– Tras el incidente de hoy con el carruaje estaba… preocupado. Así que decidí comprobar los alrededores de su casa y asegurarme de que no hubiera nada sospechoso.
La irritación desapareció de la mirada de Emily, que parpadeó varias veces.
– ¿Estaba preocupado… por mí?
A Logan le palpitó un músculo en la mandíbula.
– Sí. ¿Sabe en qué me convierte eso?
– En un… ¿acosador preocupado?
El entrecerró los ojos.
– Más bien en un hombre preocupado.
– ¿Cuánto… cuánto tiempo lleva aquí?
Maldita sea. De nuevo deseaba mentirle y responderle que llevaba esperando apenas cinco minutos, pero su conciencia no le permitió otra cosa que decir la verdad.
– Unas horas.
– ¿Unas horas? -repitió ella con un susurro aturdido. -¿Cuánto tiempo tiene intención de quedarse?
Demonios, tampoco podía mentirle en eso.
– Hasta el amanecer.
– Porque está preocupado por mí. -Ella dijo las palabras lentamente, como si le costara trabajo comprenderlas.
El apretó los labios y asintió con rigidez. Estaba claro que la única manera de que lo comprendiera era contándole toda la verdad.
– Lo que pasó hoy, lo del carruaje… No creo que fuera un accidente. -Se apresuró a contarle los recientes incidentes que había habido contra él, concluyendo con: -Creo que alguien intenta hacerme daño. Puede que también esté intentando lastimar a mis conocidos. Si nos han visto juntos en el parque, puede que piense que somos algo más que…
– Amigos -terminó ella cuando él vaciló.
– Sí. Quería asegurarme de que estaba a salvo, así que… aquí estoy.
– Y por eso lleva aquí fuera varias horas -murmuró ella, todavía sonando y pareciendo aturdida. -Y pretende quedarse aquí durante varias horas más.
– Sí.
Emily abrió y cerró la boca varias veces sin decir nada. Él no recordaba a nadie que le hubiera parecido más confundido que la joven.
– Eso es… muy amable por su parte -dijo ella finalmente tras aclararse la garganta.
– Esto no tiene nada que ver con la amabilidad. Simplemente me siento responsable. Aunque, por otra parte, debo añadir que me parece bastante ofensivo que parezca continuamente asombrada por el hecho de que pueda hacer algo amable… si esto fuera un gesto de amabilidad, claro. Lo que, obviamente, no es.
Emily pareció no oírle. De hecho, parecía mirarlo como si nunca lo hubiera visto antes.
– Bueno, como puede observar, estoy bien.
– Sí. -Lo estaba. Extraordinariamente bien. Emily estaba bajo un rayo de luna que iluminaba su piel con un etéreo resplandor plateado, haciendo que sus ojos parecieran radiantes. Logan tuvo que cerrar los puños para no alargar las manos hacia ella y tocarla.
– Debe de estar muerto de frío -dijo ella. -Sólo llevo aquí unos minutos y ya estoy helada hasta los huesos.
«Había tenido frío.» Hasta que se puso a pensar en ella desnuda y excitada, húmeda y abierta y… Maldición, de nuevo volvía a dejarse llevar por la imaginación. Aunque se apresuró a ahuyentar aquellos pensamientos eróticos, el daño ya estaba hecho y sentía como si tuviera la piel ardiendo.
– En realidad estoy bastante bien. Usted, sin embargo, debería regresar a la casa. -Ahora mismo. Antes de que él cediese a la tentación de tomarla entre sus brazos y aplacar aquel maldito infierno que ella había desatado en su interior.
Emily asintió con la cabeza.
– Tengo que volver adentro. -Se llevó la mano enguantada a la nariz y se la frotó. -Creo que estoy empezando a congelarme. Ya no siento la cara. -Luego alargó la mano y le tocó el brazo. -Por favor, acompáñeme. Mi padre tiene un brandy excelente. Le ayudará a combatir el frío.
El se quedó paralizado ante la caricia y el ofrecimiento. Y también consternado por las ganas que tenía de aceptar.
– Su familia no lo aprobaría, igual que no aprobaría que usted esté aquí fuera.
