– No estoy cansada. Estoy…
– ¿Irritable? -Sugirió Emily. -¿Irascible? ¿Gruñona?
– ¿Malhumorada, fastidiada, molesta…? -sugirió Julianne.
Sarah les lanzó una mirada feroz que bien podría cortar la leche.
– Estoy cansada de que me traten como si fuera una frágil copa a punto de romperse.
– ¿Dónde está ese bruto marido tuyo que te ama con locura y sólo quiere lo mejor para ti y el bebé? -preguntó Emily.
– Sí, ¿dónde está esa bestia horrible? -la secundó Julianne.
Parte de la irritación desapareció del semblante de Sarah.
– En este momento está tomándose un brandy en la biblioteca y, sin duda alguna, paseándose frenéticamente de un lado para otro, preocupado por su descendencia que llegará en cualquier momento. No podéis imaginar lo desgastada que está la pobre alfombra.
Sarah hizo una mueca y con un gran esfuerzo se levantó varios centímetros para cambiar de posición antes de hundirse de nuevo en el asiento. Luego esbozó una sonrisa satisfecha.
– Ah. Así está mucho mejor, aunque no sé cómo lograré volver a levantarme de este sillón. Os lo juro, me siento como si llevara embarazada toda la vida.
– ¿Dónde está Carolyn? -preguntó Emily mientras Julianne servía el té de la tetera que Sarah, evidentemente, no podía alcanzar.
– No vendrá. Me envió una nota diciéndome que se encuentra un poco indispuesta y que no se reunirá con nosotras.
A Emily le tembló la mano y derramó un poco de té en el platito.
– ¿Indispuesta?
Sarah asintió con la cabeza, haciendo que las gafas se le deslizaran por la nariz.
– No es nada serio, sólo un ligero dolor de cabeza. Pero pensó que sería mejor descansar esta tarde y recuperarse totalmente para la velada que lord Farmington ofrecerá mañana por la noche. No quiere perderse tu aparición como vampiro.
Emily se inclinó con rapidez sobre la taza de té para ocultar la preocupación y las lágrimas que le anegaron los ojos. Santo Dios, Carolyn debía de sentirse muy mal. Jamás se perdía una de sus reuniones literarias. Seguro que la noche anterior debía de haberle contado a Daniel sus preocupaciones. Además, le había prometido contactar con aquel médico de Harley Street que le recomendó el doctor de Edward. ¿Lo habría hecho? Emily se sintió culpable por no haberle enviado una nota a Carolyn, pero había esperado verla esa tarde.
Deseaba hablar de la situación con sus amigas, pero no podía traicionar la confianza de Carolyn. Aun así, era una agonía saber lo que ocurría, igual que lo era saber que su querida amiga estaba enferma. Se prometió mentalmente ir a ver a Carolyn por la mañana.
– Hablando de la aparición del vampiro -la voz de Julianne interrumpió sus pensamientos, -Sarah y yo nos morimos por conocer los detalles de la primera función. No hicieron ninguna mención en el Times, pero seguro que lo harán mañana.
– Eso espero -dijo Emily.
– Detalles -exigió saber Sarah. -Para nosotras que no pudimos participar en tu descabellado plan.
Emily relató cómo fue su actuación, haciendo una pausa dramática antes de añadir:
– Después de aparecer en la terraza, lo que me complace informar provocó un gran revuelo, mi capa se enredó en unos arbustos.
– Oh, Señor -dijo Julianne con los ojos muy abiertos. -¿Qué hiciste?
– No tuve más remedio que dejarla allí para evitar que me descubrieran. Volví con rapidez a la biblioteca y entré por la misma puertaventana por la que había salido. Me quité la máscara y los colmillos, y los escondí en el escote. Luego regresé a la fiesta. -No añadió que había regresado a la velada después de que el señor Jennsen la hubiera besado hasta dejarla sin sentido. Otra vez.
– Así que tu aventura casi termina en un desastre -dijo Sarah.
– Al contrario, salvo por el incidente con la capa y el frasquito de sangre, todo salió a la perfección.
– Menos mal que salió bien y que conseguiste tú objetivo.
