales

20 de noviembre de 1942

Querida Sra. Parker:

Como oficial al mando de su marido, el cabo William L. Parker, que fue herido en combate el 1 de noviembre de 1942 en la isla de Guadalcanal, me complace comunicarle que su estado de salud ya no pone en peligro su vida y que es de esperar que se recupere. El 6 de noviembre fue aerotransportado al Hospital Naval de Melbourne, en Australia, donde se le intervino quirúrgicamente con éxito y donde espera su traslado a Estados Unidos.

El cabo Parker es un orgullo para su compañía y para los Marines de Estados Unidos. El 14 de septiembre de 1942, mientras combatía al enemigo en Guadalcanal, el cabo Parker hizo gala de una enorme valentía al intentar rescatar al soldado Otis D. Luttrell arrastrándolo hacia una trinchera bajo un intenso fuego enemigo. El 25 de octubre, el cabo Parker demostró de nuevo sus dotes de líder al destruir sin ayuda el emplazamiento de un refugio subterráneo japonés que retrasaba nuestro avance. El escondrijo enemigo estaba situado en una cueva inaccesible debido al intenso fuego procedente de su interior. El cabo Parker reptó voluntariamente hasta la cueva desde su lado ciego, intentó abrir un agujero en el techo y, al no conseguirlo, intentó apartar las piedras que había al pie de la cueva. Lanzó sucesivamente al interior cuatro granadas de mano, que los japoneses le devolvieron enseguida. A continuación, el cabo Parker intentó esperar tres segundos antes de lanzar las granadas. Según las informaciones recibidas, cuando también se las devolvieron, Parker «se enojó» y preparó una bomba de dinamita que lanzó a la posición enemiga y con la que mató a ocho soldados japoneses, pero sufrió heridas debido a una granada de fragmentación enemiga que detonó al mismo tiempo en la boca de la cueva.

Gracias a la decisión y a la valentía del cabo Parker, el Primer Batallón de Asalto obtuvo una victoria decisiva sobre los japoneses en la desembocadura del río Ilu, en la que perdieron doce tanques y alrededor de seiscientos hombres en el primer sector de la Infantería de Marina.

Es con orgullo y satisfacción que he solicitado al comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos que conceda el Corazón Púrpura al valor al cabo William L. Parker, del primer Batallón de Asalto del Cuerpo de Marines de Estados Unidos, por su heroísmo más allá del deber.

Atentamente,

Coronel Merritt A. Edson

Comandante del Primer Batallón de Asalto

Cuerpo de Marines de Estados Unidos

Hospital Naval Balboa

San Diego, California

Querida Sra. Parker:

Me complace informarla de que el 6 de diciembre de 1942 su marido, el cabo William L. Parker, 37 773 785, fue trasladado al Hospital Naval Balboa en San Diego, Estados Unidos, para proseguir su tratamiento médico.

Hospital Naval Balboa

San Diego

7 de diciembre de 1942

Querida Elly:

Vuelvo a estar en casa y ya no tienes que preocuparte más. Una enfermera de la Cruz Roja está escribiendo esto por mí porque el médico todavía no me deja sentarme. Por fin recibí todas tus cartas. Me llegaron en un hospital de Melbourne. Elly, cariño, fue estupendo leer todas esas palabras tuyas, eso de que Donald Wade va al colegio y Lizzy P. ha dicho sus primeras palabras y que le han enseñado a decir papá. Me gustaría estar ya con vosotros, pero parece que todavía falta cierto tiempo para eso. No tengo la pierna demasiado bien pero, por lo menos, la sigo teniendo; aunque tal vez me quede rígida, dicen que podré andar. Los médicos del hospital dicen que sigo teniendo un pedazo de metal en la pierna izquierda y que puede que tenga que volver a pasar por el quirófano. Pero, qué diablos, por lo menos estoy vivo.

Siento que no te dijeran más cosas justo después de que me hirieran, para que no te preocuparas tanto. Lo hubiese hecho yo mismo, pero supongo que no estaba en condiciones de escribir. Pero no te preocupes. Estoy bien, lo digo de veras.