– Mis padres se acostaron hace más de una hora y siempre duermen de un tirón. Jamás se enterarán de que ha estado en casa.
– ¿Y el resto de la familia?
– Todos duermen profundamente.
– Todos menos usted.
Emily miró al suelo y Logan tuvo la impresión de que se había sonrojado. Maldijo para sus adentros la oscuridad que los rodeaba y que le impedía averiguar si era cierto.
– No… simplemente no tenía sueño. Pero en cuanto me quedo dormida, soy como el resto de la familia. Es como si me hubieran golpeado la cabeza con un yunque.
Logan soltó una carcajada, empañando el aire entre ellos.
– Sin duda es una buena manera de dormir de un tirón.
Una lenta sonrisa curvó los labios de la joven, y que lo condenaran si él no se sentía como si el sol hubiera salido por el horizonte.
– Sí, si luego puedes soportar el horrible dolor de cabeza. -Emily retiró la mano de su manga y se rodeó con los brazos. -Por favor, acompáñeme adentro y caliéntese un poco ante el fuego. Después de todo lo que ha hecho por mí hoy, es lo menos que puedo ofrecerle.
Una vocecita interior advirtió a Logan de que estaba a punto de jugar con fuego, pero Emily lo miró suplicante, con aquellos hermosos ojos del color del mar, y su resistencia se desmoronó.
– De acuerdo. Pero sólo un momento. Luego seguiré vigilando aquí fuera.
– Es evidente que no se le ha ocurrido pensar que podrá vigilarme mucho mejor si estamos en la misma habitación.
Oh, claro que se le había ocurrido, Con todo lujo de detalles. Y la habitación en cuestión era el dormitorio de ella. Donde estaba desnuda y excitada, húmeda y abierta, y… Santo Dios, no iba a permitir que sus pensamientos siguieran ese rumbo otra vez. Claro que no.
– Vamos. -Ella se encaminó hacia la casa y él la siguió. Un momento después, Emily abrió una puertaventana. Así era como había salido de la casa. Logan negó con la cabeza. Maldita sea. Sí que debía de haber estado ensimismado en aquellos pensamientos eróticos para no haberla oído deslizarse por una de las puertaventanas que era claramente visible desde donde él estaba vigilando.
La siguió al interior y la observó fijamente mientras cerraba la puerta de vidrio. Luego se giró para examinar la estancia, deteniéndose ante un enorme globo terráqueo y las paredes cubiertas de estanterías del suelo al techo y repletas de libros con encuadernación de piel. «Maldita sea», tal y como a los británicos les gustaba decir.
Estaban en la biblioteca.
Imágenes de los apasionados besos que había compartido con esa mujer las últimas dos veces que se encontraron a solas en una habitación como aquélla irrumpieron en su mente, dejando un rastro ardiente en su piel.
– ¿Le gustaría tomar un brandy? -preguntó ella, dirigiéndose a un juego de licoreras de cristal dispuesto en un aparador que había cerca de la chimenea de piedra, donde resplandecía un débil fuego que arrojaba doradas sombras danzantes en la estancia.
– Dentro de un momento. -La cogió por el brazo y con suavidad la condujo hasta la chimenea. -Antes nos calentaremos un poco.
Cuando se detuvieron ante la lumbre, él se giró hacia ella. El corazón de Logan dio un brinco al ver la nariz roja, los labios temblorosos y los dientes castañeteantes de Emily. Parecía estar helada hasta los huesos y más dolorosamente hermosa y provocativa que cualquier mujer que hubiera visto nunca. Comprendió que jamás debería haber entrado allí con ella. Los siguientes quince minutos, hasta que pudiera escaparse y regresar a la fría noche donde pertenecía, iban a ser toda una tortura. Bien, sometería sus manos -y sus labios -a un rígido autocontrol, y se marcharía antes de que hubiera ocurrido nada complicado entre ellos.
Se puso en cuclillas y después de quitarse los guantes, removió la leña con un atizador. Un torrente de chispas brillantes se alzó hacia el tiro de la chimenea. Luego usó el fuelle para avivar el fuego que muy pronto ardió, emitiendo calor.