– Julianne alargó la mano y cubrió la de Emily con los ojos llenos de preocupación. -Pero te libraste por los pelos. Seguro que no hay necesidad de volver a arriesgarse de esa manera mañana por la noche.
– Oh, pero debo hacerlo. Aún no sé si he conseguido mi objetivo, aunque parece que la gente habla del vampiro. -Se apresuró a contarles lo que lady Calvert había dicho en el parque esa misma tarde. -Eso me da esperanzas, pero es necesario que vuelvan a ver al vampiro y añadir más leña al fuego. Además, estoy resuelta a no cometer ningún error en la fiesta de mañana. No se me volverá a enredar la capa en los arbustos. Todo saldrá bien.
– O te pillarán y te verás involucrada en un escándalo de tal magnitud que tu reputación quedará arruinada para siempre. Serías portada del Times durante meses -dijo Sarah. En cuanto esas palabras salieron de sus labios, soltó un suspiro. -Lo siento. No tengo intención de sonar pesimista. Es que estoy… Oh, Señor. Supongo que estoy realmente irritable.
– Estás embarazada -dijo Emily apretándole la mano. -Y actúas igual que mi madre cuando esperaba a mis hermanos. Pero muy pronto tendrás un hermoso bebé del que presumir.
Detrás de las gafas, los ojos de Sarah brillaron por las lágrimas.
– Lo sé. Pero tengo razones para estar preocupada. Por ti y por ese descabellado plan tuyo. Y por lo desconocido que me resulta dar a luz. Y por Matthew, que no sé si sobrevivirá a este suplicio sin arrancarse el pelo. Y por Carolyn, que actúa de manera extraña aunque insista en que todo va bien. Estoy muy preocupada por todas esas cosas, y… eso es tan impropio de mí. -Le dio un sorbo a su té y miró a Julianne. -Ya verás. En unos meses también andarás como un pato y te sentirás tan preocupada como yo.
Julianne curvó los labios en una trémula sonrisa.
– Lo estoy deseando. Gideon va a ser un padre maravilloso, y no puedo esperar para darle a nuestro hijo todo el amor que mis padres jamás me demostraron. -Se volvió hacia Emily. -Para cuando nazca mi bebé, ya habrán publicado tu historia del vampiro y los problemas financieros de tu familia serán cosa del pasado.
– Sí-convino Emily, rezando para que ocurriera de esa manera. -Eso sí silenciaría definitivamente a los escépticos.
– ¿Escépticos? -Repitió Sarah. -¿Es que hubo alguien anoche que no creyera que la criatura que vieron fuera un vampiro? Por lo que nos has dicho, lady Calvert se lo creyó a pies juntillas.
– El señor Jennsen es muy escéptico al respecto -dijo Emily sorbiendo por la nariz.
Sarah y Julianne intercambiaron una rápida mirada.
– ¿Oh? ¿Asistió a la fiesta de anoche? -preguntó Julianne.
– ¿Te vio haciéndote pasar por la criatura? -añadió Sarah.
– Sí, asistió a la fiesta. No, no vio al vampiro. Razón por la cual se muestra tan escéptico.
– Así que hablaste con él anoche después de tu actuación -dijo Sarah con la voz llena de… algo. -¿Qué más te dijo?
«De nuevo nos encontramos a solas en una biblioteca… Morder esta piel es demasiado delicioso para resistirse… No estaba pensando que nuestro beso fuera una debacle cuando estrechaba su cuerpo contra el mío, ni cuando me metía la lengua en la boca.»
Un ardiente estremecimiento atravesó a Emily al recordar las palabras de Logan, palabras que nunca podría repetir a sus amigas, así que se apresuró a tomar un sorbo de té caliente con la esperanza de echar la culpa del rubor que le cubría las mejillas a aquella bebida humeante.
– No hablamos mucho -dijo después de aclararse la garganta. «Estábamos demasiado ocupados besándonos». -Pero esta tarde he charlado un rato con él.
Aquella imprudente declaración era claramente el resultado de tener los nervios de punta y, al instante, deseó haberse mordido la lengua. Sus dos amigas arquearon las cejas de una manera especulativa.