Ya sabrás que me dio una granada enemiga mientras intentaba sacar a ocho japoneses de un refugio subterráneo cerca del campo de aviación del canal. Como ya puedo decirte dónde estaba…, en Guadalcanal. El canal era peligroso y perdimos muchos hombres, pero los hicimos retroceder y ahora la pista de aterrizaje es nuestra. Si no la hubiéramos recuperado, el Pacífico seguiría siendo suyo, y estoy muy orgulloso de lo que hicimos. Será mejor que te diga que mi amigo Red no sobrevivió. Eso es todo cuanto puedo decir de momento porque me cuesta pensar en ello. Así que, como te decía, tener que soportar un poco de metal en la pierna no parece gran cosa.

Tengo que confesarte que no había estado nunca tan contento de ver algo como cuando vi la bandera de Estados Unidos ondear sobre el Hospital Naval, cuando desembarqué aquí. Maldita sea, Elly, me muero de ganas de verte. Antes tendré que curarme la pierna, sin embargo, así que estaré aquí una temporada, pero esperaré tus cartas. Parece que, desde que me alisté en los Marines, me he pasado todo el tiempo pendiente del reparto del correo. Ahora que estoy en un sitio fijo, tus cartas me llegarán, de modo que escribe a menudo, ¿de acuerdo, Ojos Verdes? Por favor, no te preocupes por mí. Ahora que he vuelto, todo irá bien. Besa a los niños de mi parte y pide a la señorita Beasley que también me escriba.

Besos, Will

9 de diciembre de 1942

Querido Wilclass="underline"

¡Oh, Will, por fin estás en casa! Acaba de llegar tu carta y he llorado cuando la he leído de lo contenta que me he puesto. No volverán a enviarte a la guerra, ¿verdad? ¿Está mejor tu pierna? Estoy muy preocupada por ella y por lo que debes de estar pasando con las operaciones y el dolor. Si no estuvieras tan lejos, iría a verte otra vez, como cuando fui a Augusta, pero no sé cómo llegar hasta California. Aunque ¿no sería increíble que pudiéramos estar juntos por Navidad?…

24 de diciembre de 1942

Querida Elly:

Las enfermeras han colgado luces de colores a los pies de nuestras camas, pero cada vez que las miro se me hace un nudo en la garganta. Estoy aquí acostado pensando en la última Nochebuena, cuando tú y yo llenamos los calcetines de los niños. Me muero de ganas de estar en casa.

29 de enero de 1943

Querido Wilclass="underline"

Feliz cumpleaños…

5 de febrero de 1943

Querida Elly:

Hoy me han dado unas muletas para que me levantara…

Capítulo 19

Calvin Purdy dejó a Will al final del camino que llevaba hasta su casa.

– Muchísimas gracias, señor Purdy.

– No tiene que darme las gracias; es lo menos que puedo hacer por un soldado. ¿Seguro que no quiere que lo lleve el resto del camino hasta su casa?

– No, señor. Siempre me ha gustado mucho esta parte del bosque. Me apetece cruzarla tranquilamente a solas, no sé si me entiende.

– Claro que sí, hombre. No hay ningún sitio más bonito que Georgia en mayo. ¿Necesita ayuda con las muletas?

– No, gracias. Puedo solo. -Will salió del Chevrolet de Calvin Purdy mientras éste recogía el petate de Will y rodeaba el vehículo para colgárselo al hombro.

– Estaría encantado de llevarle el petate -repitió Purdy, servicial.

– Se lo agradezco, señor Purdy, pero me gustaría darle una sorpresa a Elly.

– ¿Quiere decir que no sabe que está aquí?

– Todavía no.

– Bueno, entonces ya entiendo que quiera subir solo, cabo Parker -dijo Purdy con una sonrisa. Tendió la mano a Will para estrechársela con fuerza-. Siempre que necesite que alguien lo lleve o cualquier otra cosa, avíseme. Y bienvenido a casa.